La recaudación del impuesto al plástico se dispara un 72% con el foco en la alimentación
La Agencia Tributaria ha recaudado 167,5 millones de euros entre enero y abril con el Impuesto especial sobre los envases de plástico no reutilizables
Supermercado.
La recaudación del impuesto al plástico se acelera. El denominado impuesto especial sobre los envases de plástico no reutilizables entró en vigor en el mes de enero, pero tuvo durante el primer mes del año unos pequeños ingresos anticipados (989.000 euros), ya que la primera presentación del mismo por parte de las empresas tenía como límite el 20 de febrero. En febrero, tal y como contamos en THE OBJECTIVE, la Agencia Tributaria recaudó 41,4 millones de euros.
Desde el segundo mes del año, la recaudación se ha acelerado, incrementándose hasta los 54 millones de euros en el mes de marzo y los 71,1 millones de euros en abril, según las cifras recogidas en el Informe Mensual de Recaudación Tributaria. Es decir, entre febrero -el primer mes en el que la recaudación estuvo normalizada- y abril, la recaudación se ha disparado casi un 72%. Fuentes financieras consultadas prevén que el ritmo de crecimiento de la recaudación se ralentizará los próximos meses, pero seguirá siendo alto y superando las expectativas. «Además es un tributo que Hacienda ya ha dicho que va a inspeccionar con detalle de cara al año que viene», añaden estas fuentes.
El impuesto al plástico grava la fabricación o adquisición intracomunitaria e importación de envases no reutilizables, embalajes secundarios y terciarios que contengan plástico, incluyendo, incluso, los films protectores de palés o los plásticos de burbujas que emplean los operadores logísticos para embalar las mercancías. El tipo impositivo aplicable es de 0,45 euros por kilogramo de plástico no reciclado contenido en los productos objeto del impuesto.
Palo a la distribución
Este gravamen, según fuentes del sector, supone un riesgo fiscal para la industria de la distribución, automoción, fabricación y alimentación, fundamentalmente. Fuentes de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) calculan que tendrá un impacto este primer año en la industria de alimentación y bebidas de unos 690 millones de euros. Un impuesto que, según explican a este diario, «resta competitividad» a sus empresas al ser además el único país de Europa que lo ha establecido.
El resto de países han optado por hacer una moratoria y posponer la entrada en vigor del mismo teniendo en cuenta la complicada coyuntura que se vive a nivel internacional y el actual escenario de inflación. Además del impacto económico, la implementación de un impuesto de estas características está creando dificultades en cuanto a los procedimientos y los trámites que tienen que llevar acabo las empresas del sector, muchas de las cuales son pymes, aducen estas mismas fuentes.
De hecho, este es uno de los problemas que afecta directamente a la competitividad de las empresas españolas. «Más allá de la evidente merma de competitividad que va a sufrir España y, especialmente su industria, una gran cantidad de empresas aseguran desconocer cómo llevar a la práctica su obligación tributaria», asegura Sonia Álvarez, directora de Fiscal de Ayming España.
Problemática en la aplicación
Un nuevo impuesto que está suponiendo un verdadero «caos» para las empresas ante la complejidad para declararlo y pagarlo, según los expertos consultados. Las casuísticas son muy variadas. «Por ejemplo, desde la entrada en vigor del impuesto es preciso certificar qué cantidad de plástico reciclado presenta el envase a partir de la información facilitada por el proveedor, un trámite muy costoso y al que las compañías no están acostumbradas», aseguran a este diario fuentes de FIAB.
El proceso se complica aún más si el proveedor procede de países que no están familiarizados con el impuesto. Esto requiere de una carga administrativa muy alta además de incrementar los requisitos de trazabilidad en la fabricación del envase, añaden estas mismas fuentes. De hecho, según los datos de Ayming España correspondientes al mes de abril, más de un 80% de empresas del sector no tenían automatizado los procesos necesarios para realizar un reporte y declaración del tributo eficaz, e incluso una gran parte del tejido industrial no es consciente de que tienen que presentar este impuesto. «Esto lo que implica es un aumento significativo de la carga administrativa para la gestión del tributo, con el correspondiente aumento de los costes fijos que genera su gestión», asegura Álvarez a este diario.
Lastre para las importaciones
En muchos casos, añade Álvarez, este gravamen está dificultando las importaciones a las empresas españolas, puesto que es habitual que la industria alimentaria no fabrique los envases, si no que los adquieren a un tercero. «En multitud de ocasiones, el vendedor no conoce la cuantía de plástico virgen contenido en los mismos», lo que dificulta su seguimiento. Además, los principales proveedores del sector están localizados en Polonia, República Checa, Francia o Italia, y aunque deberían informar de las cantidades de plástico que aportan a las empresas, al tratarse de un impuesto no armonizado y que no está en vigor en esos países, la realidad es que no están obligados a hacerlo atendiendo a sus respectivas legislaciones.
Por ello, para el empresario español es muy complicado conseguir este tipo de información para cuantificar la base imponible a declarar. «Se está haciendo de forma manual y con mucho trabajo administrativo para intentar resolver esto», reconoce la experta. Además, a diferencia del Reino Unido, que es el único país del entorno que tiene un tributo similar, en España no hay método de estimación y el empresario tiene que declarar la cantidad de plástico exacta, con la dificultad que esto conlleva.
