El papa Francisco se ha comprometido este domingo a combatir todos los casos de abuso sexual en la iglesia con la «máxima seriedad». Lo ha hecho en el último día de la histórica cumbre contra la pederastia en la institución, la primera sobre ese tema que se celebra en la historia de la iglesia y que estuvo marcada por las historias de horror y dolor narradas cada día por algunas víctimas de abusos ante los líderes de la iglesia, reunidos en la Sala del Sínodo del Vaticano.
En un largo discurso, el pontífice argentino ha comparado la «plaga» de los abusos sexuales a menores con las prácticas religiosas del pasado de «ofrecer seres humanos» y reconoció que se trata de un problema «universal y transversal que desgraciadamente se verifica en casi todas partes», ha dicho.
«Quisiera reafirmar con claridad: si en la iglesia se descubre incluso un solo caso de abuso —que representa ya en sí mismo una monstruosidad—, ese caso será afrontado con la máxima seriedad«, ha afirmado ante los líderes de las 114 conferencias episcopales de todo el mundo, secretarios de congregaciones, obispos y cardenales, reunidos en la Sala Regia del Vaticano.
El pontífice, que el jueves al abrir los tres días de debates prometió «medidas concretas y eficaces», ha anunciado que la jerarquía de la iglesia aplicará las estrategias de las organizaciones internacionales, entre ellas la ONU y la Organización Mundial de la Salud, para erradicar la pederastia «de la faz de la tierra».
«Vamos a tomar todas las medidas posibles para que tales crímenes no se repitan. Que la Iglesia vuelva ser creíble y confiable», ha clamado una hora después durante el ángelus en la plaza de San Pedro, donde ha aclarado que colaborarán con la justicia de todos los países, «sin encubrirlos o subestimarlos».
El discurso fue mal recibido por algunas víctimas presentes en Roma, que esperaban una respuesta más contundente. «Solo bla, bla. Todo culpa del diablo. No me sorprende, me decepciona», ha comentado el suizo Jean Marie Furbringer, de una asociación de víctimas.
Durante la inédita cumbre, la cúpula de la iglesia hizo un verdadero mea culpa y reconoció los propios errores tras haber encubierto el fenómeno durante décadas.
Pese a que no había un documento final previsto, el papa enumeró los puntos esenciales de su lucha contra la pederastia: seriedad impecable, verdadera purificación, formación, reforzar directrices de las conferencias episcopales, acompañar a las personas abusadas, atención al mundo digital y combatir el turismo sexual.
Durante la conferencia la mayoría de obispos que intervinieron reconocieron que es necesario establecer un código de conducta obligatorio que incluya informar a la justicia de cada país.
También pidieron elevar el nivel de formación, capacitación y selección de los seminaristas, así como el acceso a personal especializado, inclusive laico, como psicólogos y asistentes sociales, para detectar los abusos.