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Economía

La subida de los carburantes y de los alimentos amenaza el año electoral de Pedro Sánchez

El Gobierno sabe que si hay descontento social por la subida de los insumos básicos hay un riesgo mayor de perder las elecciones en diciembre

La subida de los carburantes y de los alimentos amenaza el año electoral de Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la tercera jornada de la 43 edición de la Feria Internacional del Turismo Fitur 2023. | Alberto Ortega (Europa Press)

Pedro Sánchez lleva varias semanas diciendo que España superará con nota la crisis internacional que azotará a todo el mundo y con especial virulencia a Europa en el año que recién comienza. Sin embargo, la realidad del día a día es bastante diferente y la situación económica será algo menos favorable, destacando la fulgurante subida de los carburantes y de los precios de los alimentos en los primeros compases de este 2023. Una situación que en privado ha enfriado la euforia del Ejecutivo y que podría empañar el inicio de la campaña electoral del presidente de Gobierno.

Las fuentes consultadas por THE OBJECTIVE indican que el insistente aumento del precio de los carburantes -en especial desde que se acabara la subvención de 20 céntimos por litro- y de los alimentos, pese a la rebaja del IVA a los productos básicos, han generado una enorme preocupación en el Gobierno. En el Ejecutivo creen que estos desajustes pueden empañar el relato económico con el que el presidente quiere reforzar su discurso y su campaña electoral en los próximos meses.

Moncloa lleva vendiendo -y quiere seguir haciéndolo durante todo el año- las bondades de su gestión económica, insistiendo en que seremos el país que mejor superará la crisis, donde el empleo no se ha resentido y donde más se invierte gracias a los fondos europeos. Sin embargo, este relato puede quedarse vacío si aumenta el descontento social por una sostenida subida de los carburantes y de los alimentos. Y el Gobierno sabe que si hay descontento social hay un riesgo muy elevado de perder las elecciones en diciembre.

La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, tras un consejo de ministros (Europa Press).

Subida de los carburantes

Hasta el momento los datos son implacables e indican que el precio de la gasolina ha subido un 17% y el del gasóleo un 15% en lo que va de año. Una situación paradójica ya que a finales del año pasado se produjo una fuerte bajada coincidiendo con las dudas del Gobierno de mantener la subvención de los 20 céntimos al combustible. Finalmente se rechazó prorrogar esta medida, a diferencia de otras como las ayudas al transporte público, precisamente por las previsiones de que el mercado se había enfriado.

No obstante, las peores previsiones se están cumpliendo y ahora todos los españoles pagan una media de 1,62 euros el litro, mientras que por el gasóleo se paga a 1,68 euros el litro y ya sin los 20 céntimos de ayuda. Y en la mayoría de las gasolineras de Madrid ya se paga la gasolina 10 céntimos por encima de este precio medio. Se está lejos todavía de los 1,94 euros que se pagaron en el peor momento del alza de combustibles el pasado 20 de junio, pero la previsión es que siga subiendo en próximas semanas y -si se acerca a los dos euros el litro- la subvención ya no podrá mitigar el descontento.

Del mismo modo, los precios de los alimentos subieron un 15,7% en diciembre respecto al mismo mes del pasado año y con respecto a noviembre se encarecieron un 1,6%, ocho veces más que la inflación general, que aumentó un 0,2%. Al mismo tiempo, la subida de los productos fundamentales de la cesta de la compra se han disparado: el azúcar y el aceite subieron un 50,6%, la mantequilla, un 42,3%; la leche entera, un 37,3%; y las harinas y otros cereales, un 36,8% y el aceite de oliva, un 35,2%. Aumentos insostenibles para muchos bolsillos si se mantienen en el tiempo.

Subida de los alimentos

El Gobierno aprobó a finales del año pasado un cheque de 200 euros para comprar alimentos dirigido a personas con ingresos inferiores a 27.000 euros. No obstante, las incompatibilidades con otras ayudas hacen difícil que llegue a todo el universo planteado por el Ejecutivo establecido en cuatro millones de hogares. También se aprobó la rebaja del IVA para los productos básicos, pero casi tres semanas después su impacto real es casi imperceptible y muchos de estos productos ya sin IVA han seguido subiendo con la excusa de los costes.

