Caos y bicefalia en Indra: de la inviable venta de Minsait a las falsas promesas de Moncloa
Marc Murtra se defiende con la SEPI, José Vicente de los Mozos se reivindica y Oughourlian presiona para vender
«El consejo de Indra presidido por Marc Murtra aprueba la propuesta del consejo de nombramientos de designar consejero delegado a José Vicente de los Mozos»(18 de mayo de 2023). Con este titular, la tecnológica anunciaba la designación de un nuevo CEO con plenos poderes que debía sustituir al hasta entonces representante omnímodo del Gobierno y de la SEPI. Un movimiento que buscaba cerrar la crisis abierta en junio de 2022, cuando Moncloa activó el cese de los consejeros rebeldes que frenaban sus proyectos, dañando la reputación de la cotizada, motivando una investigación por acción concertada de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y hundiendo la acción un 28% en los cinco meses que sucedieron a este golpe… del Estado.
Sin embargo, la propia redacción del titular de este nombramiento -resaltando sin motivo aparente la figura de Murtra- daba pistas de lo que estaba por venir: una lucha de poder que hasta la fecha no logra resolverse y que amenaza con estallar en medio de las dudas del mercado por la hoja de ruta que Indra presentó en marzo. De los Mozos, un directivo que ganó fama de buen gestor como máximo responsable de Renault para España y Portugal, debía tener un papel protagonista y técnico para tranquilizar a un mercado que siempre ha desconfiado del excesivo protagonismo de Murtra y de sus nada discretos vínculos políticos. Además, debía cerrar meses de disputas entre el presidente y su CEO hasta entonces, Ignacio Mataix, un hombre de la casa que nunca estuvo de acuerdo con el asalto del Gobierno y que pecó de querer gestionar con criterios eminentemente empresariales.
Soluciones técnicas que se consiguieron a través de movimientos políticos. Y es que no fue casualidad que el nombramiento de De los Mozos se hiciera a mediados de mayo de 2023. Todo obedeció a un pacto entre PSOE y PP para salvar a Murtra y proteger la continuidad ante un eventual triunfo de Alberto Núñez Feijóo en las elecciones generales del 23-J. Un acuerdo que se comenzó a gestar en marzo y que cuajó dos meses después con el nombramiento de un técnico… pero que contaba con la aprobación y la plena confianza de los populares. Con el nuevo CEO se garantizaba que -llegase quién llegase a La Moncloa- todo seguiría igual. Un blindaje total para una de las compañías consideradas estratégicas por el Gobierno y que cuenta con la SEPI como socio mayoritario, con un 29% del capital.
Llega De los Mozos
Pero la llegada de De los Mozos no templó los ánimos. La imposibilidad de Feijóo de conseguir los apoyos para desembarcar en La Moncloa y los pactos de Pedro Sánchez con independentistas que sí le permitieron mantener el poder envalentonaron a Murtra y trastocaron completamente la hoja de ruta de la gobernanza de Indra. Hombre clave dentro del Partido Socialista de Cataluña (PSC), director general de Red.es y jefe de gabinete de Joan Clos durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, fue designado presidente no ejecutivo en 2021, pero quienes han vivido el día a día de la tecnológica desde entonces coinciden en señalar que a partir del primer momento marcó el territorio, siempre preocupado por todos los detalles, encima de todos los proyectos y con la última palabra en todas las decisiones.
«Nunca ha dejado de mandar», dicen en Indra. «Ni con Mataix, ni con De los Mozos», agregan. Sí se reconoce que Murtra ha cedido parte de la gestión diaria, pero las decisiones y las grandes operaciones siempre necesitan su aprobación. Un ejemplo es la compra de un 9,5% del fabricante de motores ITP Aero en agosto del año pasado. La operación se venía anunciando desde verano de 2022, pero estaba frenada por no encontrar acuerdos en el consejo de administración y porque Mataix no terminaba de verla clara. No obstante, solo tres meses después de su salida -y sin que el nuevo CEO se opusiera- se ejecutó la orden que se tomó un año antes en Moncloa fruto de sus acuerdos con el Gobierno vasco.
Y por si no había quedado claro el reparto de poderes, a finales de abril el consejo de administración -controlado por la SEPI y sus socios vascos de SAPA- otorgó funciones ejecutivas a Murtra «vinculadas al ámbito corporativo e institucional». Un movimiento que se produjo solo un mes después de la presentación del Plan Estratégico –Leading the Future- y que además ratificó a De los Mozos al frente de toda el área operativa, ratificación que sonó como una advertencia. Otra vez una nota de prensa envenenada, como la de su nombramiento. Nunca se aclararon las nuevas funciones del presidente, pero lo cierto es que dentro de la compañía quedó claro el mensaje enviado al CEO sobre quién mandaba en Indra: Murtra, la SEPI y el Gobierno. En ese orden.
De los Mozos resiste
Pero De los Mozos se resiste a claudicar, o al menos a reconocer públicamente que el control lo tiene Murtra. En la Junta General de Accionistas de junio envió el primer mensaje: «Los egos hay que dejarlos aparte», dijo. Y en una extensa entrevista en Expansión publicada a comienzos de esta semana reivindicó su labor repitiendo en muchas ocasiones «que se complementa muy bien» con el primer directivo. Advirtió que el consejo de administración es «función del presidente», pero que según este mismo órgano, el primer ejecutivo es él. Dicho de otra manera, llevó al debate público unas rencillas que hasta entonces no habían salido oficialmente de los despachos. Una bicefalia difícil de entender y una entrevista que dejó más dudas que certezas respecto de la relación entre los dos directivos, muy tocada desde hace semanas, según algunas fuentes. «No se soportan», dicen.
