Sánchez recurre a los fontaneros del 'Plan E' de Zapatero para desatascar los fondos europeos
Tragsa y Tragsatec vuelven a ser claves para que el Gobierno del PSOE ejecute grandes cantidades de dinero público sin el despliegue directo del Estado
Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero durante la clausura el XXVI Congreso de la Internacional Socialista en Madrid el pasado mes de noviembre. | Ricardo Rubio (Europa Press)
El Gobierno adjudicó por sorpresa 69 millones de euros a la prestación del servicio para la asistencia y dinamización de la participación de las administraciones públicas en el Plan de Recuperación y en los fondos europeos. Y lo hizo a la sociedad estatal Tecnologías y Servicios Agrarios, S.A (Tragsatec), filial de Tragsa, especializada en despliegues tecnológicos y una vieja conocida de la Administración que frecuentemente es utilizada por los gobiernos socialistas para desatascar la gestión de grandes cantidades de fondos públicos.
Pese a que el Gobierno ha insistido públicamente en que la ejecución de los fondos europeos ha cogido «velocidad de crucero» y que todos sus ministros indiquen que están «satisfechos» con su gestión, la contratación de una asesoría para «dinamizar» la participación de las administraciones públicas es la confirmación explícita de que las cosas van mucho más lento de lo esperado. De hecho, las fuentes consultadas por THE OBJECTIVE -funcionarios y exmiembros de la administración- coinciden en señalar que la contratación de Tragsatec es la mayor prueba de la urgencia que tiene el Ejecutivo por desbloquear los fondos europeos.
Estas fuentes recuerdan que precisamente Tragsatec vivió una de sus épocas doradas gestionando ingentes cantidades de dinero del célebre Plan E, lanzado por el anterior presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, en la última etapa de su gestión como una estrategia a la desesperada para reactivar una economía que se comenzó a hundir tras la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Un plan que nunca cumplió sus objetivos y disparó la deuda pública, pero que contaba con urgencias similares a las que vive actualmente el Plan de Recuperación.
Peso del ‘Plan E’
Bautizado como el Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo movilizó 7.836 millones de euros en su primera etapa y otros 5.000 millones en la segunda, beneficiando fundamentalmente a las administraciones públicas locales y a los ayuntamientos. Un programa en el que Tragsatec y su compañía matriz, Tragsa, fueron los ejecutores de una gran cantidad de recursos -en especial, en administraciones locales- mediante sus encomiendas de gestión, la fórmula mediante la cual el Estado le asigna sus proyectos.
Las fuentes consultadas por este diario insisten en los paralelismos de esta etapa con la actual gestión de fondos europeos. Un Estado con necesidad de gastar dinero rápidamente, sin importar el impacto a largo plazo de los proyectos, ni su real utilidad, pero con el objetivo de dinamizar la economía y elevar las cifras de empleo (aunque sea de una manera temporal). Un Estado con una infraestructura inexistente para desplegar estos fondos, en especial en administraciones locales.
En este sentido, Tragsa y su filial Tragsatec se presentan como los fontaneros perfectos para dinamizar proyectos, pero al margen de la administración central, donde no existe personal cualificado específicamente para realizarlos, el gran problema con el que hasta la fecha se han encontrado los fondos europeos, tanto en su ejecución como en su seguimiento.
Crecimiento en pandemia
Tragsatec y Tragsa se caracterizan por una plantilla fácilmente escalable, que le permite cumplir con los plazos de ejecución impuestos por la administración y combatir la lentitud de los ayuntamientos en la gestión, además de tener una gran capilaridad en el mundo rural. Son unos «solucionadores», como se les califica dentro de los diferentes organismos del Estado. «Llegan siempre que el Gobierno central se ve con el agua al cuello y no tiene capacidad para ejecutar proyectos, le quitan el problema y le liberan de responsabilidad», dicen las fuentes consultadas.
