La UE descarta ayudas o fondos para subsanar la 'chapuza' de los trenes de Renfe en Cantabria
Así se lo ha hecho saber a un europarlamentario de Ciudadanos que preguntó acerca de esta cuestión
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen. | Europa Press
La Unión Europea no financiará la compra de trenes a España unos meses después del error de las dos compañías públicas en la renovación de su flota y que salpicó de lleno al Ministerio de Transportes. Una realidad que supuso el cese de los dos cargos más altos de cada empresa. Así, hace unos días, la Comisión Europea se lo aseguró a un europarlamentario de Ciudadanos que preguntó acerca de esta cuestión.
El eurodiputado de Ciudadanos José Ramón Bauzá aseguró en una pregunta a la Comisión Europea que el Gobierno de España se había comprometido en 2020 a renovar la flota de 31 trenes destinados a las comunidades autónomas de Cantabria y Asturias, dado que la red ferroviaria en ambos territorios llevaba más de veinte años con problemas provocados por trenes obsoletos.
Sin embargo, les recordó que recientemente se había sabido que, mientras se preparaba el proyecto de fabricación de los trenes, la empresa fabricante descubrió que había un error en las dimensiones de altura y anchura de los vehículos y que las vías existentes no podrían soportar los trenes encargados por el Gobierno porque los convoyes están diseñados con unas medidas superiores a la altura de los túneles de la red de estos territorios.
El resultado fue que los trenes, que tenían que estar listos el próximo año, no estarán en funcionamiento hasta dentro de otros tres años, por lo menos. Un retraso que supone una piedra más en la red ferroviaria, que requiere importantes inversiones. Para más inri, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) concedió un préstamo de 150 millones a Renfe por este proyecto. En medio de este escenario, Bauzá preguntó si el Gobierno había solicitado fondos europeos específicos para el proyecto de mejora de los servicios ferroviarios.
La Comisión Europea ha respondido que «por lo que se refiere al Mecanismo Conectar Europa, no se preveían fondos para la fabricación, la compra o la explotación de material rodante, esto es, locomotoras y vagones. Por otro lado, en lo que respecta al Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR), las medidas relativas al ferrocarril están cubiertas por el componente 6 (y el componente 1, en lo que respecta a Cercanías). Los plazos previstos para la ejecución de las inversiones del MRR van más allá del cuarto trimestre de 2021 (hasta 2026). De esta forma, estas medidas no incluyen la fabricación o adquisición de trenes nuevos».
Además, la Comisión aclara que que el Fondo Europeo de Desarrollo Regional no se ha utilizado en los últimos períodos de programación para apoyar la fabricación o adquisición de nuevos trenes en Asturias y Cantabria. Aún así, existen varios instrumentos de financiación de la UE para ayudar a los Estados miembros y a las regiones a mejorar los servicios e infraestructuras ferroviarios con el objetivo de proporcionar a los ciudadanos de la UE una red de transporte «sostenible, inteligente y resiliente». El Fondo Europeo de Desarrollo Regional, el Mecanismo «Conectar Europa» y el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia han apoyado las inversiones en infraestructuras ferroviarias en España.
Reparto de culpas
La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, vivió momentos de máxima tensión durante aquellos días en los que se conoció el escándalo de los trenes. De esta forma, la ministra hizo dimitir al presidente del operador ferroviario de España, Isaías Táboas, para que no recayese toda la culpa en Adif, cuya expresidenta, Isabel Pardo de Vera, también fue fulminada durante aquellas fechas.
Los dos presidentes autonómicos afectados no pararon de presionar hasta que se depurasen las responsabilidades. El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, criticó no solo que la adjudicación se hiciera «sin medir los trenes ni los túneles», sino que «durante dos años y pico lo sabían y no han dicho nada». El presidente de Asturias, Adrián Barbón, ha calificado la situación de «un escándalo que no admite otro calificativo que bochorno y vergüenza».
