¿Podrá España salvar del frío a Europa si hay un corte del suministro de gas por parte de Rusia?
España tiene una posición privilegiada frente a Francia y Alemania en cuanto almacenamiento, pero no dispone de interconexiones suficientes
España es, sin duda, es uno de los países mejores posicionados para cumplir con la obligación que impone Bruselas de tener un alto porcentaje de gas almacenado de cara al próximo invierno, pero la pregunta está en si podrá abastecer al resto de Europa. El país cuenta cuenta con casi un 30% de la capacidad de regasificación del Viejo Continente, aunque poco más puede hacer que almacenarlo debido al bajo nivel de interconexión con otros países.
En concreto, Enagás -el operador del sistema- tiene plantas de regasificación en Barcelona, Cartagena y Huelva. Además, cuenta con el 50% de la Planta Bahía Bizkaia Gas (BBG), en Bilbao, y el 72,5% de la terminal de Saggas, en Sagunto. Por su parte, la de El Musel (Gijón), que nunca llegó a operar desde su construcción, ha ha recibido recientemente el visto bueno del Gobierno para su puesta en marcha.
En este sentido, si se suma otro centro en Portugal, la península ibérica cuenta con una posición privilegiada frente a Francia, que solo tiene tres, y Alemania, que no tiene ninguno. Todas ellas disponen de la tecnología necesaria para la descarga y recarga de buques metaneros. No obstante, el problema viene a la hora de enviar ese gas fuera de España.
La ventaja de poseer plantas regasificadoras es tener una mayor independencia energética. Estas permiten importar GNL en barcos procedentes de cualquier país. También es cierto que este tipo de transporte es más caro debido a que el gas llega a 160 grados centígrados bajo cero en estado líquido para luego transformarlo a estado gaseoso.
Cómo incrementar las interconexiones
Tras la invasión de Rusia a Ucrania, España estudia cómo enviar más gas a países vecinos. Se plantea el envío de gas mediante barco a Livorno (Italia) desde Barcelona y aumentar la capacidad de los gasoductos con Francia. En este sentido, se ha resucitado el gasoducto del Midcat, que iba a hacer llegar gas al país galo a través de la frontera por Cataluña. Se inició a principios de los años 2000, pero está paralizado desde 2019 por alto coste —cifrado en una inversión de 3.000 millones de euros—.
Ahora, la ‘lucha’ está en quién lo financia. España cuenta con dos conexiones de gas con Francia a través del País Vasco y Navarra, que permiten entregar unos 8.000 millones de metros cúbicos anuales, aproximadamente el 2% de la demanda europea el año pasado. La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, viene defendido que sea la UE quien afronte el pago, ya que serviría para garantizar el suministro de países vecinos y para transportar en el futuro gas natural mezclado con gases renovables y, más adelante, hidrógeno verde.
Bajo este contexto, Enagás prevé invertir 1.500 millones de euros en el gasoducto submarino que unirá España e Italia, que entrará en funcionamiento en 2028, y estima que el Midcat pueda operar ya en 2025. Así se recoge en su plan estratégico 2022-2030, que contempla un impulso sin precedentes en las interconexiones energéticas. Eso sí, todo depende de la aprobación de las autoridades europeas a los planes conjuntos del operador del sistema español con sus equivalentes al norte de los Pirineos y al otro lado del Mediterráneo.
Según el plan del operador del sistema, el Midcat transportaría 7.000 millones de metros cúbicos de gas hasta 2028 y a partir ese año se dedicaría al hidrógeno verde, mientras que el gasoducto submarino con Italia transportaría 10.000 millones de metros cúbicos hasta 2039, cuando también se pasaría al hidrógeno. Este último es el que acapararía mayores inversiones, con 365 millones en el periodo 2022-2026 y 1.135 millones en el 2027-2030. Por su parte, el Midcat obtendría 370 millones en todo el periodo y la conexión con Portugal, 110.
Los almacenamientos de gas españoles están ya casi al 80% de su capacidad, el umbral que exige la Comisión Europea a cada Estado miembro de cara al próximo noviembre con el fin de protegerse de un posible corte de suministro ruso. En concreto, según los datos de los operadores europeos que publica GIE-AGSI, a 4 de agosto, se encontraban al 78,49%.
Estos datos suponen diez puntos porcentuales más que la media de la Unión Europea (UE) y un 6% más del registro que ofreció la propia ministra para la Transición Ecológica a principios de julio. Asimismo, España es uno de los países menos expuestos al gas ruso, aunque ha elevado sus compras en los últimos meses. En junio, importó la cifra récord de 8.752 gigavatios hora (GWh), frente a los 6.587 GWh del mismo mes del año pasado, según datos de Enagás.
Reducir un 15% el consumo hasta primavera
Asimismo, Bruselas impone reducir un 15% el consumo de gas hasta primavera, aunque España podría aplicar una bajada de entre un 7% y un 8% de forma voluntaria. Esta excepción, bajo la que podrían ampararse los países que cumplan los criterios, queda recogida en el texto del reglamento que precisa que los países de la UE que cuenten con infraestructuras para el transporte de gas pueden actuar de esta forma.
Esta reducción en la ambición de ahorro de consumo de gas no sería automática, sino que los Estados miembro tendrían que demostrar que cumplen una serie de criterios estrictos. Para poder reducir la ambición de recorte de consumo, los países deben tener una baja conexión con sus países vecinos en comparación con el tamaño de su mercado.
Además, para acceder a esta excepción y rebajar la ambición de ahorro, deberán demostrar que pueden utilizar su capacidad exportadora en caso de que los países vecinos lo necesiten y que han hecho un buen uso de su capacidad para redirigir GNL al resto del mercado comunitario. En este último punto es donde España puede jugar un papel importante.