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Medallas y polémicas: ¿qué está pasando en el fútbol femenino español?

El capítulo de la ceremonia de entrega en la Supercopa es el último en un deporte que está expuesto de manera permanente a la controversia

Medallas y polémicas: ¿qué está pasando en el fútbol femenino español?

Captura de vídeo en el que se ve a las futbolistas del Barcelona y la Real Sociedad recoger sus medallas en la Supercopa. | The Objective

El pasado domingo asistimos en Mérida a un suceso que se ha hecho viral en el mundo entero: podíamos ver cómo eran las propias jugadoras del Barcelona, campeonas del torneo, así como sus homólogas de la Real Sociedad, subcampeonas, las acudían a una mesa a recoger sus medallas. No había nadie que se las colgara, como sucede en otras competiciones. Ni siquiera alguien que, cuando menos, se las entregara en el mismo césped o posteriormente en los vestuarios.

La Federación Española de Fútbol, como organizadora del torneo, salió a explicar que este modus operandi se debió a la infraestructura del estadio romano José Fouto y que existen precedentes al respecto de actuar igual, tanto en competiciones femeninas como masculinas. Sin embargo, de puertas adentro son conscientes del error que cometieron. El sindicato mayoritario de futbolistas, AFE, habla incluso de trato discriminatorio para las jugadoras. 

Pero este incidente es uno más dentro de un fútbol femenino que, en su primera temporada como deporte profesional, vive en un permanente estado de turbulencia, con polémicas constantes entre las tres patas más importantes: la Liga F femenina, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y el Consejo Superior de Deportes (CSD), siendo este último el máximo responsable de la puesta en marcha de la nueva competición. 

Huelga arbitral y acuerdos parciales

Cinco meses lleva en marcha la nueva liga profesional femenina y ya desde el principio las cosas no empezaron con buen pie. Las árbitras decidieron hacer huelga y no presentarse en la puesta de largo de la nueva competición, alegando una mejora salarial. Después de varios días muy tensos, el 15 de septiembre la Federación Española y el Consejo Superior de Deportes, llegaban a última hora del día a un acuerdo. Acuerdo donde nadie convocó o hizo partícipe a la Liga Profesional Femenina. ¿Por qué? Esa es la gran pregunta, que aún no ha encontrado respuesta.

Federación y Gobierno acordaron que finalmente el sueldo por partido en la competición femenina sería de 4.050 euros (1.066 euros por partido para la colegiada, 1.006 para la asistente y 250 para la cuarta árbitra). En este acuerdo se fijó que el CSD aportaría 350.000 euros para la mutualidad de las árbitras y la RFEF otros 350.000 euros a los clubes para ayudarles en el pago de estas cantidades. Entre ellas las correspondientes a dietas, desplazamientos…

Resulta que desde el pasado mes de octubre la Federación Española de Fútbol está enviado a los 16 clubes femeninos de la competición un recibo mensual de 14.600; muy lejos de lo acordado en septiembre con el mencionado CSD. Lo ha mantenido en los meses de noviembre, diciembre y ahora en enero. 

Para hacernos una idea, cada club local asume los gastos arbitrales del encuentro. Según lo pactado el 15 de septiembre, esto supone 60.750 euros por los quince partidos que disputan en casa en la competición. Nada que ver con los 225.000 que tendrían que pagar si obedecen al recibo arbitral que está reclamando la Federación Española de Fútbol. Son casi 165.000 euros de diferencia para clubes de una competición que acaba de nacer, que trata de intentar empezar a crecer y donde cinco de ellos son independientes. Es decir, que no pertenecen a ningún club profesional masculino.

Tres meses sin resolver el conflicto

Es especialmente llamativa la postura del CSD (Consejo Superior de Deportes), como órgano dependiente del Gobierno, en este asunto. Hace más de dos meses y medio (8 de noviembre) que la Liga F denunció la situación ante este organismo. Todavía no han dado una solución ni respuesta alguna al respecto.

Una postura inexplicable bajo el prisma de la enorme inversión que el propio CSD (alrededor de 16 millones de euros) se ha comprometido a dar a los clubes de la competición, especialmente a los llamados independientes por no ser clubes profesionales en la Liga masculina. A esto hay que sumar otros 5 millones anuales los tres primeros años para dotar de infraestructuras a la nueva Liga. ¿Por qué todavía no han solucionado el conflicto ?.

Sin renovación del convenio colectivo femenino

En cualquier caso, este problema tiene otra derivada muy importante: el nuevo convenio colectivo femenino que sustituye al firmado en febrero del 2020 bajo el prisma de esta nueva liga profesional. Los clubes quieren saber el coste final de este recibo arbitral para conocer también cuánto pueden pagar como mínimo a sus jugadoras. La semana pasada tuvo lugar una nueva reunión de la patronal con los sindicatos donde los clubes. Pese a esta indefinición y a la espera de tener una respuesta del CSD que están deseando, han presentado una propuesta de salario mínimo para este nuevo fútbol femenino profesional. Propuesta que llega después de varias reuniones donde no han podido avanzar por culpa del recibo arbitral. 

La propuesta presentada parte de un mínimo de 17.000 euros sin parcialidad, es decir con dedicación absoluta a la actividad futbolística. El convenio actual recoge un salario mínimo de 16.000 euros con una parcialidad del 75%. La propuesta recoge un crecimiento gradual de alrededor de 500 euros cada uno de los próximos cinco años.

No será hasta febrero cuando se vuelvan a ver las caras y lo discutan. Mientras tanto, la auténtica realidad es que el nuevo fútbol profesional femenino se rige por un convenio que se ha quedado viejo en este nuevo escenario. ¿Cuándo llegarán a un acuerdo?. Ahora mismo es imposible saberlo. 

Coste de las tarjetas y rebeldía en la Selección

A todo esto, se suman dos cosas más. Por un lado, el coste de las tarjetas en la la categoría. Con su paso a la categoría profesional, la Federación Española está aplicando el mismo régimen económico sancionador que en el fútbol masculino: 180 euros la tarjeta amarilla y 350 la roja. Cantidades que nada tienen que ver con los 4 y 9 euros de la temporada pasada, cuando no tenían esta condición de profesional. La Liga Femenina lo tiene recurrido ante el CSD y la justicia ordinaria al entender que es desorbitado. Una piedra más en el camino. 

Y por otro lado está la rebelión de las jugadoras en la Selección profesional femenina. Hasta 15 jugadoras prefieren no acudir a las convocatorias con el actual seleccionador y responsable técnico del fútbol femenino, Jorge Vilda. Buena parte de ellas militan en el Fútbol Club Barcelona. Un órdago lanzado en septiembre donde la Federación se mantuvo firme en defensa de su seleccionador pero que volvió a llevar al fútbol femenino a primera plana. Y prácticamente en el mundo entero. Precisamente las jugadoras del Barcelona son las que recibieron en una mesa el pasado domingo las medallas de campeonas.

Analizado todo esto, la pregunta que vuelve a surgir es: ¿qué está pasando en el fútbol femenino? Hay muchos otros capítulos que darían que hablar, como el papel del sindicato FUTPRO de jugadoras, clave en un acuerdo de primas para las internacionales antes del Europeo del pasado verano y al que, sin embargo, se le culpa de instigar, junto a algunas de la rebeldes, a las nuevas internacionales para que adujeran motivos psicológicos para no acudir tampoco ellas a la selección. Es decir, intentar hacer la cama desde fuera. Mucho ruido, demasiado ruido para un fútbol femenino y una nueva competición que acaba de nacer. 

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