Mensaje al vacío
Todos damos por sentado que no estamos solos, que más seres vivos, razas o incluso civilizaciones pueblan nuestro universo inmenso. Es lo lógico. Si hay un piojo, por pelotas tiene que haber más.
Todos damos por sentado que no estamos solos, que más seres vivos, razas o incluso civilizaciones pueblan nuestro universo inmenso. Es lo lógico. Si hay un piojo, por pelotas tiene que haber más.
Todos damos por sentado que no estamos solos, que más seres vivos, razas o incluso civilizaciones pueblan nuestro universo inmenso. Es lo lógico. Si hay un piojo, por pelotas tiene que haber más.
Y por eso mandamos mensajes al espacio, como el de la foto, para ver si lo desconocido nos llega a oír; para que sepan quiénes somos, cómo somos. Mientras, tememos con su posible reacción. ¿Serán amistosos? ¿Vendrán a colonizarnos? ¿Pasarán como de comer mierda?
Aunque suene descabellado, se me ocurre un supuesto. El único, por cierto, que a día de hoy es real. ¿Y si no hay nadie más ahí fuera? ¿Y si lo que importa está aquí dentro? Será, cuando nos creamos únicos, el día en que descubramos la importancia de la humanidad. Éramos elegidos, accidentados, abandonados para desentrañar los misterios del delirante caos.
Si llega ese día, nos percataremos de que no había extraterrestres. Solo terrestres extraños que cohabitaban un mismo planeta. Que se ayudan, que se matan y que pasan como de comer mierda entre ellos. El día en que nos demos cuenta de quiénes fuimos; de cómo fuimos. Vecinos, barrios, pueblos, ciudades, provincias, países anexos que no se soportan. Que se tienen miedo por desconocimiento. Que están a años luz de distancia.
Lo malo es que si llega ese día, lo hará tarde. Cuando el ansia del yo, del mío, nos aniquile o, me da igual, cuando unos seres verdes bajen a matarnos con rayos láser. Ese día al borde de la extinción, echaremos la vista atrás y nos arrepentiremos por lo que pudimos haber sido. Ese día futuro en que nos demos cuenta de lo imbéciles que fuimos empujando cada uno hacia el lado de tierra en que nació. En sentidos opuestos sin sentido. Hermanos en guerra que hicieron del planeta azul una bola de fuego.
Ese día, los mensajes al vacío, esos que decían quiénes y cómo éramos, cobrarán sentido. Caerán sobre nosotros.