De esta manera, las dos compañías también fueron protagonistas durante la pandemia, donde ejecutaron buena parte de los proyectos que requerían de máxima urgencia. Por esas fechas, Tragsa vivió uno de sus mejores momentos de la época reciente tras superar por primera vez desde 2010 los 1.000 millones de euros de facturación y cuadruplicó su beneficio hasta 23,8 millones. Precisamente, en la época del Partido Popular en el Gobierno -ya sin Plan E que ejecutar- registró pérdidas entre los años 2012 a 2017 y tuvo que realizar un ERE a 555 empleados en 2016.
Entre otros proyectos, Tragsa fue contratada por la Comunidad de Madrid para adecuar más de 200 colegios a los protocolos covid, mientras que en julio de 2020 tuvo que gestionar el ingreso mínimo vital (IMV) generando grandes críticas por la forma en la que se movilizaron las ayudas. También fueron los encargados de ayudar en la crisis del Prestige en Galicia o durante la tormenta Filomena en Madrid. «Hacen lo que el Estado no puede hacer y donde no quiere llegar», dicen las fuentes consultadas.
Impacto de los fondos europeos
Es así como la llegada de los fondos europeos Next Generation se han convertido en un verdadero bálsamo para estas dos compañías. En 2021, Tragsa elevó sus ingresos hasta los 1.118 millones de euros y ganó 24,9 millones. En el caso de Tragsatec, se han encontrado con el segundo ‘gordo’ que reciben en menos de dos años. Pocos recuerdan que el tercer premio de la Lotería de Navidad del pasado año -dotado con 500.000 euros la serie- fue a parar de forma íntegra a la filial de ingeniería, consultoría y asistencia técnica, una cifra que sin embargo está lejos del impacto que están teniendo los recursos comunitarios en sus cuentas.
Los datos aportados por la propia Tragsatec indican que desde que echara a andar el Plan de Recuperación (entre 2021 y 2022) han recibidos encargos por valor de 333,3 millones de euros, un montante al que hay que sumar ahora los 69 millones de la asesoría para dinamizar estos fondos europeos. Si consideramos que la compañía facturó 392 millones en 2021, vemos que el impacto de los Next Generation representa una parte muy importante de todos sus ingresos.
En cuanto a la asesoría, estos 69 millones le garantizan además ingresos fijos hasta el año 2027: 13,9 millones para 2023, 17,2 millones para 2024, 16,8 millones para 2025 y 2026 y 4,2 millones para 2027. Al final del contrato, Tragsatec habrá cobrado el equivalente al 17% de su facturación anual y esto sin contar los proyectos que vaya recibiendo de fondos europeos para ejecutarlos directamente, una media de 165 millones al año entre 2021 y 2022.
Alta temporalidad
Sin embargo, la gran virtud de Tragsa y Tragsatec es su principal debilidad. La compañía puede asumir los encargos del Estado porque tiene gran facilidad para contratar rápidamente a su plantilla, lo que le convierte en el mayor empleador de las empresas públicas (está adscrita a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, SEPI), pero también es la que más temporalidad tiene.
Tragsa emplea a 16.478 empleados al cierre de 2021 -sus últimas cuentas presentadas- de los que 10.123 son eventuales, mientras que Tragsatec tiene 7.682 empleados, pero solo 2.515 fijos. De hecho, son tantos trabajadores temporales que han tenido que aprobar una norma laboral para fomentar el teletrabajo ante la imposibilidad de albergar a toda la plantilla dentro de sus oficinas.
Una estructura de plantilla que choca con la actual Ley laboral que exige desde el año pasado que las empresas públicas solo tengan un 8% de temporalidad. La compañía ha reconocido que podrá reducir su elevada tasa actual -en torno al 60%- a la mitad en 2024, pero ven impensable llegar a las cifras que exige la nueva normativa. En cualquier caso, esta misma ley establece una excepción para saltarse la norma y contratar a empleados temporales para gestionar los fondos europeos. Una dispensa creada específicamente para esta empresa, según reconocen sus propios directivos.
