El regreso del ogro filantrópico
En ‘El gris importa’ analizamos el difícil equilibrio entre liberalismo e intervencionismo que rige la economía global
La economía, en general, y las teorías del desarrollo, en particular, no proceden por acumulación, como la física o la astronomía, donde la contribución de cada científico se suma al acervo común y, conforme a la famosa metáfora de Isaac Newton, uno va subiéndose a hombros de los gigantes que lo han precedido. En economía opera, por el contrario, una ley del péndulo y es frecuente que a una generación liberal siga otra intervencionista.
Sucedió cuando el keynesianismo dio paso al monetarismo en la década de 1970, o cuando la sustitución de importaciones fue relevada por el consenso de Washington en los años 80, y ahora vuelve a darse un fenómeno parecido. Estamos viendo cómo el entusiasmo en favor de la globalización y del mercado libre de hace unos años va poco a poco diluyéndose, al tiempo que emerge una actitud mucho más cauta o abiertamente proteccionista.
Intelectuales hasta hace poco abiertamente partidarias del capitalismo, como Angus Deaton o Daron Acemoglu, están reconsiderando sus posiciones y se muestran ahora más proclives al intervencionismo.
Y si eso sucede en el mundo académico, ¿qué podemos decir de los políticos? El Gobierno de Sánchez se ha convertido en este sentido en el rompeolas de Occidente y no solo ha desempolvado la vieja teoría de los campeones nacionales, sino que incluso considera legítimo forzar a los españoles a acostarse más temprano.
Sobre todo ello debaten el profesor del IESE Javier Díaz-Giménez y el corresponsal económico de El Liberal, Miguel Ors Villarejo, en esta nueva entrega de El Gris Importa.
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