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Economía

O comercio o inmigración

La burocracia asociada con el comercio internacional también puede ser una barrera para los países en desarrollo

O comercio o inmigración

Puerto industrial.

La cuestión de la inmigración y el comercio internacional es un tema complejo que ha sido objeto de debate en la esfera política y económica durante décadas. La relación entre la apertura comercial y la inmigración ha sido especialmente relevante en el contexto europeo, donde se ha observado una creciente tensión entre las políticas de libre comercio y las restricciones a la inmigración.

En primer lugar, es importante reconocer que la inmigración y el comercio están estrechamente interrelacionados. Como señala el economista Paul Collier en su libro Exodus: How Migration is Changing Our World, el comercio internacional puede tener un impacto significativo en los flujos migratorios al afectar la economía de los países de origen. Cuando los países (o las entidades supranacionales como la UE) imponen barreras comerciales a los productos de naciones extranjeras, se limita el acceso de estos países a los mercados internacionales, lo que a su vez puede conducir a una pérdida de empleos y a una disminución en los ingresos en esos países. Esta situación puede incentivar a las personas a emigrar en busca de mejores oportunidades económicas en otros países.

En el contexto europeo, las políticas comerciales restrictivas, especialmente en el sector primario e industrial, contribuyen al incremento de la presión migratoria al afectar negativamente a las economías de los países en desarrollo. Por ejemplo, según datos del Banco Mundial, en 2020 la UE impuso aranceles significativos a productos agrícolas y manufacturados de países del África subsahariana, el Caribe y el Pacífico. Estos aranceles reducen la capacidad de estos países para competir en el mercado europeo y limitan su acceso a importantes fuentes de ingresos, así como la pérdida de oportunidades.

Además, la burocracia asociada con el comercio internacional, especialmente en Europa, también puede actuar como una barrera para los países en desarrollo. El informe de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre el comercio tras la pandemia señala que los costes asociados con el cumplimiento de los requisitos aduaneros y regulatorios pueden ser desproporcionadamente altos para los países más pobres, lo que dificulta su participación en el comercio mundial y, como consecuencia, su desarrollo económico y social. La falta de acceso al mercado europeo por barreras comerciales y burocracia puede tener consecuencias devastadoras para las economías de los países en desarrollo. Las barreras comerciales impuestas por la UE a los productos agrícolas africanos están contribuyendo tanto a la inmigración rural-urbana en el interior de los países, como a la inmigración internacional.

La inmigración no es necesariamente negativa. De hecho, muchos economistas argumentan que la inmigración puede tener beneficios tanto para los países de origen como para los de destino, ya que la inmigración puede ser una poderosa herramienta para reducir la pobreza global al permitir que las personas se muevan hacia donde pueden utilizar mejor sus habilidades y acceder a mejores oportunidades económicas.

Adam Smith, considerado el padre de la economía moderna, abordó la relación entre el comercio y la prosperidad en su obra La riqueza de las naciones. Smith argumentaba que el comercio internacional, al permitir la especialización y la división del trabajo, podía aumentar la riqueza de las naciones y mejorar el nivel de vida de sus habitantes. Según Smith, el comercio libre y sin trabas era fundamental para el crecimiento económico y el progreso social. La realidad ha demostrado que tenía razón.

En línea con la visión de Smith, numerosos estudios han demostrado que el comercio internacional puede ser una poderosa herramienta para reducir la pobreza y mejorar el bienestar humano. Por ejemplo, un informe del Banco Mundial encontró que entre 1990 y 2015, más de mil millones de personas salieron de la extrema pobreza, en gran parte debido a un aumento en el comercio internacional y la integración económica.

Las cifras respaldan la idea de que el comercio puede ser un motor importante para la reducción de la pobreza. Según datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), los países en desarrollo que participan activamente en el comercio internacional tienden a experimentar un crecimiento económico más rápido y una reducción más pronunciada de la pobreza que aquellos que se mantienen al margen del sistema comercial global.

Por ejemplo, un estudio realizado por el Center for Economic and Policy Research (CEPR) encontró que entre 1981 y 2001, el número de personas que vivían en la pobreza extrema en China se redujo en más de 600 millones, coincidiendo con un período de apertura comercial y reformas económicas en el país. Estas cifras ilustran el potencial transformador del comercio internacional en la lucha contra la pobreza. Al facilitar el acceso a nuevos mercados y oportunidades económicas, el comercio puede ayudar a generar empleo, aumentar los ingresos y mejorar el acceso a bienes y servicios básicos para las poblaciones más vulnerables.

Por lo tanto, es fundamental que la UE y otros actores internacionales trabajen para eliminar las barreras comerciales y reducir la burocracia asociada con el comercio internacional. Esto no solo beneficiaría a los países en desarrollo al permitirles acceder a nuevos mercados y fortalecer sus economías, sino que también podría ayudar a abordar las causas subyacentes de la inmigración al proporcionar a las personas mejores oportunidades económicas en sus países de origen.

En resumen, Adam Smith y otros economistas han argumentado que el comercio internacional puede ser una fuerza poderosa para el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Sin embargo, para aprovechar todo su potencial, es necesario trabajar para eliminar las barreras comerciales y la burocracia asociada con el comercio. Si no dejamos que lleguen hasta nosotros los productos de terceros países, acabaran viniendo las personas de esos terceros países. Debemos elegir entre comercio o inmigración. Si no permitimos lo primero, tendremos lo segundo. Resulta muy cínico que algunos que critican lo segundo tampoco quieran lo primero, cuando es lo que ha permitido nuestro progreso y desarrollo.

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