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Economía

Los bancos bajan las provisiones en 1.100 millones pese al aviso de una ola de impagos

Los supervisores urgen a las entidades a elevar el colchón ante las posibles pérdidas por la subida de tipos y la inflación

Los bancos bajan las provisiones en 1.100 millones pese al aviso de una ola de impagos

Oficinas de distintos bancos | Europa Press

Los bancos españoles hacen caso omiso a los reguladores al reducir en algo más de 1.000 millones de euros la hucha de provisiones. En concreto, las entidades en nuestro país han mermado el colchón contra deterioros en 1.135 millones en los seis primeros meses del año, hasta los 88.650 millones. Del total, 30.500 millones están asignados para cubrir préstamos morosos, según los datos recabados por THE OBJECTIVE.

Desde hace tiempo tanto el Banco de España como el BCE reclaman a la banca que refuercen esta hucha ante la inminente subida de las insolvencias como consecuencia de la escalada de los tipos de interés y de la incertidumbre económica. Una ola que se ha ido retrasando a pesar de las circunstancias, pero que en breve llegará. Al menos eso es lo que el sector vaticina.

Por el momento, las entidades están prefiriendo no llevar a cabo un aumento de las provisiones ante las expectativas de que los deterioros sean poco significativos, ante las reservas extraordinarias de la pandemia que aún tienen en balance y ante la decisión de anotarse en la cuenta toda la mejora de los ingresos debido al incremento del euríbor y del precio oficial del dinero. Desde que comenzó el alza de los tipos de interés, los principales bancos por su negocio en España ya han ingresado 16.000 millones adicionales, una cantidad que muy superior a la prevista inicialmente.

Los supervisores piden más provisiones para cubrir impagos

Los reguladores pretenden que las entidades aprovechen este momento dulce en su facturación para elevar la prudencia, ya que consideran que de un momento a otro puede haber complicaciones de pago por parte de las empresas y de las familias ante el encarecimiento de las cuotas de la financiación y los gastos en general. De hecho, el Banco de España ha rebajado las expectativas de crecimiento de la economía y un avance de la inflación para 2024, un dato que, de confirmarse, podría generar un crecimiento de la morosidad.

«Si bien la calidad de los activos es estable por el momento, los bancos deberían estar preparados para un posible deterioro», señalan los supervisores financieros europeos en un reciente informe, en el que añaden que «niveles de provisiones adecuados y políticas con vistas al futuro siguen siendo importantes para los bancos, junto con el reconocimiento oportuno de las pérdidas crediticias con sus correspondientes deterioros».

Los expertos apuntan a que las insolvencias empezarán ya a despuntar, comenzando por los créditos al consumo, que son los primeros que se dejan de pagar. Además, en el segmento empresarial el repunte empezará por las compañías más dañadas por la pandemia y que tuvieron que acogerse a la línea de avales lanzada por el Gobierno.

La banca materializó en 2020 fuertes provisiones para cubrirse ante las previsiones a un aumento relevante de los impagos. Algo que finalmente no ocurrió. Entonces elevaron en 12.000 millones las dotaciones y elevaron el colchón hasta los 106.000 millones. Desde entonces y ante la ausencia de problemas -unido a la venta de carteras morosas-, el sector español ha ido disminuyendo estas reservas. En dos años y medio lo ha mermado en 17.350 millones.

Este descenso ha sido posible gracias al control de los impagos, que han ido descendiendo contra todo pronóstico. La tasa de morosidad ha caído hasta el 3,5% actual. Las insolvencias crediticias que mantienen en balance las entidades en nuestro país ascienden a 42.173 millones de euros.

La expectativa es que poco a poco la ratio vaya remontando, pero hasta unos niveles menos elevados a los esperados en meses anteriores. Las estimaciones de los analistas indican que el pico que se podría alcanzar se quedará en el 5%, muy asumible por parte del sector financiero. Con anterioridad se apuntaba a un máximo del 7% en el peor de los escenarios.

Estos porcentajes estarían muy por debajo de los impagos que la banca tuvo que asumir en la pasada crisis financiera e inmobiliaria, cuando la morosidad superó el 13% y buena parte de las cajas de ahorros no consiguieron sobrevivir. Muchas tuvieron que fusionarse y, posteriormente, ser rescatadas por el Estado y adjudicadas a los bancos más solventes. Además, el Gobierno se vio obligado a poner en marcha el denominado banco malo o Sareb, que aglutinó toco el negocio inmobiliario de las entidades que recibieron dinero público.

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