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Capital sin reservas

Alberto Nadal, Antonio Llardén y la fusión entre Red Eléctrica y Enagás

La apuesta del PP por el hidrógeno marca el camino de la creación del ‘national champion’ de la energía

Alberto Nadal, Antonio Llardén y la fusión entre Red Eléctrica y Enagás

Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular y candidato a las elecciones generales | EuropaPress

En el Gobierno vasco no terminan de entender los palos en la rueda con que Redeia, la antigua Red Eléctrica controlada por la SEPI, trata de obstaculizar la futura planta de producción de hidrógeno verde anunciada en Amorebieta. El denominado proyecto BenortH2 con una capacidad prevista de generación de 25 megavatios se ha convertido en un emblema de la transición ecológica en Euskadi y ha atraído a variopintos inversores financieros e industriales entre los que figuran el Grupo Sener, Nortegas y Bizkaia Energía, además del fondo suizo White Summit Capital y la comercializadora americana de materias primas Castleton Commodities International (CCI). Todos ellos se las prometían muy felices hasta que el gestor del transporte eléctrico ha decidido curarse en salud con una política selectiva de conexiones que tiene por objeto evitar el colapso de su preciada red de alta tensión. 

Red Eléctrica no da abasto con el aluvión de las peticiones de enganche que tiene que gestionar y ha tirado por la calle de en medio adoptando una política restrictiva que discrimina claramente la concesión de puntos de acceso a favor de los proyectos de mayor envergadura y que son más intensivos en capital. La empresa pública responde con esta estrategia al ‘pedaleo’ del Ministerio de Transición Ecológica, que empieza a acusar el desgaste de esa nueva burbuja renovable cebada como elemento doctrinal de la lucha contra el cambio climático. Teresa Ribera lleva en el pecado la penitencia, pero la patata caliente quemará a partir de ahora en las manos del futuro Gobierno, encargado de resolver la crisis de crecimiento de un mercado donde la producción duplica con creces la demanda y que carece de interconexiones suficientes para exportar sus excedentes de generación eléctrica.

La aversión al riesgo en la gestión de la red se ha trasladado igualmente al ámbito de la CNMC que, a pesar de sus reforzadas competencias como entidad reguladora, se encuentra en una clara inferioridad de condiciones cada vez que trata de enmendar la plana a los equipos técnicos, mejores y más preparados, del operador del sistema. Beatriz Corredor se ha comportado en la presidencia de la compañía de una manera mucho más dócil que su antecesor Jordi Sevilla, haciendo honor a su condición de registradora de la propiedad y dedicándose a hacer caja en Red Eléctrica, una misión por otra parte encomiable en cualquier servidor público que se precie. Pero las circunstancias del sector imponen ahora un giro conceptual en el funcionamiento de las infraestructuras con la asunción de fórmulas que necesariamente pasan por una normativa destinada a equilibrar la eficiencia en el uso de nuevas fuentes de almacenamiento energético.

Alberto Nadal candidato para Red Eléctrica

La solución directa acreditada por el consenso de los expertos pasa por el hidrógeno verde, que se ha convertido en paradigma de la descarbonización y en alternativa de sustitución del gas en el futuro mix de generación. La creciente demanda de renovables es un estímulo para la inversión en una tecnología que permite transportar y almacenar energía renovable, lo que abre un imponente debate político acerca del futuro modelo de gestión de los dos grandes operadores de redes. La eventual llegada al poder del Partido Popular supone un punto de inflexión en el desarrollo estratégico de Red Eléctrica y Enagás, dos sociedades cotizadas con solera de años en la bolsa española pero cuyo destino está claramente supeditado a las decisiones del Ejecutivo de turno. No parece que Alberto Núñez Feijóo vaya a hacer una excepción en su eventual ejercicio de poder.

Es cierto que Enagás y REE se parecen como un huevo a una castaña en sus estructuras de funcionamiento interno, entre otras razones porque la primera es una empresa relativamente pequeña en comparación con la segunda, que constituye un referente en toda la Unión Europa. Son dos entidades que responden a culturas diferentes pero nada de eso puede ser impedimento para alumbrar un patrón único de actuación a la hora de coordinar ambas infraestructuras en ese mercado ‘trans’ de la energía. Tanto desde el punto de vista político como industrial se puede asegurar que la oportunidad la pintan calva para abordar la configuración de un nuevo ‘national champion’ a la española. Una integración que serviría como tarjeta de presentación de los nuevos responsables energéticos y justificaría la más que segura purga de los primeros ejecutivos ‘riberistas’ que ahora llevan la manija en una y otra compañía.

«La idea pasa por crear una sociedad holding a la vez que se remodelan la dirección ejecutiva de ambas empresas con los ceses de Beatriz Corredor y Arturo González Aizpiri»

Si existe una marca en la que históricamente se han manifestado con mayor realismo los efectos de un vuelco parlamentario ésa es Red Eléctrica, presidida por dirigentes adiestrados previamente en el desempeño de altos cargos ministeriales. Es el caso de la propia Beatriz Corredor, ministra de Vivienda con Zapatero o de Luis Atienza, titular de Agricultura con Felipe González, sin olvidar a José Folgado, que fue secretario de Estado de Energía con el PP antes de incorporarse a la jefatura de la compañía. A nadie podrá extrañar ahora que la Transición Ecológica vestida de azul sea patrocinada en REE con una figura sobradamente acreditada por sus labores en política energética y no menos reconocida por su genuina fidelidad a las tesis de Génova. El nombre de Alberto Nadal encabeza la lista de Paloma Martín, la exconsejera de Ayuso que suena con más fuerza entre los populares como relevo de Teresa Ribera.

El papel de Antonio Llardén como hombre de consenso

La operación está siendo diseñada entre bambalinas y servirá también para encontrar un margen de actuación a Enagás en ese mundo sin gas al que tienden los grandes Estados de la Unión Europea. La compañía es consciente que su estabilidad de futuro pasa por controlar la futura red de hidroductos ya que la actual red de gas no sirve para transportar hidrógeno. La relación entre el sector eléctrico y gasista se sitúa ahora en una proporción de cinco a uno pero en pocos años la ratio será de diez a uno. La mejor manera de evitar el enanismo de Enagás frente a Red Eléctrica no es otra que fusionar ambas y, ante las complejas capitulaciones que deberán ser cuidadosamente negociadas, el primer objetivo del pretendido noviazgo consiste en crear una sociedad holding que gestione todos los servicios comunes generales mientras las dos empresas mantienen su actual estatus jurídico.

La presidencia del grupo será previsiblemente encomendada a Antonio Llardén, presidente de Enagás desde hace quince años y uno de los gestores de empresas públicas que mejor ha sabido nadar y guardar la ropa con los diferentes gobiernos socialistas o populares. El directivo catalán cedió el timón ejecutivo del operador gasista a Arturo González Aizpiri hace poco más de un año dentro de un traspaso de poderes propiciado a instancias de Teresa Ribera, por lo que todo hace presagiar que las horas del actual CEO de Enagás estarán contadas si Pedro Sánchez tiene que ceder las llaves de Moncloa. El hidrógeno es la carta destapada por Feijóo para seguir los cánones de la sostenibilidad energética mediante un cambio estructural que tiene su punto de partida en el futuro transportista único de gas y electricidad. De ahí en adelante la hoja de ruta ofrece múltiples recovecos, pero en la cabeza de la carrera que quiere emprender el PP parece claro que Red Eléctrica y Enagás están llamadas a cabalgar juntas.

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