La carta del Ibex a Feijóo
Las grandes sociedades cotizadas despliegan la pancarta de ‘Bienvenido, Mr. Feijóo’ junto con demandas sectoriales
Las más importantes compañías del Ibex, constructoras, eléctricas y telecos principalmente, se han apresurado a lanzar al viento sus múltiples reivindicaciones sectoriales nada más conocer los primeros trazos del programa esbozado por Alberto Núñez Feijóo. Todas ellas están arrimando el ascua a su sardina mediante un ejercicio público de victimización que supone también un desquite contra la estrategia de acoso y derribo sufrida a lo largo de lo que, en medios empresariales, se conoce como el ‘lustro negro’ de Pedro Sánchez. Con independencia de la rentabilidad que cada cual pueda obtener de su ‘voto por correo’ está claro que el vuelco del mapa político va a suponer un punto de inflexión en la relación consuetudinaria con la que el poder fáctico trata de evitar que el poder real adquiera plena carta de naturaleza a la hora de manejar el timón económico del país.
En la España polarizada y diversa es casi más importante influir que mandar, máxime ahora que la expectativa de cambio obliga a recomponer los lazos rotos con las grandes sociedades cotizadas que actúan como enlaces permanentes de los fondos internacionales de inversión. La plutocracia de siempre está de enhorabuena porque el flamante gobierno que surja de las urnas se verá exigido a purgar cuanto antes el pecado original de una confrontación con el mundo del dinero que ha sido llevada al paroxismo por falta de madurez y exceso de tacticismo político a lo largo de la legislatura que ahora termina. El Partido Popular ha llenado sus listas electorales de expertos economistas que han servido hasta hace poco como altos cargos en las diferentes Administraciones Públicas, lo que supone un gesto perfectamente calculado para rubricar el principio de una nueva amistad con los agentes productivos de la actividad económica.
Las grandes asociaciones sectoriales integradas en la CEOE se han reconvertido en lobbies de acceso a la calle de Génova remitiendo sus cartas al ‘rey mago Feijóo’ en la que solicitan todo tipo de mejoras a fin de resarcir los padecimientos sufridos con el sanchismo. La cúpula patronal tampoco ha remendado de vieja y ha desplegado hasta un centenar de prioridades con destino al nuevo gobierno. Bajadas de impuestos, seguridad jurídica, colaboración público-privada y una reducción significativa del peso económico del Estado dibujan el escenario sobre el que Antonio Garamendi trata de consolidar su condición como primer empresario del Reino. Más prosaica ha sido la reclamación de las constructoras para que se modifique de nuevo el marco concesional asegurando la rentabilidad de la obra pública con un modelo equivalente al que hizo las delicias del sector durante el llamado milagro económico de principios de siglo.
La patronal eléctrica muestra sus prioridades a la CNMC
Los empresarios añoran la primera y feliz legislatura de José María Aznar y rehúyen las comparaciones odiosas con la etapa de Mariano Rajoy, cuando Cristóbal Montoro y los Nadales pusieron pies en pared contra esas amistades peligrosas que se acercaban a Moncloa exigiendo árnica un día sí y otro también. Algunos de los más célebres pedigüeños no salieron bien parados de sus visitas palaciegas y ahora han preferido tantear el terreno con una estrategia más refinada, empleando correas indirectas de transmisión para hacer llegar sus mayores inquietudes a oídos de los que están llamados a dirigir el país durante los próximos cuatro años. Las asociaciones y grupos de interés corporativos se han erigido en los ‘emisarios del zar’ y uno de los cauces favoritos para orientar sus reclamos son los organismos de supervisión económica de los que también depende la gestión de los recursos públicos.
Las puertas giratorias entre las compañías reguladas y sus entes reguladores se mantienen perfectamente engrasadas en el mercado eléctrico gracias a los buenos oficios de la presidenta de Aelec, Marina Serrano, quien no en balde fue en su día secretaria del consejo y más tarde vocal plenaria en la antigua Comisión Nacional de la Energía (CNE). La jefa de la patronal sectorial es una de las visitantes que más se prodiga por el despacho de Cani Fernández en un intento de acomodar los criterios normativos de la CNMC a la misión suprema del oligopolio que ahora representa. La eliminación del apagón nuclear anunciado por el PP ha reforzado la posición negociadora de Iberdrola y Endesa de cara a los desafíos del nuevo gobierno que, a buen seguro, tendrán una dura piedra de toque en todo lo concerniente a la transición ecológica.
