El temor de Moncloa a perder el control de Indra y la desconfianza en su plan de sucesión
El Gobierno descuida su flanco derecho, Escribano quiere consolidarse y De los Mozos busca mantenerse

José Vicente de los Mozos, CEO de Indra; Ángel Escribano, consejero delegado; y Joseph Oughourlian, accionista | ILUSTRACIÓN: Alejandra Svriz
El 27 de mayo de 2021 el Gobierno de Pedro Sánchez daba el primer golpe sobre la mesa de Indra. El primero de muchos. Después de varios días de disputas se designó a Marc Murtra en sustitución de Fernando Abril Martorell como primer ejecutivo de la cotizada, un nombramiento marcado por su pasado vinculado al Partido Socialista catalán (PSC) y por las formas en las que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) explicó el movimiento: «Como principal accionista, el Estado requiere un presidente que en todo momento cuente con su confianza». Pero fue una operación esperada… que quizás tardó demasiado. Seis años antes el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy había designado a Abril, por lo que lo más lógico (que no lo más acertado) era cambiar al presidente de la primera empresa de defensa de España. Eran otros tiempos y quizás la prioridad de Moncloa por entonces no era el asalto de las grandes compañías estratégicas. Todavía no.
Así fue -intentando guardar las formas- como la designación de Murtra se hizo sin funciones ejecutivas, como sí las tuvieron sus antecesores, y se nombró a dos consejeros delegados: Ignacio Mataix y Cristina Ruiz. Pero esas formas se guardaron poco tiempo. En 22 de febrero del 2022, el Consejo de Ministros autorizó a la SEPI elevar su participación en la tecnológica del 18,7% al 28%, con lo que el Gobierno abonaba el terreno para tomar el control del consejo de administración. El Ejecutivo quería que Indra entrara en el capital del fabricante de motores de aviación ITP, pero el máximo órgano de administración se oponía. Empezaba una carrera contrarreloj para llegar a la Junta General de Accionistas lo suficientemente reforzados para dar un golpe sobre la mesa.
Y el golpe llegó el 23 de junio, cuando se forzó la salida de cuatro consejeros independientes que se oponían a los planes del Gobierno. Con un 26% de las acciones, la SEPI se unió a SAPA -también con intereses en ITP Aero- y a Joseph Oughourlian, que una semana antes había comprado el 4,2% del capital. Un movimiento que no por esperado fue menos impactante. Completada la limpia del consejo tocaba construir una cúpula directiva a medida. Y así fue. En abril de 2022, Cristina Ruiz ya había renunciado y en marzo de 2023 Ignacio Mataix hizo lo propio. Dos técnicos con una larga trayectoria en Indra y que no entendían de movimientos políticos. Para entonces, y pese a las disputas internas, el mercado había asimilado el asalto y la CNMV había desestimado la acusación de acción concertada en la destitución de los rebeldes. La cotización también había crecido un 33%.
De los Mozos e Indra
Tras la salida de Mataix, Indra abrió un proceso de reflexión para buscar al nuevo CEO y -tras varias semanas de negociaciones- contrató a José Vicente de los Mozos, un directivo con gran experiencia en gestión como máximo responsable de Renault, pero sin conocimientos del mundo tecnológico. Para entender este fichaje hay que situarse a las puertas de las elecciones generales y con Alberto Núñez Feijoó liderando todas las encuestas. De los Mozos, que también es presidente de Ifema, es próximo al Partido Popular y su llegada a Indra se entendió como la mejor manera de proteger a la cotizada ante un eventual cambio de Gobierno. Su nombramiento se produjo el 18 de mayo de 2023.
Pero el PP, aunque ganó las elecciones, no pudo gobernar y Pedro Sánchez consiguió los apoyos para revalidar su mandato una nueva legislatura. Corría noviembre de 2023 y para entonces Murtra y De los Mozos tampoco habían encajado. La situación se volvió compleja y la SEPI decidió promover el nombramiento del catalán como presidente ejecutivo el 30 abril de 2024, casi tres años después de su entrada en la compañía. En un confuso comunicado para anunciar su decisión, Indra intentó transmitir que todo seguía igual, que se reforzaban sus responsabilidades corporativas e institucionales -que ya tenía- y que las «facultades delegadas como primer ejecutivo» del CEO permanecían «invariables».
En paralelo ocurrió la entrada de Escribano. En mayo de 2023 y pocos días antes del fichaje de De los Mozos, se produjo la entrada del grupo español especializado en equipamiento de defensa. Empezó con un 3%, a mediados de ese año ya tenía un 8% y en diciembre afloró un 14,2% del capital, convirtiéndose en menos de un año en el segundo accionista tras la SEPI. El hecho de que fueran beneficiados con contratos durante la covid y que tuviesen en su consejo de administración a un ex alto cargo de José Bono y José Luis Rodríguez Zapatero les puso en el punto de mira y les vinculó al Gobierno. Y la verdad es que fueron claves para apoyar los poderes ejecutivos de Murtra, pero también es cierto que a partir de entonces se produjo el momento de mayor esplendor bursátil de Indra, con un crecimiento del 77% en solo doce meses (desde entonces y hasta la fecha se ha dejado un 20%). Su apoyo sirvió además para el lanzamiento de su nuevo plan estratégico en marzo de 2024.
Murtra y Telefónica
Pero Murtra tuvo que abandonar el barco. El Gobierno le llamó a filas a finales de enero para sustituir a José María Álvarez Pallete en Telefónica. Una sustitución que se produjo de manera repentina y que le obligó a renunciar a la presidencia de Indra en menos de 24 horas. Tras ser designado el sábado 18, renunció a todos sus cargos en la tecnológica al día siguiente. Al comenzar ese fin de semana, ni en el equipo directivo ni en el consejo de administración de Indra -excepto el propio Murtra- sabía de su salida, y se encontraron con la designación de Ángel Escribano como su sustituto la tarde del domingo. Fueron horas frenéticas de llamadas de la SEPI, con los principales accionistas activando un plan de emergencia para no dejar a la compañía con un vacío de poder. El consejo se ciñó al guion y votó lo acordado. Y algo impensado un año antes se hacía realidad.
