Estupilandia
La libertad de opinión termina dónde empiezan los derechos fundamentales de otra persona y, en este caso, el pensar que alguien merece un tiro en la cabeza por ser gay es ofensivo para toda la raza humana
La libertad de opinión termina dónde empiezan los derechos fundamentales de otra persona y, en este caso, el pensar que alguien merece un tiro en la cabeza por ser gay es ofensivo para toda la raza humana
Bienvenidos a Estupilandia el país de las barras y estrellas donde cualquier propuesta de ley es tenida en cuenta y solo basta con que 360.000 estúpidos la firmen para convertirla en ley. Al estilo ISIS un abogado propone en California una ley para ejecutar a los gays con su ‘Ley de supresión de sodomía’, propone prohibir así la homosexualidad y castigarla con la ejecución del homosexual y abre la la polémica en Estados Unidos.
La propuesta, que espero tenga pocas probabilidades de avanzar (necesitaría 360.000 firmas), fue presentada por el abogado Matthew McLaughlin de la oficina del fiscal general de California la semana pasada, pagando su correspondiente tarifa de 200 doláres y alegando que «el abominable crimen contra la naturaleza conocido como sodomía es un mal monstruoso que Dios todopoderoso, dador de libertad, nos ordena reprimir so pena de nuestra destrucción total, así como destruyó Sodoma y Gomorra, y dado que es mejor que los delincuentes mueran antes de que todos nosotros seamos asesinados por la justa ira de Dios el pueblo de California pide sabiamente, en el temor de Dios, que cualquier persona que voluntariamente toque a otra persona del mismo sexo para obtener satisfacción sexual debe morir de un tiro en la cabeza o por cualquier otro método conveniente», escribe y se queda tan tranquilo.
Desde luego debo decir que yo lo he leído y no me he quedado tan tranquila, ha conseguido indignarme, pero no contra el homosexual si no contra él y los que cómo él se creen con derechos a expresar ese tipo de opinión. Porque la libertad de opinión termina dónde empiezan los derechos fundamentales de otra persona y, en este caso, el pensar que alguien merece un tiro en la cabeza por ser gay es ofensivo para toda la raza humana.
Después nos horrorizamos con justa indignación cuando observamos como queman en países bárbaros a personas vivas en jaulas, pero aquí tenemos una barbaridad igual dicha por este abogado tan librepensador el señor McLaughlin, a quién le deseo un arco iris de felicidad en su vida.