Sánchez renuncia a la superplanta de chips para apostar por fábricas más pequeñas
Polonia, Francia, Italia y Alemania sí han conseguido esas grandes fábricas por las que clamaba España
«No tenerlo todo, sino conseguir piezas del puzzle». Esta es la nueva estrategia del Gobierno de España con respecto a la llegada de la gran fábrica de chips. Si el pasado mes de diciembre el Ejecutivo se marcó el verano como fecha clave para atraer la megaplanta de semiconductores, el plan ahora es distinto: no serán macrofábricas, sino plantas específicas que sirvan para suministrar a las grandes de Europa. Un contexto que se ha dado tras los intentos sin éxito de Moncloa por convencer a los gigantes del sector.
Fuentes empresariales aseguran que «se está trabajando en casos concretos. Las macrofábricas reciben muchas cantidades de insumos porque allí se hacen ciertos procesos a escalas muy grandes. Se busca ahora hacer algo a medida porque España no tiene asegurada una demanda a nivel global al no tener un ecosistema creado. Nos encontramos en las primeras etapas de la industria de semiconductores en nuestro país».
Otros territorios de la Unión Europea, como Polonia, Francia, Italia y Alemania, sí han conseguido esas grandes fábricas por las que clamaba España. «Lo que está haciendo ahora el Gobierno es trabajar en crear esas capacidades en un entorno geográfico cercano a esos grandes procesos, como el que se llevará a cabo en Alemania», sentencian desde el sector.
El Perte de los semiconductores se divide en dos líneas de actuación. Una primera de 3.000 millones de euros hasta 2026 (que se podrá extender si todo avanza bien) y donde se llevarán a cabo convocatorias para las diversas empresas que presenten proyectos de I+D. Y, después, un segundo Perte, de 9.000 millones de euros, con el que se buscaba atraer esa gran planta, pero que ahora se utilizará para generar plantas más específicas y de menor inversión.
Entre estas destaca Imec. El pasado mes de julio se conoció que el centro belga de microelectrónica había firmado un acuerdo con España para instalar un hub de I+D en nuestro país por una cifra cercana a los 1.000 millones de euros. Fuentes cercanas aseguran que «las negociaciones están abiertas y ahora se están llevando a cabo trabajos sobre en qué labores de I+D centrarse y conocer también la ubicación exacta donde se levantará el centro«.
Fuentes del sector aseguran que «si se confirma lo de Imec, será una gran noticia porque desarrolla chips de vanguardia, la misma tecnología que usa, por ejemplo, el gigante TSMC». Hasta ahora España se había centrado en chips maduros (que sirven para producir hoy la mayor parte de los bienes, como, por ejemplo, móviles o vehículos). De momento, Barcelona se ha llevado los dos grandes anuncios relacionados con esta industria incipiente: el centro de diseños de chips de la empresa Cisco y el laboratorio de semiconductores de la compañía Intel. Ambos con una inversión de 200 millones.
Otra de las empresas que han mostrado interés es Broadcom. El fabricante estadounidense abrirá una planta en España por casi 1.000 millones de euros. Una instalación de gran escala de sustratos de back-end y que, en principio, será la única de Europa. Vendría a ser, comentan los expertos, «el primer paso» que permite el procesado de las placas de silicio para imprimir más adelante los chips.
El viaje sin éxito a Seúl
A finales del pasado mes de noviembre, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hizo un viaje relámpago a Corea del Sur para reunirse con altos cargos de la compañía Samsung. Allí les informó sobre los planes de nuestro país de convertirse en un referente en el ámbito de los microchips.
Desde la capital, Seúl, Sánchez se trasladó hasta las instalaciones de fabricación de microprocesadores de Samsung, situadas en la ciudad de Pyeongtaek, donde se encuentra la planta más avanzada del mundo en fabricación de microchips. Allí fue recibido por el director ejecutivo de la división de soluciones para dispositivos de Samsung Electronics, Kye-hyun Kyung, y el presidente y el director general de la división del negocio de microchips, Si-young Choi. Sin embargo, la compañía no ha mostrado interés por nuestro país.
Países que lograron la megafábrica
Una de las claves que se subrayaron en rojo por los distintos gobiernos cuando se dio luz verde a los fondos europeos fue la necesidad de jugar bien los tiempos. Había mucha cantidad de dinero en juego, pero la oferta de grandes inversores, sobre todo en aquellos más punteros, era reducida. Un escenario que implicaba, entre otros factores, habilidad en las negociaciones. Así lo demostraron algunos gobiernos, como el italiano y el polaco (que lograron acuerdos con Intel por una cifra que rondaba los 5.000 millones), el francés (que lo alcanzó con GlobalFoundries y STMicro por 5.700 millones de euros) y el alemán, que hizo lo propio también con Intel, pero además con el gigante taiwanés, TSMC.
Sin embargo, desde el sector confían en el papel importante que jugará España durante la aprobación definitiva de la Ley de Chips, que tendrá lugar durante la presidencia española del Consejo de la UE. «Es un proceso largo, pero ya hay un acuerdo político entre Consejo, la Comisión y el Parlamento. Ahora faltan una serie de ratificaciones formales. Una vez esté aprobado todo, hay que comenzar el desarrollo reglamentario. Confiamos en que el rol de España sea importante», apuntan.