Por primera vez desde su arremetida inicial en Indra en mayo de 2021, la SEPI dejaba desprotegida a la compañía y cedía el control directo a otro de sus accionistas. Sin Murtra y sin un sustituto nombrado directamente por el Ejecutivo. ¿Qué les hizo tomar esta decisión? Evidentemente hay un componente de confianza en Escribano, pero también de improvisación y prisas para cerrar de manera exprés una crisis de gobernanza que podría haber estallado en la cara del Gobierno. Hay quienes dicen incluso que fue una decisión para dar tranquilidad al mercado y que a medio plazo se evaluará la posibilidad de volver a nombrar a un presidente afín, dependiendo de cómo evolucionen los acontecimientos.
Quienes conocen a los hermanos Escribano (Ángel y Javier) indican que su proximidad al PSOE llega hasta donde limite con sus negocios. Nadie discute que puedan tener cercanía con el Gobierno -aunque ellos niegan cualquier vinculación- pero también se advierte que no tienen ninguna preferencia política y que si el PP llegara al poder, podrían perfectamente convivir con los populares. Su concepción de la empresa es eminentemente técnica y están convencidos de que pueden aumentar el tamaño de Indra y situarla como un campeón europeo. De hecho, ven la participación estatal como un aliado (por la serie de contratos que pueden generarse en el seno de la Administración), pero siempre que no haya injerencias políticas.
Irrupción de Escribano
Y es aquí donde está el problema. La SEPI cedió la presidencia en favor de Ángel Escribano, pero no renuncia a su vocación de controlar la compañía. De hecho, ya han surgido los primeros roces. En la compra de Hispasat por 725 millones, algunos accionistas entendían que era un precio muy elevado aunque finalmente se terminó imponiendo el criterio del Gobierno, que quería sacar a toda costa la operación para engordar a su futuro campeón nacional de la tecnología y la defensa. En este escenario, se especula con que los Escribano quieren seguir subiendo su participación en Indra para blindarse ante un eventual cambio de Gobierno y reforzarse de cara a la SEPI. Nadie se plantea una guerra con el Ejecutivo, pero sí un escenario en el que estén lo suficientemente fortalecidos como para imponer su criterio en la hoja de ruta de la compañía.
Al mismo tiempo, se han volcado en apoyar a De los Mozos. A la semana siguiente de su nombramiento, el nuevo presidente dio una entrevista conjunta con su consejero delegado al diario El Mundo para transmitir una imagen de normalidad y mostrar la senda del futuro de la tecnológica. Un voto de confianza y una unidad que intentan trasladar a la opinión pública. Por su parte, el presidente de Ifema sigue pensando que mientras exista un presidente ejerciendo funciones ejecutivas él no tendrá manos libres para dirigir la compañía, pero cree que puede trabajar con Escribano, en especial si se considera que en el mercado se especuló hace un mes que el Gobierno estaba moviendo ficha para sustituirle.
El caso es que De los Mozos no es una figura cómoda para la SEPI. Llegó al cargo por el acuerdo con el PP, pero con Sánchez en La Moncloa su posición en la compañía pierde sentido. Y lo que es peor para el Gobierno, puede generar un caldo de cultivo para eventuales rebeliones en el consejo o en el interior del equipo directivo. No es lo mejor tener de CEO de una de las principales compañías estratégicas de España al presidente de Ifema, una empresa pública de la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso, enemiga acérrima de Pedro Sánchez. Dentro del Ejecutivo son conscientes de que han descuidado su flanco derecho, tanto por el lado de Escribano como de De los Mozos y -pese a que todavía no moverán ficha- la situación preocupa en el seno de Moncloa. Y no descartan cambios en la cúpula a medio plazo.
Raül Blanco y Oughourlian
Aunque la SEPI tiene una bala guardada en la recámara. Tras la salida de Murtra, desde el PSC se promovió la candidatura del ex presidente de Renfe y ex secretario de Estado de Industria, Raül Blanco, pero en el Gobierno se optó por dar un voto de confianza a Escribano. Sin embargo, el catalán fichó hace pocos días como director ejecutivo de estrategia de SAPA, tercer mayor accionista de Indra con el 8% del capital. Un movimiento que sorprendió al mundo privado, pero que desde una lógica política se explica por la necesidad de vigilar de cerca a Indra con un hombre de confianza. Un Raül Blanco que se queda en el banquillo de la tecnológica por lo que pueda pasar en el futuro.
Y ante todo este cóctel de intereses, Joseph Oughourlian espera agazapado el devenir de los acontecimientos con su 7%. Entró como un amigo del Gobierno hace casi tres años, pero ahora la relación con Sánchez y sus ministros es casi inexistente. En medio, ha pedido la escisión de la empresa para maximizar su valor y la venta de la totalidad de Minsait. El último encontronazo fue su rechazo a la venta de Hispasat porque consideraba que el valor era muy alto y se abstuvo en la votación final. En estos momentos, las relaciones no son buenas con ninguno de los tres grandes accionistas (la SEPI, Escribano y SAPA), lo que implica tener otra bomba de relojería dentro del consejo de administración. El franco-armenio quiere vender, pero también necesita maximizar su inversión. Y en esas está. Un elemento más de distorsión para una compañía que la SEPI ha dejado desprotegida y que ya no controla directamente.