El problema es que la rivalidad de los directivos no pasaría de ser una anécdota si Indra no estuviese pasando por un momento clave para su futuro, salpicada por decenas de interrogantes sobre la hoja de ruta que la compañía aprobó en marzo, ocasión en la que Murtra y De los Mozos presentaron sus líneas estratégicas en una sucesión de atropelladas intervenciones que causaron inquietud entre los presentes. Incluso semanas antes de su puesta de largo, desde el entorno del consejero delegado se filtró que el Plan Estratégico estaba hecho a su imagen y semejanza, pese a que un mes después se justificó el nombramiento de Murtra como presidente ejecutivo para poner en marcha este mismo proyecto. Dos lecturas radicalmente distintas de la situación.
Leading the Future quiere poner el foco de Indra en defensa, aeroespacial y tecnologías digitales avanzadas «con el fin de convertirse en menos de 10 años en el coordinador nacional que lidere el ecosistema español, con un papel clave en la seguridad y soberanía europea». Un enunciado que no es muy diferente al que viene repitiendo el Gobierno desde 2022 -lo que nuevamente pone en duda la aportación real de De los Mozos- cuando subió su participación hasta el 28% del capital. Es decir, transformarse en un gigante que canalice la fuerte inversión estatal impulsada por los requerimientos de Bruselas y por la guerra de Ucrania. Un gran conglomerado que unifique todos los proyectos estatales en esta materia y que junto a otras participadas por la SEPI como Hispasat o Telefónica, pueda constituirse en un campeón nacional y europeo.
El deseo de Oughourlian
Es el mismo argumento con el que convencieron al presidente y máximo accionista de Prisa, Joseph Oughourlian, para que entrara en Indra con el 4,1% del capital en junio de 2022, días antes de que se votase la salida de los consejeros rebeldes. De hecho, el apoyo del dueño de Amber fue vital para aprobar estas destituciones. A cambio, se le prometió una empresa fuerte al calor de los contratos con el Ministerio de Defensa, que multiplicaría fácilmente su inversión y en la que incluso podría tener algún peso en la gestión. Con una confianza ciega, subió su inversión al 7,2% un año después.
Dos años después, la demanda de Oughourlian sigue siendo la división de la compañía en dos grandes conglomerados, Minsait y Defensa, y así dar entrada de manera separada a nuevos socios. De hecho, la anunciada venta de la división tecnológica (Minsait) no es más que otra promesa del Gobierno, pero que por supuesto no fue incluida de manera formal en el Plan Estratégico. Con todo, las relaciones del empresario con Pedro Sánchez no pasan por su mejor momento, lo que cierra la puerta a cumplir las promesas monclovitas. A día de hoy, es un accionista sin mando ni influencia alguna, aunque sigue confiando -dicen sus más cercanos- en que la división de defensa de Indra va a revalorizar mucho su inversión. Solo le queda esperar agazapado a ver cómo evolucionan los acontecimientos
El problema es que ni el Gobierno ni Indra pueden satisfacer las demandas de Oughourlian, no porque no quieran hacerlo, sino debido a que la situación del mercado, y la de su propia estructura, lo impiden. En estos momentos, la cotizada está a años luz de los objetivos planteados ,ya que sigue centrada en dos áreas: Minsait, que aporta más de la mitad de los beneficios del grupo y dos tercios de la facturación; y la división de defensa que apenas llega al 20% de los ingresos y que está directamente vinculada a contratos con el Ministerio de Defensa. Además, en los nueve primeros meses del año el peso del área tecnológica ha pasado del 64% al 63% y Defensa apenas ha mejorado desde 19% al 20%. Todavía muy insuficiente para convertirse en ese gran campeón mundial.
Opciones para Indra
La lógica financiera indica que una empresa no puede desprenderse de su mayor activo y generador de caja, y menos si es una división que sigue creciendo y que además no depende de contratos públicos. Quedarían huérfanos y sin posibilidad rápida de compensar estos ingresos que dejarían de entrar. Pese a ello, desde el entorno de los accionistas -Oughourlian principalmente- se sigue insistiendo en que la mejor solución es la venta de Minsait, para así generar caja y poder invertir en los nuevos proyectos como la división aeroespacial, que no podrá crecer sin una fuerte inyección de capital.
Incluso algunos asesores -que no comulgan con la postura oficial- ya han encontrado comprador: Telefónica. Una operación que podría acercar el objetivo de lograr ese gran campeón nacional con empresas que generen sinergias y tengan participaciones cruzadas. En cualquier caso, pese a los rumores sobre fondos como Bain Capital y Cinven, nadie ha manifestado interés real por hacerse con Minsait, algo que sí ha pasado con su división de pagos, Minsait Payments. Es aquí donde surge la idea de vender pequeñas participaciones, deslizada por Murtra y De los Mozos, que abrieran la puerta a buscar socios con «participaciones minoritarias o mayoritarias». Se dice que la división tecnológica vale entre 1.600 y 1.800 millones, pero olvidan que facturó 2.779 millones, solo en 2023.
Para completar este explosivo cóctel, el propio Gobierno ha incorporado otra incertidumbre gestionando de manera extremadamente lenta muchos contratos del Ministerio de Defensa que estaban llamados a reforzar esta división de Indra. La promesa que se hizo al dueño de Prisa hace dos años se vuelve a incumplir, dejando en mínimos un departamento llamado a ser el futuro de la cotizada. Si a eso le sumamos que se ha congelado el interés por adquirir Hispasat, el esperado espaldarazo a su nueva división aeroespacial se queda en el aire. Demasiadas muestras de una parálisis estratégica que empieza a preocupar al mercado. Un caos que coincide con la bicefalia de su dirección, la imposible venta de Minsait y la falsa promesa de Moncloa de robustecer su área de defensa.