Incineración obligatoria
Tras una vida de entrega a los demás en África, el Ébola se ha llevado al hermano Pajares. Le ha matado. No hay vacuna, no hay tratamiento. Sí, hay un medicamento experimental, el ZMapp, pero no ha dado resultado.
Tras una vida de entrega a los demás en África, el Ébola se ha llevado al hermano Pajares. Le ha matado. No hay vacuna, no hay tratamiento. Sí, hay un medicamento experimental, el ZMapp, pero no ha dado resultado.
Un test fallido ha cambiado el rumbo de la historia de los miembros de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (OHSJD). Unos de sus hermanos, el religioso Miguel Pajares de 75 años, trabajaba hasta hace pocos días en el hospital San José de Monrovia, capital de la República de Liberia. El director camerunés del centro hospitalario, Patrick Nshamdze, se había realizado las pruebas que detectaban el virus, pero un test que dio falso negativo les jugó una mala pasada. A él y a los de su alrededor.
La actitud del religioso Pajares no fue otra que relajarse y retomar el contacto con el paciente, lo que le llevó a contagiarse. Junto a él sus compañeros religiosos, George Combey y la hermana Chantal Pascaline, también han sufrido la enfermedad. Los cuatro han muerto.
Tras una vida de entrega a los demás en África, el Ébola se ha llevado al hermano Pajares. Le ha matado. No hay vacuna, no hay tratamiento. Sí, hay un medicamento experimental, el ZMapp, producido a base de anticuerpos creados en la sangre de ratones pero, no ha dado resultado.
Miguel Pajares fue trasladado a Madrid el pasado 6 de agosto con la esperanza de salvar su vida. Se desplegó un operativo aparatoso para traer al religioso a su país. Pero ha sido en vano. Su cuerpo no descansará intacto. El protocolo «indica» que hay que sellar e incinerar el cadáver para que no se produzcan más contagios. Una incineración que resulta, al fin y al cabo, obligatoria.
