Putin atemorizado

Compadezco a Putin. Pobre. No debe de pegar ojo. La presión internacional ejercida sobre él es inhumana. Lo último ha sido el comunicado del G-7 mostrando su disgusto por la política rusa en Crimea.

Compadezco a Putin. Pobre. No debe de pegar ojo. La presión internacional ejercida sobre él es inhumana. Lo último ha sido el comunicado del G-7 mostrando su disgusto por la política rusa en Crimea. Los presidentes de los países más poderosos acosan al seráfico jefe del Kremlin de un modo tan cruel que amenazan incluso con no enviarle un christmas la próxima Navidad. Terrible.

La atroz severidad sólo es comparable a la temible reacción de EEUU desde que el espía Snowden se pasea por Moscú como Petrof por su dacha. Si la nueva KGB todavía no ha extraditado al chivato que destapó las cloacas de la Agencia de Seguridad Norteamericana no ha sido por dejadez. En absoluto. Es que están tan impresionados por las serias advertencias de Obama que no han podido ni reaccionar aún.

Es posible que el presidente ruso le esté pegando un bocado a Europa empleando mercenarios que apalean a todo el que no se trague la ensaladilla rusa, pero eso no justifica tan feroz reacción de Occidente. El nuevo lenguaje diplomático contempla términos complementarios de ultimátum, como penultimátum, antepenultimátum y así. Al menos, hasta que Putin establezca su frontera a la altura de Sigüenza. La comunidad internacional no es quién para invadir el ámbito de decisiones de un país que invade otro país. Hay organismos oficiales para actuar contundentemente en esos casos. Por ejemplo, la ONU. Creo haberles contado ya que esta institución funciona con arreglo a tres principios. Si surge un problema entre una potencia y un país pequeño, desaparece el país pequeño. Si el conflicto es entre dos países pequeños, desaparece el problema. Y si el enfrentamiento se produce entre dos potencias, entonces la que desaparece es la ONU.

Crimea dice querer la independencia, pero camina hacia la dependencia de Rusia.