Las empresas españolas soportan el doble de tributos ambientales que de incentivos fiscales
Nuestro país cuenta con cuatro tributos ecológicos, tres impuestos especiales medioambientales o hasta seis tributos sobre los residuos
Un informe de la consultora británica PWC detalla cómo es hoy el panorama actual de las empresas en nuestro país en su objetivo de lograr con éxito esa transición energética tan ansiada. A diferencia de lo que ocurre en otros países, las compañías españolas soportan el doble de impuestos energéticos que de incentivos fiscales para llevar a cabo su proceso de descarbonización. Sobre esto último, el informe subraya la cantidad de tributos que existen hoy. «Hay impuestos ambientales sobre todo, desde el combustible y el agua hasta los plásticos y los materiales de desecho». Esta situación, indica, «puede afectar al resultado final».
De entre los principales países analizados, España es el segundo país que más impuestos medioambientales tiene. Solo le supera Francia. Por otro lado, es el tercer territorio que menos incentivos verdes impulsa para sus compañías, solo por detrás de México y Sudáfrica. Entre estos incentivos no se encuentran las rebajas fiscales. Una medida que sí se utilizan en otros países, como EEUU. Lo que predomina en nuestro territorio son las subvenciones, y en menor medida, los préstamos blandos.
La estrategia seguida en España para conseguir la meta de cero emisiones dista mucho de la de otros países. De esta forma, en EEUU, Reino Unido, Australia o Singapur las empresas gozan de cantidades superiores de incentivos fiscales respecto de impuestos. Pero esta línea de actuación no es solo seguida por territorios anglosajones o caracterizados por sus políticas económicas liberales, sino que también se da en países de nuestro entorno, como en Alemania o Países Bajos.
Según se recoge del informe, España tiene cuatro tributos medioambientales o ecológicos, tres impuestos especiales sobre el medioambiente, uno relacionado con movilidad y transporte, seis impuestos sobre los residuos, un impuesto sobre el agua y otros cinco impuestos más. En cambio, apenas tiene nueve subvenciones diferentes y solo un tipo de préstamo bonificado.
Ribera evita en su plan el apoyo fiscal
Dentro del plan de ahorro que presentó la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, sí se incluyó un punto relacionado con los incentivos fiscales, pero no fue dirigido a las empresas, sino a las familias. Así, entre las diez primeras medidas que se anunciaron, Ribera apostó por rebajas fiscales a través del Impuesto sobre la Renta para aquellos contribuyentes que invirtieran en la instalación de placas solares en su domicilio.
En cambio, el Gobierno sí apuntó en su estrategia al ahorro de las compañías la inclusión de auditorías energéticas. «Para hacer un seguimiento de la contribución de cada sector y empresa al objetivo global y de sus compromisos de ahorro, se establece un sistema de reporte público periódico, que incluirá datos actualizados de evolución del consumo energético, así como las medidas y actuaciones que declaren las grandes empresas».
Este escenario muestra cierta desidia por parte del empresariado. Así, en el informe se menciona que solo el 37% de los consultados en la Encuesta Anual Mundial de Directores Ejecutivos 2022 que hace de forma anual la compañía aseguró que tuvo en cuenta las emisiones de gases de efecto invernadero en su estrategia a largo plazo, a pesar de que 800 de las 2.000 empresas más grandes se han comprometido a tener cero emisiones netas.
El propio informe no se decanta ni por un modelo de mayores incentivos ni por otro de aumento de impuestos, sino que apunta a uno en el que la empresa pueda tomar la decisión que estime oportuna según sus intereses. «El análisis concluye relatando una estrategia de descarbonización para las empresas que es la que considera más óptima. En primer lugar, calcular la huella de carbono de la compañía; en segundo lugar, realizar una lista de todas las formas posibles de reducir las emisiones. En tercer lugar, estimar los costes después de impuestos e incentivos y, por último, una toma de medidas sobre las opciones que mejor se alineen con la estrategia».