THE OBJECTIVE
Javier Rioyo

El gran trimonio del postsocialismo español

«Imagino a nuestros tres ‘caballeros’ socialistas -Sánchez, Illa, Zapatero- en Lanzarote luchando por el bienestar del pueblo desde el Roselló a Venezuela»

El verso suelto
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El gran trimonio del postsocialismo español

El ex primer ministro portugués Antonio Costa y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en Lanzarote.

«Que no sepa Gramática. Que no sepa Poesía. Ni Redacción y Composición.

Que sepa el Mar por la geografía de su cuerpo. Sólo. Que sepa un Sol de oro.

Inastronómico: caja de pinturas: avión.

Pero que no sepa Gramática. Sobre todo»

Agustín Espinosa

El poeta surrealista, el canario Agustín Espinosa, quería construir la geografía integral de Lanzarote. Sustituir lo concreto por lo abstracto. Lo entero por lo íntegro. Murió muy pronto, vivió errático, soñador, contradictorio y ultraísta. Cuando fue profesor en la isla de Lanzarote, quiso amarrar «con doble bramante el equívoco y vulgar Lanza Rota» y soltar las amarras a Sir Lancelot, Lanzarote del Lago. El cervantino, el quijotesco Lanzarote: «Nunca fuera caballero/ de damas tan bien servido/como fuera Lanzarote/cuando de Bretaña vino».

Uno sigue creyendo en aquellos caballeros andantes, esos que parten para soledades y despoblados, para ínsulas e islas con el propósito de ayudar a los «flacos y menesterosos». Así imagino a nuestros tres caballeros socialistas, dos más fofos que flacos y uno atlético tirando a rudo, que se fueron de aventuras a Lanzarote… con el puro espíritu de los héroes que quieren lo mejor para su país. Y con el mejor ánimo puesto en la desintegración integral de aquella geografía que llamábamos España. 

Imagino a estos, nuestros abnegados mandatarios, reunidos en esa isla mítica -que ya lo era mucho antes de que Petrarca la citara, incluso que Sánchez la eligiera- reunidos después de cumplidas sus lecturas y/o sus rezos, más allá de intentar lo mejor para nuestra cultura humanista y cristiana, progresista y desigual, de patera y petenera, me los imagino en su esfuerzo por seguir luchando como cada día, sin vacaciones ni descanso por el bienestar y la libertad de su pueblo, desde el Roselló hasta el Caribe venezolano, desde la calle Serrano hasta Elvas, todo por su patria, matria y cutria. Todo por la limpieza, sin fango ni contradicciones de un pueblo que debe seguir la incierta senda iliberal e inconstitucional de los discursos y caminos marcados por estos tres ídolos del izquierdismo y progresismo bien entendido, bien pagado, bien subvencionado. 

En nuestras afortunadas islas, tan cerca del cielo y del paraíso musulmán, de dioses y de demonios, nuestros mortadelos y puigdemones –Dezcallar dixit y felizmente no calla- rompetechos, zipis, zapes o zapateros, en ellos descansa nuestra tranquilidad, nuestro futuro incierto, desigual e insolidario. Allí, entre el desierto y el océano, en el merecido descanso de nuestros lanzarotes, nuestros quijotes, nuestra esperanza renovadora de la izquierda, estos tres reyes republicanos, estos tres magos sin oriente no descansan, se esconden, callan y traman para bien de los godos y sorpresa de los insulares. Tres hombres y un destino.

Desde Lanzarote, para que todos ustedes puedan apurar sus días de ocio, su derecho a la pereza, ellos construyen el futuro a golpes de mentiras y promesas incumplidas. Y no paran de leer, de adentrarse en el espíritu surrealista y realista de la isla, ya hablaremos de Saramago y su escepticismo comunista venido a votar en blanco, de ponerse al día con las lecturas recomendadas por…ayyy… ¡esa es otra historia! 

«Illa, él solo es una isla independiente; Zapatero, rugiente en silencio. Y, en el pódium, el soberano indiscutido del sanchismo»

En Lanzarote está el gran trimonio del postsocialismo español. Tranquilos todos, monteros incluidos, ellos se encargarán de renovar el mensaje, el camino, la obra y el momio. Con todos ustedes, desde Lanzarote, desde las Canarias, haciéndose de oro y haciendo sus pinitos, actuarán en silencio y sin testigos los tres artistas del momento: Illa, él solo es una isla independiente e inexplicablemente salvada de pandemias y otras endemias. Zapatero, rugiente en silencio, callado como leonés maduro. Y, en el pódium, el más alto caballero que conocieron nuestras políticas, el héroe mundial de su propio universo, el soberano indiscutido del sanchismo. Una transformada manera del socialismo unida a la ficción, la mentira de las verdades, a las mantenidas ínsulas baratarias con sus baratarios pobladores en instituciones y tergiversaciones de distintos ámbitos.

