THE OBJECTIVE
Teresa Viejo

Abandonad@s

Las cifras no son números, son ojos rasgados y negros como el carbón. La estadística es una boca a medio llenar. El vacío de unos brazos que no están cerca. La orfandad del abandono, peor aún que la de la muerte de los progenitores.

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Abandonad@s

Las cifras no son números, son ojos rasgados y negros como el carbón. La estadística es una boca a medio llenar. El vacío de unos brazos que no están cerca. La orfandad del abandono, peor aún que la de la muerte de los progenitores.

Las cifras no son números, son ojos rasgados y negros como el carbón. La estadística es una boca a medio llenar. El vacío de unos brazos que no están cerca. La orfandad del abandono, peor aún que la de la muerte de los progenitores. 

Una foto se convierte casi siempre en subterfugio de la historia que se embosca tras la cautivadora imagen, pero ésta admite pocas evasivas. Es obvia y descarnada. Ellos están ahí, solos, participando de una actividad cotidiana sin una mano adulta que les enseñe a comer o les limpie. No entro en la política del hijo único ni en esas sociedades que premian los nacimientos de varones –y podría, porque la necedad humana sustentada en la religión o la costumbre da para mucho-, prefiero pararme en lo medular: ¿qué madre o padre es capaz de renegar de un hijo como de un objeto inservible?¿Puede considerarse un individuo sano mentalmente? ¿Está capacitado para suscribir decisiones congruentes? ¿Para gestionar actividades con responsabilidad hacia los demás? ¿Es alguien a quien uno confiaría su salud o delegaría su voto?

¿Duerme las noches posteriores a dejar el hijo en un orfanato habilitado por el propio gobierno para recoger a los vástagos no deseados? ¿Lo hace el resto de los días de su vida?A veces el ser humano suscribe acciones contra natura y en ese caso no son sus congéneres quienes le juzgan, sino él mismo. Pero cuando esto sucede una larva corrosiva se va gestando dentro como una tenia hasta devorar las entrañas. No hay olvido que valga. Ni perdón. La culpa arrasa con todo. Con independencia del nivel socio-cultural de los padres, la mirada de esos hijos les acompañará siempre. Al igual que lo que pudo hacer sido y no fue, la sombra del error que tiene ojos negros y mocos en la nariz. 

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