«La subida del pago a la distribución de las redes eléctricas, la eliminación de los impuestos especiales de Sánchez y la continuidad del escudo anti opas son las grandes reivindicaciones »
Con estas nuevas credenciales y la convicción de que Feijóo derogará también los dogmas más irreverentes de Teresa Ribera, tanto Ignacio Galán como José Bogas han apoderado a Marina Serrano para que abone el terreno con la CNMC como paso previo para reconducir las relaciones con los futuros responsables gubernamentales. Más allá de los costes adicionales que implica la prolongación de la vida útil de las centrales nucleares, y que serán endosados como es costumbre al recibo de la luz, la prioridad actual consiste en asegurar la continua y creciente retribución a las redes de distribución que necesariamente han de ir extendiéndose con el impulso imparable de las renovables. Ahí es donde realmente se juega la rentabilidad del negocio a largo plazo y los reyes del kilovatio, de casta le viene al galgo, no van a entablar ninguna batalla que no tengan ganada de antemano.
Negociación con la gran banca para que retribuya los depósitos
El ascendente político de las eléctricas, especialmente de Ignacio Galán como némesis particular del Gobierno de Pedro Sánchez, ha servido en las últimas semanas como banderín de enganche para que la gran banca se acerque también en su manifestación de cuello blanco a las puertas de Génova. Unas y otras entidades, siempre unidas por el cordón umbilical de su histórica dependencia societaria, gestionan ahora con la alta dirección del Partido Popular la eliminación de las exacciones fiscales contra los beneficios extraordinarios, un impuesto alegal que ha sorteado a duras penas los márgenes de la legitimidad que se supone a toda Hacienda Pública. Feijóo ya ha anunciado que va a modificar el gravamen cargado este año por las bravas, lo que supone un primer paso para su reducción al absurdo, de manera que las entidades afectadas vean mínimamente alteradas sus cuentas de resultados a partir del próximo ejercicio de 2024.
Tras esta consideración es más factible que el trío de la bencina que forman Ana Botín, Carlos Torres y José Ignacio Goirigolzarri se avenga a retribuir después del verano y aunque sea una ‘miajita’ los depósitos de sus estoicos clientes que llevan tiempo durmiendo el sueño de los justos. El Banco Santander, BBVA y CaixaBank forman también un oligopolio de hecho y están arrastrando los pies mientras ven enriquecer sus márgenes de beneficio en una actuación que ha sido afeada incluso por Christine Lagarde desde el Banco Central Europeo (BCE). A poco que uno de ellos mueva ficha los demás irán detrás, pero lo que ahora está en juego es una acción coordinada que recoja el guante lanzado por aquel a quien las encuestas dan como próximo inquilino de La Moncloa. A buen seguro que la CNMC tampoco tendrá nada que decir.
El último y no menos relevante dossier que ocupa y preocupa a las empresas del Ibex es lo que el futuro gobierno pueda hacer con el célebre escudo anti opas que, tras ser reforzado esta última semana, parece que ha venido para quedarse definitivamente en la bolsa española. En este terreno, y por la cuenta que le trae, es Telefónica la que lleva la voz cantante dada la amenaza latente que supone la incapacidad manifiesta del viejo monopolio para encontrar un modelo de negocio que espante a los tiburones de internet llegados del otro lado del Atlántico. Pallete va a tener que llamar a una grúa para levantar la cotización de su compañía y el peligro es que los remolcadores no trabajan gratis. El veto institucional a la entrada de inversores extranjeros es impropio de una política económica liberal, pero el presidente de los populares tampoco puede decepcionar a los que con tanto primor están desplegando la pancarta de «Bienvenido, Mr. Feijóo».