El gran caballero Sánchez y sus escuderos sanchopancistas o, mejor dicho, simplemente sanchistas pues no debemos quitar a nuestro querido Panza su inteligencia, ni su bondad, mezclándolo con otros caminos y caminantes. Sabemos, o más bien queremos creer, que nuestro Sánchez es un buen lector de memorias, rescatador de tumbas y de otros ultras de izquierdas, ¡por favor! Y que ha aprendido del querido Conde, no confundir con el Marqués Viudo de Pontejos y alrededores, Francois René de Chateaubriand: «Toda mentira repetida se convierte en una verdad: imposible no sentir un desprecio absoluto por las opiniones humanas». Sentiremos desprecio, pero NO nos tragaremos la mentira repetida, subvencionada, adornada y aislada desde Lanzarote. 

«¿Y por qué en Lanzarote?». Esta pregunta me dirigió la primera embajadora de nuestra historia en Lisboa, Marta Betanzos -ahora en Pekín… ¿por qué? -en la primera reunión que tuvimos en su despacho, yo como director del Cervantes en Lisboa- otros tiempos, otros responsables- y ella en calidad de flamante socialista y embajadora del Gobierno de Sánchez en Lisboa. Primero me anunció «un tirón de orejas». Ante mi enorme sorpresa, y no estar seguro ni de mi fecha de aniversario, puse cara de asombro. Después lo enmendé con un descontento educado y aseguré que, comprobado el calendario y como no correspondía a mi cumpleaños, daba el tirón por no recibido ni comprendido.

A su peculiar manera quiso explicar y corregir. Se quejaba de que no le había informado de unas celebraciones con Saramago como motivo. Le recordé que tenía una consejera de Cultura -quien podría haber sido designada con más justicia a otros menesteres- que yo era cervantino y estaba dispuesto a toda colaboración, pero sin tirones. Comenzó por mostrarse sorprendida porque la Universidad de Coimbra no la hubiera invitado a unas jornadas de homenaje a Saramago. Le recordé el territorio libre que debe ser una universidad, de Coimbra o Complutense. Aún así le pedía disculpas y me comprometí a que se la invitara gracias a mi mediación, a la del rector y a Pilar del Río, querida iberista, periodista y viuda de José Saramago. Solo que no era eso lo que la interesaba. En realidad, deseaba ser invitada a una cumbre con Pedro Sánchez y Antonio Costa, en Lanzarote, a modo de conmemoración del 20 aniversario de la concesión del Nobel al escritor portugués.

«¿Cómo podía ignorar nuestra embajadora las relaciones de Saramago con Lanzarote, sus libros allí escritos? 

Entonces llegó la pregunta: «¿Por qué en Lanzarote?». Y sentí temblor patriótico y dudas razonables. ¿Era posible que un embajador@ española en Lisboa ni siquiera relacionara a Saramago, el segundo Nobel portugués, el primero en la literatura en lengua portuguesa- tan vinculado a las relaciones, el debate de la izquierda, el mundo de la cultura, el iberismo y sus cercanías a nuestra cultura? ¿Cómo podía ignorar, desde su cargo, las relaciones de Saramago con Lanzarote, su vida allí con Pilar del Río, sus libros allí escritos, sus cuadernos de memorias, sus poemas? 

Verdaderamente resultó desazonador escuchar aquello desde el despacho de nuestra Embajada en Lisboa. O quizá no. Fue la confirmación de que nuestra representación diplomática y el prometedor iberismo de Sánchez, con sus cercanías con el socialismo de Costa, eran tan sorprendentes como la historia de nuestra representación exterior. Toda una historia esperpéntica por contar. Habrá que seguir la senda de Fernando Schwartz que llama a la carrera educación y descanso, Chencho Arias o Jorge Dezcallar, entre otros muchos que, por fortuna, no son tan sorprendentemente ignorantes de la cultura del lugar de su cargo. Y ahora tranquilidad y felicidad para por amigos portugueses, para los iberistas y los españoles que viven en Portugal, llega el diplomático Antonio Ramos con todo bien leído y con ganas de seguir leyendo y sabiendo más de nuestra historia tan cercana y tan mal comprendida. 

La formación e idoneidad de nuestros representantes también debemos hacérnoslo mirar porque es fundamental para nuestro crédito o descrédito. No estamos en buenos momentos. No es bueno pasar de Napoleón a Robespierre ni dejar que Lanzarote sea ese lugar para las risas sobre el turismo en la isla que quiso ser como el sueño de César Manrique y terminó siendo la parodia del turismo pijo de masas, de los falsos paraísos artificiales que contó Houellebecq.

Y Lanzarote es posible y necesario. Es el lugar dónde discutimos y bebimos con Saramago y su familia. El Tías, Pilar, sus vinos, su salmón, sus paisajes y su vida sin invasiones. Un lugar de descanso de socialistas como Antonio Costa, un raro que dimitió por una sospecha que resultó falsa. Un ibérico dialogante, mestizo, no muy alto, no muy atlético, simpático y empático. En fin, menos mal que nos queda Portugal y que Lanzarote se puede salvar. Seamos surrealistas, pidamos lo imposible.  

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