El futuro de Prisa, la llegada en diferido de Vivendi y la frustración de Amber
Prisa sigue compuesta pero sin novio y el rescate de la emisión de obligaciones no deja de ser un parche más
Rodrigo Buenaventura ha vuelto a colocarse de perfil para facilitar los singulares planes financieros de Joseph Oughourlian en su intento por redimir sus no menos atribuladas incursiones en la bolsa española. El máximo responsable del fondo Amber ha encontrado en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) un hombro amigo sobre el que recostar y desahogar las penas acumuladas tras las sucesivas y deficitarias inversiones realizadas de antiguo en el capital del Grupo Prisa y más recientemente en Indra, la compañía española de sistemas de Defensa ‘renacionalizada’ por el Estado después de su privatización a finales del pasado siglo.
El organismo supervisor salió por la tangente en plenas navidades para despejar con sofisticados argumentos legales las sospechas de concertación entre el inversor armenio y la SEPI que inducían a la exigencia de una OPA sobre la empresa tecnológica. A la vuelta de Año Nuevo el regulador ha autorizado por la vía rápida la nueva emisión de obligaciones del grupo mediático afín a Pedro Sánchez sin reparar en que la conversión prevista de los títulos, por importe de 130 millones de euros, podría dar lugar a una vulneración de los límites establecidos por el propio Gobierno para blindar a las empresas estratégicas frente a potenciales inversores hostiles extranjeros.
La participación de Vivendi en el nuevo rescate de Prisa otorga una opción al imperio mediático francés para superar con creces el 9,5% que actualmente posee en la entidad española, una eventualidad que asusta de una manera enfermiza a los actuales factótums socialistas vinculados a Amber, los llamados Migueles, Barroso y Contreras, que son los que mecen la cuna en el seno del diario ‘El País’ y, sobre todo, de la Cadena Ser. La CNMV tenía en su mano la posibilidad de frenar en seco al grupo galo, pero Oughourlian se las ha apañado para que Vivendi hiciera entrar en razón al regulador recordando a los vigilantes de la playa bursátil que las obligaciones ahora suscritas no serán capitalizadas hasta dentro de cinco años.
El grupo galo ha hecho ver a la CNMV que un buen entendedor no necesita muchas palabras o, lo que es igual, que la deuda en cuestión pasará a formar parte de los fondos propios en un plazo de tiempo largo de fiar y suficiente en todo caso para que el actual Gobierno, u otro de nuevo cuño que pueda tomar su relevo a la vuelta de un año, tenga a bien cambiar la normativa en cuestión. Vivendi se asegura así una reserva de poder accionarial que acecha como una espada de Damocles sobre el ideario de Prisa, lo que obliga a sus actuales administradores a buscar sin pausa una solución estructural que necesariamente está orientada a una clara diferenciación de negocios.
La opción de separar los medios de comunicación de las actividades de educación ha sido barajada desde hace tiempo y adquiere ahora plena vigencia dada la urgencia de Amber por salvar los muebles de su apuesta inversora y la emergencia del PSOE por preservar un espacio de opinión pública realmente indispensable para sus fines electorales. A Oughourlian le habría resultado mucho más eficaz buscar un ‘partner’ dispuesto a contraer un compromiso estable de futuro con todas las consecuencias y a tal efecto estaban encaminadas las negociaciones con Mediaset. La operación encendió rápidamente las alarmas de los llamados visitadores de Moncloa que moran en Prisa para quienes la sombra de Berlusconi resulta demasiado alargada y no menos inquietante.
El fallido acuerdo con Mediaset ha puesto en solfa la imposible cohabitación entre los objetivos económicos y los intereses políticos dentro de Prisa. Los condicionantes ideológicos siguen primando sobre los planteamientos financieros y Oughourlian está sometido a una cada vez mayor presión por parte de otros fondos extranjeros a los que ha embarcado en sus aventuras españolas. No en balde, Amber ha frenado en seco su pretendido abordaje en Indra, donde pensaba convertirse en el primer socio privado de referencia con el 10% del capital. De momento, el asalto se ha limitado a poco más del 5%, bajo el argumento de que Pedro Sánchez no quiere verse salpicado en el más mínimo escándalo con ninguna empresa cotizada, lo que viene a ser algo así como decir que las uvas están aún demasiado verdes.
Oughourlian no ha podido compensar en Indra el agujero que arrastra en Prisa, lo que ha generado una cierta frustración en las relaciones del inversor con el Gobierno. Las negociaciones con Borja Prado tenían también por objetivo la búsqueda de una aproximación al Partido Popular, pero las relaciones con el presidente de Mediaset España están ahora totalmente rotas. Ambos financieros se acusan en privado de haber estropeado las vías para llevar el ‘deal’ a buen puerto. Borja Prado no entiende que Oughourlian se fuera a Italia sin previo aviso para impulsar por su cuenta las negociaciones con la plana mayor de Berlusconi y el jefe de Amber acusa al de Telecinco de focalizar el negocio en la compra de la Cadena Ser.
La conclusión no es otra que Prisa sigue compuesta pero sin novio y el rescate de la emisión de obligaciones no deja de ser un parche más en el sinuoso devenir de una empresa que empieza a resultar más estratégica para los intereses de partido que para su accionista principal. Amber está atrapado en el capital de la misma manera que Oughourlian se ha convertido en rehén de los Barroso y cía. La nueva deuda convertible supone un importante respiro para un balance excesivamente apalancando, aunque la rémora financiera es todavía muy elevada y se hará más visible a medida que los acontecimientos del actual año electoral vayan definiendo las posiciones claramente encontradas entre las diferentes sensibilidades, objetivos e intereses que se dan cita en el seno del grupo que un día fuera líder incontestable de los medios de comunicación en España.