THE OBJECTIVE
Gerardo Cabrera Campos

No hay otra vida

¿Qué les dirán sus padres? ¿Qué argumentos de esperanza utilizarán cuando un pan sea dividido o cuando tengan que explicar la ideología? Los niños asimilan esas circunstancias, aún cuando son víctimas de los recortes de ayuda humanitaria.

Opinión
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¿Qué les dirán sus padres? ¿Qué argumentos de esperanza utilizarán cuando un pan sea dividido o cuando tengan que explicar la ideología? Los niños asimilan esas circunstancias, aún cuando son víctimas de los recortes de ayuda humanitaria.

Después de dos semanas, regreso a este espacio para referirme a la situación de los niños que sufren las consecuencias directas de la guerra en Siria: el hambre, la suciedad, la no autonomía, el estrés, la creencia infame de que esa vida que llevan es la normal y verdadera, que no existe otro camino más que el de las bombas, las huídas o los gritos de la muerte. Que, ingenuamente, no hay otra forma de vida en esta vida.

¿Qué les dirán sus padres? ¿Qué argumentos de esperanza utilizarán cuando un pan sea dividido o cuando tengan que explicar la ideología? Los niños asimilan esas circunstancias, aún cuando son víctimas de los recortes de ayuda humanitaria. La ONU ya lo hizo, pero tampoco tenemos que reclamarle, sino, como periodistas, informar al mundo la situación de millones de desplazados para que la concientización llegue a todos.

Me traslado ahora a un nuevo mercado de Piura, en el norte del Perú, para contar sobre la situación de cientos de comerciantes desalojados de ciertas avenidas públicas de la ciudad. Ellos están en su derecho de reclamar el tiempo que llevan vendiendo allí, pacíficamente; sin embargo, las autoridades están también en el derecho de promover el orden y la seguridad.

Por un lado, estos comerciantes son humildes y, entre conexiones eléctricas clandestinas, falta de agua, bajo presupuesto y tráfico de puestos, vemos que en ese mundo de caos los niños van por ahí: alzando la madera, llevando el agua para los carpinteros, para sus madres que montan negocios improvisados, incluso de vigilantes de los puestos de venta asignados. Y por el otro, esperan pacientes, conversan entre ellos, tratan de encontrar alegría con juegos improvisados, como si la dificultad fuera solo un momento más que deben sortear para hallar diversión entre esa zozobra infame de apresuramiento y de malas gestiones, así como los niños sirios del campamento Bab Al-Salama.

Y claro, justamente ahora que se lleva a cabo en el Perú la reunión mundial COP 20 (Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), y los ojos del mundo están puestos en este país, como cuenta la periodista Gabriela Wiener.

 

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