El problema es que nadie se atreve a pronosticar el fin de estas alzas. Tanto desde los productores, como desde las grandes superficies, se indica que persisten la mayoría de las causas que generaron estas subidas -como los costes logísticos, los energéticos, materias primas y problemas con las cosechas- lo que debería seguir manteniendo en máximos los precios de los alimentos al menos durante buena parte del año. Estamos ante uno de los temas más sensibles para los españoles de a pie, los que en lógica gubernamental son los que deberían decidir las elecciones de diciembre.  

Pero estas no son todas las malas noticias que frenan la euforia gubernamental. Según coinciden en señalar todos los organismos, el PIB de España en 2023 estará muy por debajo del crecimiento pronosticado en los Presupuestos Generales del Estado (PGE). En su última actualización realizada en octubre del año pasado, la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, pronosticó un alza del 2,1% para este año, una cifra que se han encargado de desmentir todos y cada uno de los organismos independientes.

Crecimiento del PIB

El último en sumarse fue el Fondo Monetario Internacional (FMI), que recortó su proyección para 2023 al 1%, el mismo pronóstico que CaixaBank Research. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) la mantiene en el 1,3% y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) la ha subido hasta el 1,6%. Sin embargo, ante estas cifras el Gobierno prefiere centrarse en el crecimiento de 2022, que cerrará en torno al 5,3%, por encima de las previsiones de estos mismos organismos.

Respecto del 2023 prefieren decir que los datos -una quinta parte del crecimiento del año 2022- seguirán estando por encima de la media europea y que sortearemos la recesión a diferencia de la mayoría de los países de nuestro entorno. Lo que no dice el Gobierno es que España seguirá siendo uno de los últimos países de la UE en recuperar el PIB prepandemia. En 2020 retrocedió un 11,3% y entre 2021 y 2022 apenas recuperará 10,4 puntos, por lo que si se crece menos de un 1% en 2023 se seguirá postergando esta recuperación.

Otra de las incertidumbres es la inflación no alimentaria. De momento se mantiene a raya y es uno de los principales ejes del discurso triunfalista del Ejecutivo. Sin embargo, todo depende de la excepción ibérica que se aplica en España desde mayo del año pasado y que ha sido la gran responsable de que se haya reducido en cinco puntos de IPC desde los máximos de agosto. El año pasado cerró en el 5,7%.

Ralentización del empleo

El problema es que Bruselas ha autorizado este mecanismo para controlar los precios de la energía solo hasta mayo de este año y, pese a que España ha perdido una prórroga hasta finales de 2024, la UE ha indicado que no podrá mantenerse más allá de diciembre de 2023. En esta fecha en el que expira el marco temporal habilitado por Bruselas para adoptar medidas excepcionales de apoyo para paliar los efectos de la guerra en Ucrania.

Otro nubarrón para la economía española en 2023 será el empleo. Las cifras de contratación y de afiliación a la Seguridad Social del mes de diciembre han puesto sobre la mesa los temores de que la creación de empleo podría convertirse en el primer síntoma de una ‘recesión breve’ que podría confirmarse durante la primera parte del año 2023. Desde luego, las cifras no son alentadoras e indican que el empleo podría seguir frenándose a medida que el PIB se ralentiza.

En todo este escenario, ¿queda margen para seguir dando ayudas? El Gobierno ha basado su política económica durante prácticamente toda su legislatura en las ayudas públicas, las subvenciones, bonos y reducciones de algunos impuestos. Es una forma de intentar ganar electorado, aunque de momento sin éxito en los comicios que se sucedieron en Madrid, Castilla y León y Andalucía durante los últimos meses. A ello hay que sumar que, exceptuando los fondos europeos, el Ejecutivo de Sánchez tiene poco o nulo margen presupuestario para poder seguir dando estas ayudas, lo que le quita una importante arma en un año electoral. Un año en el que los combustibles y los alimentos seguirán subiendo.

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