THE OBJECTIVE
Carme Chaparro

Marc, Ricardo y Javier

– Márchate. Acabas de ver morir a dos compañeros, le pidió Mónica a su marido. Vuelve a casa. – Tengo la obligación de contarlo, le respondió Javier. – Nuestros hijos te necesitan vivo, insistió Mónica. – También los niños sirios necesitan la atención del mundo.

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Marc, Ricardo y Javier

– Márchate. Acabas de ver morir a dos compañeros, le pidió Mónica a su marido. Vuelve a casa.
– Tengo la obligación de contarlo, le respondió Javier.
– Nuestros hijos te necesitan vivo, insistió Mónica.
– También los niños sirios necesitan la atención del mundo.

– Márchate. Acabas de ver morir a dos compañeros, le pidió Mónica a su marido. Vuelve a casa. 

– Tengo la obligación de contarlo, le respondió Javier. 

– Nuestros hijos te necesitan vivo, insistió Mónica. 

– También los niños sirios necesitan la atención del mundo.

Y Javier se quedó. Como Ricardo. Como Marc. Los tres se quedaron en Siria para ser nuestros ojos, para que viéramos desde nuestro confort occidental –sí, confort, a pesar de todo, comparen si no- cómo esos niños sirios iban quedándose sin casa, sin padre, sin madre, sin hermanos, sin vida. Marc, Ricardo y Javier eligieron quedarse, como se quedaron antes en tantas otras guerras, para contarnos el drama de los cien mil civiles sirios muertos y los más de dos millones de refugiados, la mitad de ellos, niños. Sin periodistas allí, el sometimiento y exterminio de la población civil no tendría testigos. 

Como cualquier periodista que va a una guerra, los tres sabían, los tres saben, que caer herido o morir no sólo es son opciones etéreas sino realidades palpables para las que no hace falta ni siquiera doblar la esquina. Puedes morir mientras fotografías a ese niño que llora junto al cadáver de su padre. Puedes morir mientras te arrastras por el suelo para cruzar la calle junto a un grupo de milicianos que buscan una posición defensiva mejor. Puedes morir mientras compartes con unos niños las últimas barritas energéticas que quedan en tu mochila. Puedes morir, incluso, en el único momento de toda la maldita guerra en el que te sientas seguro. Porque es lo que tienen las guerras, que muere gente. 

Pero el tipo de secuestro que están sufriendo los tres, y al menos otra treintena de periodistas en Siria, ha cambiado las reglas, haciendo casi imposible el trabajo de los informadores. En ningún lugar había sido tan peligroso ser periodista como ahora mismo allí. Javier, Ricardo y Marc eligieron ir a Siria para atraer la atención del mundo hacia esa zona oscura. No les dejemos ahora nosotros a ellos en la oscuridad. 

 

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