Perro mundo

Conrado Balducci, en algún tiempo alto capitoste del Vaticano, conocido exorcista y demonólogo, se ha despachado esta semana en un periódico italiano diciendo que el Vaticano tiene relaciones con extraterrestres.

Conrado Balducci, en algún tiempo alto capitoste del Vaticano, conocido exorcista y demonólogo, muy amigo de Paloma Gómez Borrero, se ha despachado esta semana en un periódico italiano diciendo que el Vaticano tiene relaciones con extraterrestres desde hace algún tiempo.

Casi nada. El Vaticano no ha hecho comentario ante tal notición, que seguramente, no tiene ningún fundamento, y cuya justificación seguramente reside en un «vahído» que le haya podido dar al tal Balducci. Pero es que además, los extraterrestres, si los hay, seguramente pertenecerían a una raza muy superior a la nuestra, más inteligente, seguramente más sensata, a la que no les debemos interesar para nada.

¿Cómo va a interesar a nadie de por ahí, en el espacio exterior, un pequeño mundo como el nuestro en constante e inexplicable ebullición? A poco que se hubieren informado, cómo explicar el desastre de Siria, la tragedia de una guerra sin cuartel en la que todo vale, con miles de muertos sin que a nadie parezca interesar mucho su fin. O los tumultuosos días de Ucrania, con muertos ya en las estadísticas en Kiev. Y eso por no seguir con la lista a la que podríamos añadir las guerras y revueltas de Sudán del Sur, Irak y últimamente el terrorismo en Egipto con consecuencias tremendas para su gran industria que es el turismo. De Venezuela, ni hablamos. Como de tantos otros puntos del planeta que viven en constante zozobra.

Por si fuera poco, en Estados Unidos, el país más rico de la tierra, símbolo del poderío, la tierra prometida, exhibe estos días colas interminables a las puertas de las oenegés que reparten comida a los pobres en busca de algo para comer. Dicen que hay unos 48 millones de pobres censados. La crisis famélica también ha llegado a los Estados Unidos de América.

Con este panorama serían tontos los extraterrestres en adoptarnos, en conquistarnos o en someternos. ¿Para qué? Seguramente piensen que esto no tiene remedio. Que nosotros no tenemos remedio.