El día en el que Feijóo buscó reconciliarse con el Ibex y los empresarios
El líder del PP quiere recuperar la confianza de las grandes corporaciones y del tejido productivo español
El XXIII Congreso de Directivos CEDE, recién celebrado, era la ocasión perfecta y el lugar ideal para el acercamiento de Alberto Núñez Feijóo al mundo empresarial. Comparecía ante 1.500 directivos y un puñado de los líderes más relevantes del Ibex 35, lo hacía en La Coruña -donde vivió sus mejores momentos como presidente de la Xunta de Galicia- y sin ningún representante del Gobierno que le hiciera sombra. Y el gallego preparó a fondo la cita anual de la organización dirigida por Isidro Fainé. No dejó nada al azar y elaboró su discurso con mimo para reencantar a un sector del que ha estado alejado y del que requiere su apoyo para consolidar sus opciones de llegar a La Moncloa. Necesitaba borrar de un plumazo todas las dudas. Necesitaba recuperar la euforia de hace dos años.
En el ya lejano 2 de abril de 2022, la mayoría de los grandes, medianos y pequeños empresarios respiraron con alivio. Feijóo era proclamado –por abrumadora mayoría– como nuevo presidente del Partido Popular (PP) en sustitución de un Pablo Casado que gustaba a unos pocos y dejaba indiferente a muchos, pero que desde luego nunca llegó a reunir el apoyo unánime del sector. Con Feijóo todo era diferente… decían. Su fama de servidor público y hombre de Estado, curtido en la Xunta de Galicia durante más de una década y con buena relación con un tejido industrial liderado por la todopoderosa Inditex insuflaba nuevos aires de esperanza a quienes pedían a gritos un recambio para Pedro Sánchez. Recordemos que por esas fechas empezaba la campaña de acoso contra las grandes corporaciones, liderada por el propio presidente del Gobierno.
Es así como -casi sin quererlo- comenzó a recibir el apoyo de las empresas familiares, de las corporaciones medianas y del propio Ibex. Las siguientes semanas se sucedieron las llamadas instándole a dar la guerra a Sánchez, pidiendo firmeza en su agenda económica y rogándole, por encima de todo, estabilidad política. Mediado septiembre de ese año, Feijóo podía presumir de haberse reunido con líderes industriales de la talla de Isidro Fainé (Fundación La Caixa), Carlos Torres (presidente de BBVA), Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola) y Francisco Reynés (Naturgy). En ese momento, el PP veía que todos los empresarios querían reunirse con el nuevo líder. Feijóo cogió el guante y se volcó en las elecciones municipales del año siguiente.
Feijóo y el Ibex
Unas municipales de mayo de 2023 en las que el PP arrasó y que llevaron a Pedro Sánchez a adelantar las generales a julio de 2023. Ocasión en que el líder del PSOE retomó su agenda más populista y volvió a poner a los empresarios en la diana. Habían pasado apenas cinco meses de la instauración de un impuesto extraordinario a la banca y a las energéticas, de la imposición de otro gravamen a las grandes fortunas y todavía estaba reciente la disputa con Ferrovial tras su cambio de sede social a Países Bajos. Entre acusaciones cruzadas de inseguridad jurídica, pérdida de confianza para hacer negocios e intervencionismo político, se generó el escenario propicio para que Feijóo tomara su bandera. Y así lo hizo, dejándose ver con José María Álvarez Pallete (Telefónica) y manteniendo encuentros privados con -por ejemplo- Borja Prado (Mediaset), Florentino Pérez (ACS) y nuevamente con Fainé y con Torres.
Pero el candidato del PP no logró la mayoría necesaria tras una nefasta última semana de campaña en la que dio sensación de inseguridad en prácticamente todos los temas, incluidos los económicos. Muchos recuerdan su entrevista en la que dijo que mantendría los impuestos extraordinarios a la banca y energéticas, cuando una de las pocas cosas que le pedían desde la empresa era que derogase estos gravámenes. Y comenzaron las primeras críticas a un programa económico poco claro. Murmullos insistentes impulsados por la decepción de un grupo de empresarios que veían con temor otros cuatro años de Gobierno de coalición de izquierdas. Críticas que antes se habían ocultado para cerrar filas a su favor en campaña.
