Rosita Longevity, la 'startup' que revierte los achaques de la edad
Para vivir 150 años, será necesario reemplazar órganos como quien va al taller, explica el CEO
La carrera hacia la inmortalidad es una constante entre científicos, gerontólogos e incluso magnates tecnológicos como Elon Musk. Se trata, sin ninguna duda, de una aspiración titánica que no impide que existan metas más asequibles. Envejecer en buenas condiciones es una de ellas.
Peter Attia, gurú en la materia, remite siempre a la misma receta. Una persona tiene muchas más opciones de transitar su último tramo de vida sin grandes sufrimientos si hace deporte (cardio y musculación), duerme bien, cuida su dieta, evita alcohol y tabaco y practica el ayuno intermitente.
En España, la esperanza de vida se sitúa en 85 años, pero la salud comienza a resquebrajarse a partir de los 65, según la OMS. El 49% de los ciudadanos de esa edad se interna ya entonces en el concepto geriátrico de la fragilidad, un tobogán que implica dolores músculo-esqueléticos, mayor sedentarismo, pérdida de masa muscular y, en muchos casos, riesgo de caídas y fracturas de huesos.
Rosita Longevity se funda en 2020 en la Comunidad Valenciana en forma de app con la idea de retrasar esa espiral del deterioro. «Si una persona de 80 años debe poder levantar como mínimo dos kilos de peso, nosotros trabajamos para que llegue a su máximo potencial, no a la media», explica el CEO y cofundador Juan Cartagena.
El poder de la voluntad
En la aplicación, cuyo precio por suscribirse oscila entre 30 y 300 euros al mes, se incluye un itinerario de ejercicios y consejos, y clases grabadas o en directo con psico-nutricionistas, fisioterapeutas y médicos. Con presencia en España, Latinoamérica y Estados Unidos, y «varios miles de usuarios» en cartera, Rosita logra que sus clientes hagan un promedio de 180 minutos de ejercicio a la semana. La OMS recomienda 150 minutos.
Uno de los efectos de esta disciplina, apunta Cartagena, es «la reducción en un 75% del riesgo de caídas». Al sistema sanitario le cuesta diez veces más una persona frágil que otra sana. España, prosigue el CEO, tampoco se anda con sutilezas: su gasto en salud es el décimo quinto más alto de la UE, pero su desembolso farmacológico es el tercero.
Para afinar la trayectoria propuesta a cada individuo, Rosita Longevity dispone de varios test con visión artificial donde se calcula, por ejemplo, la fuerza en piernas y brazos y el riesgo de un resbalón, además de diversos cuestionarios sobre salud emocional y cognitiva. Una vez obtenida esa «pirámide de la longevidad» se fijan metas a medio y largo plazo. «Si eres diabético, tal vez tenga sentido combatir tu dolor de rodillas; de lo contrario saldrás menos de casa, engordarás y la diabetes empeorará».
¿Cuál es el límite?
Cada trimestre se revisa el plan diseñado para cada persona con la idea de que «la nota de su estado de salud no sea simplemente un cinco pelado, sino un nueve. La genética determina el 20% del envejecimiento, pero el otro 80% depende de la epigenética, es decir, de los cambios que uno puede operar en su cuerpo».
Si alcanzar en condiciones el último bloque existencial es importante, no lo es menos comprender las fronteras de la ciencia. Cartagena, practicante férreo del ayuno intermitente (pasa una semana al año sin probar bocado), habla de un horizonte óptimo de 150 ó 200 años de vida. «Las tecnologías de reemplazo serán el elemento clave. Si un corazón produce cinco billones de latidos antes de fallar, habrá que cambiarlo como quien acude al taller. Hay empresas que ya logran hitos increíbles para reproducir órganos con células madre. El mayor desafío será cambiar el cerebro, que es el órgano más longevo del cuerpo humano».