Turquía se suma a una guerra comercial entre China y Europa que Alemania intenta parar
El proteccionismo automovilístico podría afectar a BMW, VW y Mercedes, que venden o producen en el gigante asiático
Turquía ha dado el primer paso en una guerra comercial entre China y Europa que se viene mascando desde hace tiempo. Adelantándose a Bruselas y por sorpresa, Ankara ha anunciado este sábado el incremento de un 40% a los aranceles para las importaciones de vehículos procedentes de China en un intento por frenar los intercambios comerciales y reducir el déficit por cuenta corriente del país euroasiático.
En los países europeos existe preocupación sobre cómo puede afectar la creciente importación de eléctricos procedentes de China, que ha invertido grandes sumas en este sector, a la industria de la automoción local, por lo que se espera una política más dura contra los vehículos del gigante asiático. Sin embargo, Pequín ya prepara la producción en varias ubicaciones del Viejo Continente, entre ellas Barcelona, de modo que podría burlar medidas proteccionistas. Turquía y Marruecos también son ubicaciones interesantes para la manufactura china por su proximidad a Europa y su mano de obra barata.
En paralelo, un recrudecimiento del enfrentamiento comercial entre ambos mercados podría dañar al primer productor de coches de Europa, Alemania. Y es que grupos como Volkswagen tienen plantas de producción en China, mientras que marcas como BMW o Mercedes comercializan en este mercado por lo que estarían expuestas en caso de escalada. En este contexto, Berlín está presionando para evitar un choque proteccionista.
La decisión de Turquía, que entrará en vigor dentro de treinta días, contempla la imposición mínima de un arancel de 7.000 dólares (unos 6.742 euros) por vehículo, según contempla la decisión presidencial rubricada por el líder del país, Recep Tayyip Erdogan publicada en el Boletín Oficial turco. Ankara aumentó los aranceles sobre los vehículos eléctricos chinos en 2023 para respaldar el primer vehículo eléctrico de producción nacional del país, el Togg, fabricado por un consorcio de cinco grandes empresas locales, con la colaboración de la Unión de Cámaras de Comercio y Mercados de Productos Básicos de Turquía.
La estrategia de aranceles sobre la que pivota la industria automovilística de Turquía mirando a China se une a las reticencias que surgen también en Estados Unidos y Europa ante la irrupción de las marcas de coches del gigante asiático. En el caso de Estados Unidos se aplicará la subida de aranceles del 25% al 100% para la importación de vehículos eléctricos de China desde el próximo 1 de agosto, cuando entrarán en vigor también los incrementos a la compra de baterías, microchips para la industria tecnológica y productos médicos, acorde a las intenciones públicas de la oficina del Representante Comercial de EEUU.
En Europa está prevista la imposición de aranceles una vez pasen las elecciones comunitarias de este domingo. De momento, los cálculos que se han publicado valoran que el impacto de estas trabas comerciales con China podría costarle a Pekín casi 4.000 millones de dólares (más de 3.600 millones de euros). En consecuencia, el número de vehículos eléctricos chinos importados a la UE se reduciría en una cuarta parte –unos 125.000 coches– si Bruselas impusiera un arancel del 20%, acorde a los datos ofrecidos en el último análisis sobre la economía mundial del Instituto Kiel.
De momento, China no ha anunciado oficialmente ninguna represalia, aunque Pekín ha señalado que está dispuesta a imponer aranceles de hasta el 25% a los automóviles importados con motores de gran cilindrada, lo que afectaría sobre todo, a Mercedes-Benz y BMW. Los vehículos eléctricos fabricados por marcas chinas como MG y BYD representaron poco menos del 9% de los vehículos de batería vendidos en Europa en 2023, según Dataforce. Aunque se espera que esta cifra aumente a aproximadamente una quinta parte de la cuota de mercado del viejo continente para 2027, según las estimaciones de Transport & Environment.
Alemania no quiere un choque
Por su parte, el canciller alemán, Olaf Scholz, ha advertido de los peligros que puede suponer para la economía europea el cierre de los mercados a la competencia extranjera, principalmente, procedente de China. «No vamos a cerrar nuestros mercados a las empresas extranjeras porque eso no es lo que queremos para nuestras empresas», ha dicho el líder germano durante su visita a la planta de Opel en Rüsselheim, al oeste del país, por la conmemoración de los 125 años de la marca automovilística.
El proteccionismo y los aranceles que tiene previsto imponer la Unión Europea (UE) a las importaciones de vehículos eléctricos procedentes de China son políticas comerciales que para el canciller encarecen los productos y empobrecen a la sociedad. «No tengo ninguna duda de que seguiremos estando a la vanguardia de la industria del automóvil en este siglo si nos centramos en el progreso y la innovación», ha comentado al tiempo que pedía un comercio más justo y libre a nivel internacional.