La Iglesia y los inmigrantes
Continúa el drama en la frontera española de Melilla. Y continúa la izquierda clamando contra el gobierno y contra el capitalismo y contra la madre que parió a todo el mundo occidental.
Continúa el drama en la frontera española de Melilla. Y continúa la izquierda clamando contra el gobierno y contra el capitalismo y contra la madre que parió a todo el mundo occidental.
Continúa el drama en la frontera española de Melilla. Y continúa la izquierda clamando contra el gobierno y contra el capitalismo y contra la madre que parió a todo el mundo occidental. Lo hace desde confortables cátedras universitarias, desde serios despachos en las sedes de sus partidos, desde cualquier micrófono afín y desde las televisiones que dan pábulo -y un dinero indecente- a presentadores con media barba y gafas de pasta. Grita la izquierda como los viejos revolucionarios de salón, como siempre. Y gritan los pijoprogres con el gintonic en la mano y las zapatillas de marca. Sin embargo, los pobres siguen yendo a las puertas de las iglesias y no a los edificios de los partidos o de los sindicatos, esos hipócritas corruptos.
Por eso, en este triste asunto, también como siempre, los únicos que de verdad hacen algo son los católicos. Recientemente, el obispo de Tánger, el español Mons. Santiago Agredo Martínez, ha denunciado con contundencia: «Es inaceptable que haya fronteras impermeables para los pacíficos de la tierra, y no las haya para el dinero de la corrupción, para el turismo sexual, para la trata de personas, para el comercio de armas.»
Las iniciativas católicas de ayuda se multiplican, de la misma manera que se ha multiplicado Cáritas para paliar el hambre de millones de parados y deshauciados en España. Una de esas formas concretas de ayuda es la Fundación Amaranta, impulsada por las Religiosas Adoratrices, que trabaja con el colectivo más vulnerable de estos inmigrantes: las mujeres que, engañadas con falsas promesas, son trasladadas a España para ser moneda de cambio sexual. Causa vergüenza saber que España es el primer país de la U.E. en consumo de prostitución y que ésta, organizada y dirigida por mafias con turbios tentáculos, genera unos ingresos diarios de 5 millones de euros.
Digo yo que las pelotas de goma que se usan contra los inmigrantes se podrían lanzar a las mismas pelotas de los mafiosos y de sus cómplices políticos, españoles, europeos o gringos. Nadie arriesga su vida por gusto y, mucho menos, los pobres y los pacíficos de la tierra.