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Opinión

La abeja obrera

«El adjetivo ‘indefinido’ ya no significa nada al lado de la palabra ‘contrato’»

La abeja obrera

Abejas en un panal

Hace unos días se presentaron, con gran entusiasmo por parte del Gobierno, los datos de empleo relativos al mes de febrero. De esas cifras, se pueden extraer diversas conclusiones, la primera de ellas relativa al elevado número de fijos discontinuos, de los que hablé en mi anterior artículo, que ponen en entredicho el adjetivo «fijo» al lado del sustantivo «empleo».

Además del drama por el que pasan los fijos discontinuos sin actividad, invisibles a ojos de las autoridades, es especialmente relevante el dato de duración media de los contratos laborales: 46,4 días. En 2006 era de 79,13 días, un 70% más. Es decir, desde que arrancaron los datos del SEPE en 2006, la duración media de los contratos ha caído 33 días. Algunos pensarán que este cambio se explica por la crisis financiera, pero en 2012, la media estaba en 60 días, 14 más que ahora. Otro dato relevante sobre el estado de salud del mercado laboral español es que el 36% de los contratos temporales (y el 21% del total) ya duran menos de 7 días.

En lo que se refiere al número de contratos, la tasa de personas que firman más de un contrato indefinido al mes ha pasado del 1% al 6,7%. La perversión de los datos, la cruda realidad. ¿Cómo es posible multiplicar por seis el número de personas que firman más de un contrato «indefinido» al mes? Una vez más, la acción política de Yolanda Díaz, en el segundo aniversario de su Reforma laboral, demuestra ser lesiva para los intereses de los trabajadores y de sus familias. El adjetivo «indefinido» ya no significa nada al lado de la palabra «contrato».

La opacidad en la comunicación de datos sobre el mercado laboral español está generando preocupación entre los ciudadanos y expertos. A pesar de las promesas incumplidas por parte del Ministerio de Trabajo de publicar informes sobre fijos discontinuos sin actividad y contratos indefinidos adscritos a la construcción, y la insistencia de los medios, persiste la falta de transparencia sobre el verdadero estado de salud laboral del país.

La ausencia de datos públicos sobre la duración en alta de afiliación de los asalariados dificulta una evaluación precisa de la estabilidad laboral y la precariedad en el mercado. Aunque el gobierno suele aludir a la existencia de datos para argumentar que la precariedad de los contratos indefinidos no ha aumentado, la falta de una estadística formal plantea dudas sobre la validez de esta afirmación, sostenida en innumerables ocasiones por Trabajo.

«El adjetivo ‘indefinido’ ya no significa nada al lado de la palabra ‘contrato’»

Esta situación contribuye a mantener la percepción de un mercado laboral caracterizado por altas tasas de desempleo, temporalidad y rotación. La opacidad en la comunicación dificulta la adopción de medidas efectivas para abordar los problemas existentes. Se requiere una mayor transparencia por parte de las autoridades para generar confianza y promover un debate informado sobre las políticas laborales necesarias para mejorar la situación en el país, que a la luz de los datos (y de la ausencia de ellos) no se presume positiva.

La abeja obrera vive de media entre 45 y 50 días. Su tarea consiste en buscar alimento y construir, limpiar y proteger la colmena; en esencia, trabajar. Debería ser preocupante que la vida laboral de la abeja obrera sea más longeva que la de los contratos en España.

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