THE OBJECTIVE
Nestor Barreira

Morir como perros. Vivir como santos

La incultura es el mayor peligro para el propio hombre. El exceso de cultura a veces también. Algunos que luchan contra ciertos dogmas pagan con sus vidas “verdades” muy difíciles de cambiar.

Opinión
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Morir como perros. Vivir como santos

La incultura es el mayor peligro para el propio hombre. El exceso de cultura a veces también. Algunos que luchan contra ciertos dogmas pagan con sus vidas “verdades” muy difíciles de cambiar.

Dios seguro que no ha salvado a 6 sanitarios que intentaban con buenas palabras concienciar a ciudadanos guineanos de los peligros del ébola. Ese mismo Dios que seguro piensan que les va a salvar contra el mismísimo diablo.  Algo que les hace escupir sangre y morir tirados en la calle como perros.

“En los últimos días”, como dice la noticia en The Objective, “se han producido varios accidentes con gente que reniega del virus y agreden a los trabajadores sanitarios”.  La incultura es el mayor peligro para el propio hombre. El exceso de cultura a veces también. Algunos que luchan contra ciertos dogmas pagan con sus vidas “verdades” muy difíciles de cambiar.

Leyendo esto me vino a la cabeza el trabajo que hice hace 15 años con la ONG Solidaridad Internacional. Construíamos letrinas en la población de Gracias, en Honduras. Zona de extrema pobreza y escasa educación. Lo primero allí es comer, subsistir. Lo segundo viene después de todo lo anterior.

Había que explicarle a esos paisanos, como a la gente de Guinea, que la taza del wáter que habíamos construido sobre una profunda fosa séptica, servía para hacer caca dentro y no fuera. Lo complicado no era construirla. Lo complicado era explicarles cómo se utilizaba y por qué debían de utilizarla. Que si no lo hacían así corrían el peligro de contraer graves enfermedades: “Los animales comerán vuestras heces. Y vuestros hijos jugarán con esos animales, se llevarán las manos a la boca y caerán enfermos por no mantener un cierto grado de higiene”.
 
De las 50 letrinas que pudimos levantar, más de la mitad acabaron convertidas en cobertizos improvisados para conservar maíz, yuca y demás elementos. De todo menos para lo que fueron construidas.

Pues imagínense lo que debe ser convencer a un paisano guineano que algo que no ves, el ébola, te puede matar. Viene a ser como hablar del diablo o peor. Algo que te quita la vida. Todavía buscan a los 6 cooperantes desaparecidos en Guinea.

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