Los mayores de 55 no quieren alargar la vida laboral y contratan menos planes de pensiones
El Barómetro del Consumidor Senior de MAPFRE avisa de que, teniendo las mismas hipotecas, dan más ayudas económicas a su familia y entorno cercano
Ya estamos aquí. Como en una versión macroeconómica de Poltergeist, nos avisan de la irrupción en los plácidos valles de la jubilación de los primeros miembros de la generación boomer, que en nuestra España algo retrasada en euforias procreativas abarca a los nacidos entre 1957 y 1977. Valles plácidos y caros, cada vez más difícil de asumir por la Administración Pública. El erario anda mal, muy mal, pero lógicamente esta generación también quiere saber qué hay de lo suyo. Mientras, en las calles, los que llegaron antes claman porque se les blinde lo que ya tienen.
Nunca habían estado los mayores tan en el foco. La silver economy, que podríamos traducir libremente como la economía de las canas, está de moda. Todo tipo de organizaciones se ofrecen a informar a los ciudadanos seniors, empezando por las financieras, que afilan sus productos de nicho (nunca peor dicho). En esta coyuntura, la recién presentada tercera edición del Barómetro del Consumidor Senior de Fundación MAPFRE, en colaboración con Google, ha levantado más expectación que nunca.
A grandes rasgos, ll informe concluye que los mayores de 55 años cuentan con más de un ingreso en su hogar (50%), consiguen ahorrar a final de mes (40%), ayudan a sus familiares (40%) y son propietarios de su vivienda (80%). También cuidan de su salud a través de la alimentación (70%), viajan por ocio (70%) y están bien informados, lo que les hace estar más preocupados con la situación económica que años anteriores. Se confirman también algunas tendencias que ya venían de largo. Entre ellas, que se trata de una generación «con poder adquisitivo alto, que sigue teniendo la intención de vivir muchos años en su hogar, apenas va al médico y es cada día más digital».
Pese a la sensación optimista de fondo, el informe refleja también «un aumento del pesimismo y la incertidumbre de los seniors respecto a su situación económica, quizás relacionado con la bajada de su capacidad de ahorro», y pone de manifiesto realidades poco alegres, como la sensación de que «reducir el gasto en sanidad o vivienda limitaría su calidad de vida». Otras resultan interesantes para determinados sectores, como que «ven la vivienda como una herramienta económica para mejorar su bienestar» o que «quieren seguir viajando». Y una particularmente espeluznantes para la Administración Pública: «No desean alargar su vida laboral».
La investigación, resultado de una encuesta a 1.125 mayores de 55 años en España, pone de manifiesto, además, cifras que demuestran el peso de este segmento de la población: son 16 millones de españoles (el 33% del total), la cuarta parte aún trabaja, un tercio es autónomo, y representan el 60% del gasto en España, mientras que aportan el 25% del PIB.
Profundizando en la parte más oscura del informe, más de la mitad de la población sénior (55%) se muestra insegura con respecto a su situación económica, un porcentaje especialmente alto entre los seniors entre 55 y 60 años (64%) y las clases activas (61%). También destaca que el precio actual de la energía y el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas representa un riesgo para su estilo de vida (74% y 55%, respectivamente), y que a lo largo de los últimos tres años se ha producido un descenso en el porcentaje de los seniors que ahorran a final de mes, pasando de un 56% en 2020 a un 48% en 2021 y un 43% en 2022. Entre las principales causas de ahorro destaca la de estar preparado ante posibles imprevistos económicos (30%).
Su situación financiera resulta particularmente interesante. El porcentaje de población sénior con cargas en forma de hipoteca o préstamos se mantiene estable. Uno de cada cuatro (25%) paga actualmente algún préstamo y/o hipoteca, y en un 64% su pago supone menos del 30% de los ingresos percibidos. Con respecto a los seguros que estas personas contratan, el porcentaje sigue siendo muy alto, el 96%, dos puntos menos que en 2021, y la póliza más contratada sigue siendo el seguro de hogar (82%), seguido del de automóviles (73%) y decesos (56%). Sin embargo, baja la suscripción de planes de pensiones. Un 19% tiene contratado este producto, un porcentaje inferior a los de 2020 y 2021 (24%).
Esa última información, cruzada con la anterior sobre la falta de deseo laboral más allá de la jubilación, puede llevar a una cierta alarma. Instituciones públicas y privadas no dejan de avisar que viene el lobo. La filial española de la European Financial Planning Association (EFPA), por ejemplo, recuerda que los trabajadores de la generación Baby Boomer, además de ser «la más numerosa de nuestro país», además «tiene derecho a una pensión media más elevada, al haber contado con empleos más cualificados y, por ende, mejor remunerados», con lo cual su inminente jubilación «supondrá un incremento en el gasto de la Seguridad Social y también acelerar el descenso en la ratio entre trabajadores y pensionistas, un escenario que empuja irremediablemente a un descenso en la cuantía media de las pensiones públicas en el medio y largo plazo, para mantener la sostenibilidad del sistema, lo que obliga a los trabajadores actuales a contar con un plan para complementar su pensión pública». Siguen otros consejos ad hoc, pero la alusión a los planes de pensiones encabeza todas las advertencias.
Antes de criticarles a los seniors una supuesta falta de responsabilidad ante la que se le está cayendo encima al sistema público de pensiones, hay que tener en cuenta un factor clave: siguen siendo una red de apoyo para sus círculos cercanos, lo que les permite ayudar económicamente a su entorno de forma habitual. En este sentido, el 63% de la población sénior española ayuda económicamente a miembros de su familia o personas de su entorno cercano, lo que supone un incremento significativo con respecto a 2021 (43%), principalmente entre los sénior entre 61 y 70 años, que son los que más ayudan económicamente a sus círculos cercanos.
Según el informe, las principales partidas de gasto de la generación plateada son la vivienda, agua, energía y suministros básicos (46%), así como alimentos y bebidas no alcohólicas (39%). Y las previsiones de gasto para 2023 se diferencian de las realizadas para 2022 en el aumento del gasto en alimentación (+10%) y el descenso en restaurantes y hoteles (-4%), y en el caso de disponer de mayores ingresos, la población sénior los invertiría en vivienda (50%), seguido de alimentación, ocio y cultura y restaurantes y hoteles.