Brufau defiende que en Repsol «no son ni retardistas ni negacionistas»
Señaló que la transición hacia una economía baja en carbono «solo pasará» si se respeta la neutralidad tecnológica
El presidente de Repsol, Antonio Brufau, ha defendido que en la compañía «no son ni retardistas ni negacionistas», y ha asegurado que la energética se toma en serio «la lucha contra el cambio climático» en cada una de las acciones de su estrategia para ser una empresa descarbonizada.
«A mí no me gustaría que se me malinterpretase con lo que digo y con lo que diré. En esta casa no somos ni retardistas ni negacionistas, todo lo contrario. Somos absolutos activistas en la lucha contra el cambio climático, y lo demostramos cada día con todo lo que estamos haciendo desde una óptica industrial para convertir la industria, en este caso la de Repsol, en una industria muy descarbonizada», señaló Brufau en su discurso ante la junta general de accionistas de la energética.
Por ello, llamo a Europa a hacer «una reflexión» respecto a la regulación en la región, ya que una «buena» regulación «da señales claras y permite la inversión». En este sentido, puso el ejemplo de Estados Unidos con su ley IRA (Inflaction Reduction Act) de «la zanahoria» para incentivar la inversión, frente a la legislación europea, basada en el apoyo a la industria regulada, como la energía eléctrica, «que no tiene que competir con lo que viene de fuera», olvidándose mientras de la industria.
El mantra de que electrificación es la solución: «Es un auténtico error».
De esta manera, señaló que la transición hacia una economía baja en carbono «solo pasará» si se respeta la neutralidad tecnológica y se deja competir a todas las tecnologías. «El mantra instalado en la legislación de que la electrificación solucionará los problemas de la descarbonización es un auténtico error», añadió.
A este respecto, lamentó que todas las políticas en Europa están enfocadas en «potenciar la electricidad», que apenas representa en España un 22% del consumo de energía final, dejando de lado al gas natural o los combustibles renovables. «La pregunta que yo me hago es, si esto es así y si llevamos tanto tiempo insistiendo en electrificar todo, ¿no nos estaremos equivocando de camino?», apuntó. Además, señaló la necesidad también de «mejorar la calidad regulatoria», ya que en Europa «somos expertos en regularlo todo, también en prohibirlo casi todo». «Pero esto no es el camino», dijo.
«Optimista» respecto a los cambios en Europa
A pesar de ello, no quiso parecer «pesimista» y se mostró «optimista» respecto a los cambios que se están produciendo en Europa y que se pueden avecinar en las próximas elecciones de junio, ya que el Viejo Continente «se está dando cuenta de que la industria es un motor esencial para la prosperidad y el bienestar». «Finalmente hablamos en voz alta, los políticos hablan en voz alta sobre los desafíos que tenemos. Los desafíos que tiene Europa frente a sí, y no solo los desafíos en la reducción de emisiones, porque el planeta no está siguiendo las directrices europeas», aseveró.
Por otra parte, defendiendo que «transición energética y transición industrial es lo mismo», Brufau puso también en valor la apuesta de la compañía por la producción de biocombustibles como una vía «para crear una nueva industria» y para «potenciar la transformación de las unidades industriales que hoy trabajan en los combustibles fósiles».
Además, subrayó que estos combustibles líquidos son una solución también para la descarbonización de la movilidad, especialmente aquella que no puede ser electrificada. Asimismo, criticó como la regulación solamente tiene en cuenta los objetivos «uno detrás de otro», sin pensar en «las consecuencias económicas», y como en Europa «cada país de los 27 tiene sus propias normas mercantiles, tiene sus propias normas jurídicas y fiscales, y no hay una uniformidad».
El impuesto extraordinario en España, «una desventaja competitiva»
En este sentido, puso el ejemplo en España del impuesto extraordinario del Gobierno a las energéticas, que representa «una desventaja competitiva» frente a otros países. Además, pidió «definir» las ayudas públicas de Estado en «un nivel equilibrado», ya que la legislación actual permite a cada país decidir qué tipo de ayudas públicas va a dar a aquellas empresas que «crea que son importantes para la descarbonización».
«No se les escapa que los países ricos van a tener más posibilidades de ayudar a sus empresas que aquellos países que tienen un problema de déficit o un problema de deuda. Por tanto, también aquí estamos creando un mercado único europeo. Evidentemente, basta ya de tener 27 sistemas financieros, basta ya de tener 27 regulaciones bancarias y centrémonos en tener más tamaño a nivel europeo», destacó.