¡Váyanse a la mierda!

Estamos estragados de las vidas de personas que el mundo mediático ha colocado sin fundamento en los titulares, y que a la postre, se “retiran” convertidos en tertulianos de lo eterno, publicando sus memorias

Desde que se inicia la partida de la vida hasta que las circunstancias o la evidencia te dicen que debes retirarte del mercado, pasan unos cuantos años, o una vida entera haciendo quién sabe qué. Uno llega solo al final y, mirando atrás puedes arrepentirte, sentirte orgulloso, o pensar “que me quiten lo bailao”.

Luis Aragonés se retira después de años de pena y de gloria, cansado de la edad y del banquillo. Después de cuatro años como seleccionador nacional y de llevar a España a la victoria en la Eurocopa del 2008, este hombre dice que se retira del fútbol.

¿Cuantos presidentes, dictadores, jueces y magistrados, vejestorios perdidos, iluminados y acostumbrados a justificar lo que pasa por delante de sus despachos deberían en consecuencia hacer lo mismo?

Estamos estragados de las vidas de personas que el mundo mediático ha colocado por azar y sin ningún fundamento en los titulares, y que a la postre, a nada que se “retiran” se convierten en pesados tertulianos de lo eterno, publicando sus memorias como si el hecho de ser presidente de algo conllevara la obligación de seguir dando por saco después de su mandato.

La gente de a pie observamos los titulares del petardeo con la distancia oportuna de los años luz que nos separa de las memorias de estos individuos.

No sé quién comprará las memorias de Felipe González, Aznar o Zapatero. El precio de venta de sus coñazos mentirosos es carísimo. El que nos cobraron en directo fue mucho mayor, eso sí.
Ahora puedes encender la radio por las mañanas y seguir padeciendo lo que a su juicio pudo ser y no fue, o por qué esto que está pasando es debido a aquello que unos u otros debieron hacer y no hicieron (o si).

Como dijo en su día mi difunto amigo Labordeta, ¡Váyanse a la mierda!