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Economía

Andoni Goicoechea (Goiko): «Las primeras noches que abrimos no entraba nadie al local»

Las redes sociales y la capacidad de innovación fueron aspectos clave para crear una cadena que se ha convertido en todo un emblema de la restauración española

Andoni Goicoechea (Goiko): «Las primeras noches que abrimos no entraba nadie al local»

Andoni Goicoechea (Caracas,1987) abrió casi sin planearlo el primer local Goiko a principios de 2013, con un único objetivo: vender hamburguesas. A pesar de no tener ninguna experiencia previa en el mundo de la restauración, este médico de profesión logró, a base de trabajo, tenacidad y una pizca de suerte, crear una empresa que tan solo cinco años después llegó a facturar 60 millones de euros, lo que facilitó que vendiera un 80% de la misma por más de 100 millones.

Goicoechea es uno de los protagonistas del podcast Así empecé, creado por Arcano Partners. Esta serie de entrevistas tiene como objetivo acercar al oyente las historias de personas que tuvieron una idea, un sueño, de crear o mejorar algo, y que a base de ingenio, determinación y pasión consiguieron sacar adelante. En definitiva, son historias de emprendedores contadas por ellos mismos.

Goicoechea nació y creció en Venezuela, dónde se graduó de médico, aunque casi por azar. «Cuando me estaba graduando del cole no tenía ni idea de que iba a estudiar. Siempre me había gustado la medicina, tenía una cajita de primeros auxilios en casa que me llevaba casi a todas partes, así que me pareció que ante la indecisión podía ser un reto» relata el empresario, que precisamente fue cultivando esa otra faceta mientras estudiaba con la gestión de una pequeña firma que alquilaba materiales audiovisuales. Pero la situación en su país natal empeoró tanto que decidió salir de Caracas con destino Madrid.

Tenía solo 23 años, pero estudió para el MIR y acabó entrando en Geriatría en el Hospital de La Paz. Y precisamente ahí comenzó la historia de Goiko: «Por los turnos, salía a las tres de la tarde con mucho tiempo libre por delante, así que me iba a un bar de tapas en María de Molina del que me acabé haciendo cliente habitual», relata. Sin embargo el bar acabó quebrando y a Goicoechea se le encendió la bombilla, por mucho que nunca hubiera pensado en abrir un restaurante. «Aquí algo monto y seguro funciona» pensó. Tras debatirse entre pizzas y hamburguesas, se decidió por las segundas porque no había ninguna en la zona, en la que había muchísimos estudiantes.

«Mi padre me prestó 60.000 dólares, que apenas me llegó para comprar unas cosas de segunda mano y arrancar el local», explica sobre sus inicios. Para la decoración le ayudaron su cuñado y una amiga suya diseñadora, aunque al principio tiraron sobre todo de Ikea. Y, aunque ahora los recuerda con cariño, Goicoechea reconoce que los primeros meses fueron «horribles». «Tenía que combinar las guardias con el trabajo en el local, y yo encima no tenía ni idea. No solo eso, sino que todo lo que quería hacer, no tenía ni tiempo ni dinero para hacerlo», apunta, recordando que «las primeras noches, no entraba nadie».

Todo cambió cuando Goicoechea decide renunciar a su posgrado y centrar todos sus esfuerzos en el local, tras ocho meses de intentar combinar ambos trabajos con enormes dificultades. «Es muy fácil emprender cuando tienes un trabajo fijo, porque tienes seguridad, pero no vives para nada. Entonces en cuando vi que esto funcionaba un poquito, decidí dar el paso, aunque fue súper doloroso por tener que dejar el hospital», cuenta. A partir de ahí, el resto es historia: el Goiko Grill original empieza a tener cada vez más éxito, gracias en parte a una incorporación cada vez mayor de capital humano, y se abre un segundo en la calle Conde de Peñalver.

Pronto llegarían el tercero, el cuarto, las franquicias… «Cada vez que abríamos un local, vendíamos más en los otros también», cuenta, apuntando que de 2015 a 2018 multiplicaron las ventas por 100. Unos años en los que todo cambió, tal y como relata Goicoechea en Así empecé, donde también narra cómo las redes sociales y la capacidad de innovación fueron aspectos clave para crear una cadena que, en apenas 10 años, aunque perdiendo el Grill por el camino, se ha convertido en todo un emblema de la restauración española.

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