THE OBJECTIVE
Nuria de Madariaga

La biblioteca de Luna

La vida es hermosa. Cuando estamos hastiados a nivel nacional de políticos y corruptelas. De ser gobernados por quienes no han pasado en sus privilegiadas vidas la zozobra de que les ejecuten la hipoteca, les corten la luz o que sus hijos no puedan ir al viaje de fin de curso porque no hay dinero. Es decir, las fatigas de la escasez endémica y el agobio de quienes ni llegan ni alcanzan, mientras ellos, los políticos, se arrebujan en las cálidas cobijas de sus escaños (avíos para el puchero y renta para el casero asegurados), hartos de luchas por el poder y el mando, mientras otros muchos luchan tan solo por sobrevivir, entonces aparecen Luna y su biblioteca ambulante de libros que se duermen acunados por el chac-chac de los cascos y por el suave bamboleo de la yegua al paso.

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La biblioteca de Luna

La vida es hermosa. Cuando estamos hastiados a nivel nacional de políticos y corruptelas. De ser gobernados por quienes no han pasado en sus privilegiadas vidas la zozobra de que les ejecuten la hipoteca, les corten la luz o que sus hijos no puedan ir al viaje de fin de curso porque no hay dinero. Es decir, las fatigas de la escasez endémica y el agobio de quienes ni llegan ni alcanzan, mientras ellos, los políticos, se arrebujan en las cálidas cobijas de sus escaños (avíos para el puchero y renta para el casero asegurados), hartos de luchas por el poder y el mando, mientras otros muchos luchan tan solo por sobrevivir, entonces aparecen Luna y su biblioteca ambulante de libros que se duermen acunados por el chac-chac de los cascos y por el suave bamboleo de la yegua al paso.

Y Luna con sus libros sobados y disfrutados por ávidos lectores rurales que tal vez tengan la suerte de no tener más teclado que un lápiz y un papel, ni más ocasiones de mirar hacia el mundo que las páginas leídas y sentidas, porque no viajan mirando una pantalla sino en el espíritu,la yegua blanca aparece como un sueño. La gentil Luna que merecería acabar sus días en el maravilloso Santuario Gaia que se esconde en algún lugar de Cataluña, Luna es hoy mucho más importante que los pactos de mierda de la ambición política. También la amable Tina, la vaquilla rescatada de crueles tientas de borrachos, cuya historia me relató Sergio Busquet Bravo y me amplió Coque, es mucho más principal sentimentalmente que cualquier político, sea electo o no. Me da igual. No me interesa la política más que en lo relativo a que vengan a joderme, por el resto soporto, como tantos, porque no hay más remedio. Luna es más importante que Rita Barberá, personalmente me importa un carajo Rita Barberá junto a sus comparecencias o incomparecencias, lo que es seguro es que, aquellos que han sido amamantados durante décadas por la ubre pública es raro que acaben ateridos de frío y con dolor de pies en las colas del INEM. No me interesan las historietas de quienes han apacentado con largueza en las praderas públicas, suerte que han tenido. Y me paso directamente por el forro de los huevos los guiños al chavismo o al petrodólar de los ayatolases, mayormente porque no me guiñan a mí, ni guiñan a la gentil Luna con su perfumado equipaje de frases escritas en negro sobre blanco en páginas encuadernadas. ¡Y cómo es el aroma de los libros! Es como el del campo tras la lluvia, siempre el mismo, inalterable, tatuado en nuestro ADN en algún oscuro rincón de la memoria de los ancestros. El primero de entre nosotros cuyos antepasados tuvieron el placer de husmear ese “algo” de humedad, hongos del pergamino, polvo en suspensión, cuero repujado y pigmentos, ese es el más afortunado porque su memoria histórica neuronal es más remota.

Andorrea Luna por los caminos, con las alforjas cargadas de sueños, de risas, de lágrimas, de excitación, de vidas, de paisajes, no de libros perdidos, sino de libros hallados en las manos de los niños y esas alforjas oscilantes van rebosando vida y van a crear la magia de las letras cuando se meten por los ojos y van a parar al alma para colonizarla con invasores de fantasía. La leal Luna, paciente y animosa, es más importante que las investiduras y los imputados por los ERES. De hecho si esta yegua pequeña que seguro que es amiga de Platero (pequeño peludo y suave) abriera los telediarios, todos nos sentiríamos felices y sonreiríamos de contento. Luna provoca contento y hace que rompan las sonrisas y la ilusión en todos, niños y mayores. La actualidad política nacional solo provoca irritación y tedio. Jamás ha estado la ciudadanía tan alejada del amaneramiento de sus políticos y de sus burdas componendas.

Pero la yegua Luna con su librero a la vera tirando de las riendas causa una ternura infinita, si se trasladara a España se me representa la periodista Tamara Crespo de la librería Primera Página de Urueña (la villa castellana del libro y singular mirador de nubes) se me representa esta librera vasca nutriendo las alforjas con miles de palabras, animando a la yegua blanca ¡Ala, Luna bonita, tira que nos vamos…! Y es hermoso. Entonces la vida es también hermosa… Seguro que sí.

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