Sin maquillaje

Nos estamos convirtiendo en sociedades en las que se mide el tener olvidándose del ser; Se da más importancia al qué o cuánto tenemos en vez de medir lo que somos o podemos ser…

Me sorprendo por la polémica que ha suscitado la publicación de unas fotografías. Se trata de las imágenes de una mujer. La protagonista es una reconocida cantante de 33 años, llamada Beyoncé.

El origen de esta discusión se encuentra, al parecer, en una campaña publicitaria en la que habría trabajado la cantante y en la que se observa su rostro sin los retoques habitualmente utilizados por los programas informáticos.

Me parece preocupante que cualquier persona, hombre o mujer, tenga que ser visto con el constante filtro que ofrece la digitalización. Soy consciente de la relevancia que tiene una imagen atractiva, máxime para los sectores en los que trabajan estos profesionales (artistas, modelos, cantantes) y para los consumidores a los que se dirigen. Pero lo cierto es que con el abuso en el tratamiento de las imágenes, la belleza natural, cada día se aleja más.

Hoy en día, todo se mide: Se mide el cuerpo de las mujeres, la altura de los hombres, se mide su grado de poder o influencia, hasta la riqueza o el patrimonio de las personas son analizados y medidos en las listas de revistas especializadas.

Nos estamos convirtiendo en sociedades en las que se mide el tener olvidándose del ser; Se da más importancia al qué o cuánto tenemos en vez de medir lo que somos o podemos ser…

Si hablamos de medir la belleza, será difícil ponerse de acuerdo sobre sus parámetros objetivos, lo cierto es que, la propia belleza, siempre será un concepto subjetivo, en cualquier caso, como aseveró Ortega y Gasset; “la belleza que atrae, rara vez coincide con la belleza que enamora”

Lo que sí puede cuantificarse de forma más objetiva es el nivel de principios y valores con los que una sociedad pretende dotarse y, a mi modo de ver, con exceso de maquillaje será difícil resaltar uno de sus principales valores: La autenticidad.