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Más pobres que ricos

«El Gobierno echa ahora mano de esta nueva división entre ricos y pobres con la esperanza de que, esta vez sí, la sociedad española se rompa»

EP

Aunque hoy se le recuerda como un buen presidente, lo cierto es que Bill Clinton tuvo un inicio de mandato desastroso y que sólo fue capaz de enmendar el rumbo cuando olvidó la mayor parte de su agenda inicial y asumió como propia la del Partido Republicano, que empujaba entonces con el audaz programa económico de su «revolución conservadora». No sé si la comparación es adecuada, pero me viene ese caso a la cabeza al observar el nuevo movimiento del Gobierno español a favor de la agenda populista de su socio minoritario y potencial rival en las urnas, Podemos.

La decisión de Clinton tenía el propósito de ganar respaldo para su gestión con medidas que parecían tener un considerable apoyo ciudadano y, al mismo tiempo, dejar sin oferta a la oposición y rebajar sus expectativas electorales, cosa que consiguió. Intuyo que ese es el propósito de Pedro Sánchez al introducir la propuesta sobre el impuesto a lo que llaman «grandes fortunas» -que ya veremos cuáles son-, una idea original del partido fundado por Pablo Iglesias.

No sé si le funcionará a Sánchez tan bien como a Clinton, pero es verdad que este recurso de sacarle el dinero a los ricos para dárselo a los pobres, así de burdamente planteado, puede sonarle bien a alguna gente. Evidentemente la realidad es mucho más compleja y la consecuencia de un plan así podría muy bien ser exactamente la contraria de lo que se pretende, que sacarles más dinero a los ricos termine haciendo más pobres a los pobres.

«Dividir a los españoles entre ricos y pobres, además de injusto, falso y estéril, es peligroso porque contribuye a aumentar la polarización que debilita la democracia»

Tiempo habrá de juzgar la norma que, finalmente, se adopte y sus efectos, pero sospecho que todo eso es lo de menos para el Gobierno y que el verdadero objetivo de esta operación radica en su mero enunciado: más impuestos para los ricos. Y es sobre todo por eso, porque suena a otra acción de propaganda en esta interminable campaña electoral en que se ha convertido la gestión del Ejecutivo, por lo que esta iniciativa merece ser criticada.

La desigualdad es desde hace tiempo un problema prioritario en numerosos países. Pese a que, en la mayoría de los casos, esa desigualdad se produce al mismo tiempo que han aumentado los ingresos de las capas más pobres, la distancia sideral entre los de arriba y los de abajo, así como las ganancias desorbitantes de los que más tienen, son motivo de enojo y escándalo.

Tiene, por tanto, sentido introducir medidas correctoras que, sin perjudicar la actividad económica, intenten reducir ese abismo exagerado y crear una situación de una mayor igualdad.  Condición imprescindible para que así sea es el estudio pausado y a fondo de las normas aplicar, así como su discusión con los principales agentes económicos y la obtención del mayor consenso político posible con el fin de que el resultado final, más que el de empobrecer a los ricos, sea enriquecer a los pobres. Creo que, en la España actual, es perfectamente posible la aprobación de medidas contra la desigualdad de acuerdo con esas condiciones.

«El Gobierno echa ahora mano de esta nueva división entre ricos y pobres con la esperanza de que, esta vez sí, la sociedad española se rompa profundamente»

Es posible, por supuesto, si se hace de forma seria y no como un eslogan político. Contamos, desafortunadamente, con un Gobierno más inclinado a lo segundo que a lo primero y mucho temo que lo que se pretende, en realidad, es trazar una línea divisoria entre ricos y pobres con la esperanza de que una mayoría de la sociedad se sienta identificada con el segundo grupo y acabe votando por el partido que dice salir en su defensa.

Una actuación así sería lógica en Podemos, que nació como «el partido de la gente» y siempre ha pertenecido al conjunto de fuerzas populistas que brotaron en la última década, tanto en la extrema derecha como en la extrema izquierda. Pero es menos comprensible en un partido como el PSOE, que había sido siempre un garante de la estabilidad de nuestro sistema democrático y de la convivencia.

Dividir a los españoles entre ricos y pobres, además de injusto, falso y estéril, es peligroso porque contribuye a aumentar la polarización que estresa el sistema, desprestigia las instituciones y debilita la democracia. Afortunadamente, nuestra sociedad actúa con más inteligencia y prudencia que nuestra clase política y no ha tardado en arrinconar a las fuerzas que le ofrecían salidas milagrosas desde los dos extremos.

Sin embargo, el Gobierno, carente de otras ideas más rigurosas, insiste en el populismo y el radicalismo como solución para sus problemas de imagen y credibilidad. Superada ya la batalla entre fascistas y buenos ciudadanos, echa ahora mano de esta nueva división entre ricos y pobres con la esperanza de que, esta vez sí, la sociedad española se rompa profundamente y arruine las expectativas de quienes crecen en las encuestas con la promesa de moderación.

4 comentarios
  1. kj26_

    «este recurso de sacarle el dinero a los ricos para dárselo a los pobres, así de burdamente planteado, »

    Me llama la atención los mensajes que hace Sanchez para el telediario y que en cierta medida se recoge en la frase anterior.

    Da la sensación que ‘los ricos’ no pagan ningún impuesto, cuando llevan muchos años sufriendo unas tablas impositivas ‘progresivas’ que hacen que paguen más. Ahora resulta que son poco progresivas y hay que darle más caña al mono.

    Pregunta: cuanta más caña hay que darle al mono para tener contenta a la izquierda progre y comunista que se ha hecho con el gobierno?

    En esta España no se puede vivir. Que nadie se extrañe que los argumentos de secesionistas y otras tribus incidan en este punto.

    Primero hacen un pais donde no se puede vivir, para pasar inmediatamente a decir ‘aqui no hay quien viva’. Sanchez esta bordando la estrategia secesionista.

  2. Ramendi

    Todo lo escrito abajo , está escrito con brocha muy gorda , pero la realidad es que sigue sorprendiéndome a estas alturas que nadie en los partidos grandes que han sostenido esta etapa extraordinaria que hemos vivido en Europa sigan sin corregir el rumbo y se empeñan en insistir en las catástrofes que nos depara la incorrecta visión del electorado sin poner ningún remedio ni aliciente para cambiar nuestro incierto destino.

  3. Ramendi

    Todo lo que hacen los políticos en los últimos tiempos genera división y confrontación, cuando se trata de apoyar a minorías en el desarrollo de sus derechos, se construye un relato atacando a la mayoría. La estupida división entre fascistas y gente normal o buena gente al no haber funcionado rápidamente ha sido sustituida por ricos y pobres; como sugiere el Sr. Caño .
    El resultado, lo estamos viendo día a día y en todos los procesos electorales a los que asistimos en los últimos años. NO ME ENTRA EN LA CABEZA COMO LOS SOCIALISTAS EN EUROPA , en su afán de buscar votos minoritarios y marginales abandonen a su electorado y con ello los principios básicos de la democracia que hemos conocido hasta ayer .
    NO ME ENTRA EN LA CABEZA COMO LOS CONSERVADORES EN EUROPA , reniegan cobardemente de sus principios y raíces ,dejando a su electorado confuso y desorientado.
    Lo que busca la gente hoy no es difícil de entender, será difícil de conseguir pero debemos de recapacitar para acercar lo que añoramos o teníamos a lo que podemos aspirar en este momento y futuro complejo .
    Y desde luego las minorías antisistema y las minorías poderosas no entran en la ecuación… son lo mismo , acabarían con nuestras democracias sin pestañear.

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