Juego peligroso
¿Hemos llegado ya a tal punto de degradación como para utilizar a los niños en la política y en los sentimientos?
¿Hemos llegado ya a tal punto de degradación como para utilizar a los niños en la política y en los sentimientos?
Los Hernández vivían en Badalona. Manuel, el padre, había llegado a Barcelona a finales de los años 60 con la inmigración andaluza. Apenas era un niño entonces. Ahora, presume de ser un excelente taxista.
Estos días estaba eufórico. Su hijo pequeño, Manel de 11 años iba a salir en la tele, eso le había dicho en el colegio. Habían elegido a los más listos de la clase. Manuel lo pregonaba a los cuatro vientos. “Este chico promete. Si sale ya en la tele es porque vale”.
En la cena, lo comentaban. Todos felices.
–¿Y qué es lo que vas a decir en la tele?
–Lo estamos ensayando ya. ¿Queréis que os lo haga ahora? Mirad… a ver si me acuerdo… sí… ejem… CATALUÑA QUIERE LA INDEPENDENCIA, ESPAÑA NOS ROBA, LO QUE PRODUCE CATALUÑA SE LO LLEVAN A MADRID, CATALUÑA INDEPENDIENTE…
Silencio total en el comedor. No se lo podían creer. Pero el pequeño Manel repetía a voz en grito la consigna aprendida, sin entender lo que gritaba. Estaba feliz. Iba a salir en la tele. Y salió, nada menos que en los telediarios. El padre no volvió a mencionar nunca la aparición mediática de su hijo.
A setecientos kilómetros de distancia, en Tordesillas, los Hurtado celebraban felices que los organizadores de la fiesta del Toro de la Vega, hubieran seleccionado al pequeño Arturito como uno de los niños que grabarían para las teles el mensaje de su organización. La alegría reinaba en casa de los Hurtado. El niño repetía una y otra vez ante el espejo, ensayando.
–LO NUESTRO ES TRADICIÓN, NO UNA SALVAJADA SANGRIENTA. LANCEAR AL TORO ES UNA FIESTA. YO SERÉ LANCERO DE MAYOR.
¿Hemos llegado ya a tal punto de degradación como para utilizar a los niños en la política y en los sentimientos?