Preocupación ante la benevolencia arbitral hacia el Real Madrid
La reciente actitud magnánima de algunos colegiados hacia el club merengue ha despertado suspicacias en Barcelona
El barcelonismo ha decretado el Estado de Preocupación. No por el rendimiento del equipo de Flick, que está firmando un inicio de liga impecable con siete victorias en siete partidos, sino porque hay gran parte de la afición culé tiene la sensación, o mejor dicho, la constatación, de que la tradicional benevolencia arbitral de la que históricamente ha gozado el Real Madrid se ha convertido, nuevamente, en descaradas e incuestionables ayudas habituales. Los memes, viñetas y canciones irónicas sobre la predicción del minuto al que le pitarán el esperado penalti al Madrid en cada partido se suceden en la prensa catalana. Ya le han pitado 4 en 7 partidos. Laporta tiene la mosca detrás de la oreja, pero, de momento, no quiere alzar la voz para no empañar la buena racha de resultados del Barça.
El barcelonismo sospecha que Florentino no puede permitir que, después de 7 años detrás de Mbappé, el conjunto blanco no gane la liga el primer año que cuenta con el considerado mejor jugador del mundo, y que por ello estuviera activando los resortes y moviendo sus hilos. En segundo lugar, se cree que los árbitros saben que ante la duda, en las jugadas fronterizas, les conviene pitar a favor del Madrid. De lo contrario serán debidamente vilipendiados en todos los espacios de «prime time» de la prensa editada en la capital, empezando por el propio club madridista, que les presiona y les coarta cada semana a través de su televisión ante la pasividad del Comité Técnico de Árbitros, que supuestamente debería protegerles y denunciar esas maniobras intimidatorias.
Y en tercer lugar, existe la sensación de que al Barça le están haciendo pagar el «efecto Negreira». Parece como si el colectivo arbitral quisiera reivindicar su inocencia tratando favorablemente al Real Madrid para desmontar la injusta condena mediática por una supuesta corrupción deportiva a favor del Barça que muchos periodistas de la capital se han apresurado a dictar, a pesar de que los tribunales no la han podido demostrar.
Hasta Tomás Roncero, el periodista de cabecera del madridismo, reconoció en el exitoso programa televisivo del Chiringuito que Vinicius y Endrick debieron ser expulsados en el último partido frente al Alavés. La agresión del joven delantero brasileño al jugador babazorro, Santiago Mouriño, al que le propinó premeditadamente un rodillazo en sus testículos, ha sido la gota que ha rebasado el vaso del escándalo. Es una jugada de expulsión inequívoca, que no admite debate. Y, sin embargo, el árbitro, Muñiz Ruiz solo le mostró la amarilla y no reflejó en el acta esa clara agresión. «Por derribar de forma temeraria a un contrario», redactó cuando las imágenes demuestran la agresión sin balón de por medio.
Pero lo más grave es que esa decisión, que todo el mundo del fútbol coincide en que fue errónea, no fuera rectificada por el árbitro de VAR, Figueroa Vázquez, que «dimitió» de sus funciones. Y con ese grave doble error, el Real Madrid no solo no se quedó con 10 jugadores en los últimos 10 minutos —en los que el Alavés estuvo a punto de empatar en el Bernabéu—, sino que le ha librado al brasileño de una sanción de 4 a 12 partidos, que es el castigo previsto en el artículo 103.1 del código disciplinario de la Federación Española de Fútbol para las agresiones.
Vinicius también mereció la expulsión en el partido ante el Alavés por reírse en la cara del cuarto árbitro. Que los 2 brasileños hayan quedado impunes y puedan jugar contra el Atlético de Madrid este fin de semana es una indecencia sin justificación. Pero el Alavés no es la única víctima que se ha sentido perjudicada. El entrenador de la Real Sociedad, Imanol Alguacil, expresó su indignación por el penalti que le pitaron por un pisotón fortuito de Zubimendi a Vinicius cuando el brasileño ya había soltado el balón. El técnico donostiarra dejó esta frase que bien podría interpretarse como una denuncia hacia el presunto trato de favor que recibe el equipo blanco: «Nos estamos cargando el fútbol. Si todos queremos disfrutar de este deporte, algunas cosas tienen que cambiar».
En la jornada anterior, un idéntico pisotón dentro del área del portero del Real Madrid, Courtois, al jugador el Betis, Ruibal, quedó impune. En cambio, al Barça se le anuló un gol a Lewandoski en Vallecas en un pisotón fortuito de Koundé, que en ese caso sí fue castigado.
La entrada criminal que el lateral merengue, Ferland Mendy, le hizo al delantero del Mallorca, Vedat Muriqi, a la altura de la rodilla, en la primera jornada le salió muy barata. Solo se le impuso la mínima sanción de un solo partido. Los futbolistas blancos amedrentan a los árbitros en cada jornada con protestas airadas y constantes. Jude Bellingham mereció la expulsión frente al Espanyol por insultar gravemente al colegiado, José Luis Munuera Montero, al que le dijo: «Eres un pedazo de mierda». Solo vio la amarilla. Vinicius protesta constantemente a los árbitros, se les encara o les aplaude a la cara sin que nadie se haya atrevido a echarle en este inicio de liga en el que el barcelonismo y gran parte del fútbol español está detectando una benevolencia arbitral hacía el Real Madrid, que ya ni sus propios periodistas pueden tapar.