Y entramos en 2024. Un año salpicado por las cesiones económicas a los partidos independentistas, marcado por la debilidad parlamentaria del Gobierno y con varios casos de presunta corrupción acechando al círculo más cercano de Pedro Sánchez. Un año en el que Feijóo -todavía en shock– decidió imponer un giro hacia el centro para ganar votos a la derecha del PSOE. La apuesta por lo social y por la sostenibilidad se hizo más evidente al comenzar este curso, dicen en Génova que por la influencia del think tank Reformismo21, liderado por Pablo Vázquez y el ex de Ciudadanos, Luis Garicano. Propuestas como la jornada laboral de cuatro días, votaciones junto a Sumar sobre el envío de armas al extranjero y cláusulas abusivas en las hipotecas y una dubitativa posición en la prórroga al impuesto a las energéticas y la banca -que finalmente corrigieron- fueron medidas que desconcertaron a los empresarios.
Confianza del sector
En pleno debate por estos impuestos, Alberto Núñez Feijóo intervino -en la tercera semana de octubre de este año- en el XXVII Congreso Nacional de la Empresa Familiar, la patronal que representa a las mayores sagas familiares. Y dio un discurso que generó dudas y que no terminó de convencer. «Nos dijo que va a bajar impuestos y que Sánchez lo hace todo mal, pero no qué va a hacer él», señaló uno de los presentes. Con esta losa, la intervención en el CEDE se convirtió en vital. No podía fallar dos veces seguidas. Y menos ante los principales representantes del tejido empresarial español y ante directivos como Isidro Fainé, Francisco Reynés, José María Álvarez-Pallete, Ángel Simón (CEO de Criteria Caixa), Juanjo Cano (presidente de KPMG), Héctor Flórez (presidente de Deloitte) y Luis de Valdivia (fundador y presidente de Ecoener).
Y así fue como este jueves se plantó ante el auditorio con sus mejores armas disponibles. Hizo un discurso en el que mezcló las críticas a Sánchez (muy rebajadas) con un decálogo de objetivos y una serie de políticas y acciones con las que prometió reconstruir económicamente España, devolviendo a la iniciativa privada el protagonismo que merece. Demasiado generalista para algunos, y sin alusiones directas a los impuestos para otros, gustó a más oyentes de los que dejó indiferentes. Bien es cierto que el auditorio era propicio, debido a que buena parte de los reunidos no ocultaron su enfado contra el actual Gobierno: «No hay seguridad para las empresas, ni para nada», se escuchaba constantemente en los corrillos. Pero pocos recuerdan un discurso tan certero de Feijóo en materia económica.
El líder popular aprovechó la oportunidad para compartir impresiones y reconectar con los grandes empresarios y líderes del Ibex asistentes, dejando un tiempo breve, pero fructífero -observaron algunos asistentes- para reforzar lazos. ¿Significa esto que ha comenzado a recuperar la confianza? Las fuentes consultadas indican que por muy bueno que haya sido el discurso habrá que ver cómo evolucionan los hechos, ya que reconstruir puentes no es flor de un día.
Feijóo vs. Sánchez
Y es que entre los empresarios todavía subsisten reacciones encontradas con Feijóo. «Tiene muy mal equipo», dice un directivo de una grande del Ibex, en referencia a esta extraña cohabitación que hay entre los más liberales, liderados por Pablo Vázquez; y los oficialistas de Juan Bravo. Hay una mezcla de escepticismo y decepción respecto a su gestión, dicen otros, aunque agregan con resignación que «es lo único que hay». «Con estos bueyes tenemos que arar», argumentan otros más vinculados a la vieja élite industrial. Algo que quizá no es del todo malo y pueda convertirse en la baza a la que se aferre el líder del Partido Popular para recuperar la confianza.
También comienza a haber un grupo creciente de los que creen que sería un suicidio cuestionarle en estos momentos, cuando Sánchez parece estar más débil. Y es aquí donde valoran los atributos que les hicieron cerrar filas con Feijóo hace dos años: seriedad, previsibilidad, seguridad, responsabilidad, «justo la antítesis de Sánchez». «Feijóo sabe que a España se le debe gobernar tomándole el pulso cada tres meses y bajarle la temperatura si está muy alta, mientras que Sánchez es un misil nuclear, incapaz de serenar al país, vive de la confrontación», agregan.
Incluso hay algunos -la gran minoría- que ven con malos ojos que se aireen críticas. «Entrar ahora a criticar a Feijóo sería dar oxígeno a Sanchez», dicen. «Los que critican a Feijóo justo ahora apuntan mal porque no tienen conciencia del momento decisivo que vive España, con un Gobierno que desprecia al empresario». ¿Reconciliación ad portas? Solo el tiempo lo dirá, aunque un directivo del Ibex, ya jubilado y con años curtido en la batalla política y económica parece dar con la clave: «Nunca un partido de centro-derecha en España ha gobernado de espaldas a la empresa en democracia». Y tiene razón.