América contra Engels
Si el subteniente Bonaparte hubiese muerto en Tolón, otro subteniente hubiese llegado a ser primer cónsul. Esta famosa frase de Engels resume de alguna manera la tosquedad monista del materialismo histórico a pesar de todas las sutilezas de análisis histórico que Marx desplegó en su ingente obra filosófica
Si el subteniente Bonaparte hubiese muerto en Tolón, otro subteniente hubiese llegado a ser primer cónsul. Esta famosa frase de Engels resume de alguna manera la tosquedad monista del materialismo histórico a pesar de todas las sutilezas de análisis histórico que Marx desplegó en su ingente obra filosófica
“Si el subteniente Bonaparte hubiese muerto en Tolón, otro subteniente hubiese llegado a ser primer cónsul”. Esta famosa frase de Engels resume de alguna manera la tosquedad monista del materialismo histórico a pesar de todas las sutilezas de análisis histórico que Marx desplegó en su ingente obra filosófica.
Por su parte, los gringos, que siempre han sido muy amantes de la historia-ficción y han concedido páginas y horas de cine y televisión a sus héroes nacionales, nunca se llevaron bien con la idea de que la historia está recorrida por líneas de fuerza que superan la desaforada imaginación del gringo hecho a sí mismo en la conquista del Oeste, hasta el punto de llegar al extremo que presenta la frase de Engels. Una encuesta realizada por el New York Times preguntaba a los estadounidenses si matarían al niño Hitler en caso de poder viajar en el tiempo. Jeb Bush, candidato a candidato presidencial por el Partido Republicano, ha asegurado que lo mataría sin pestañear.
La convicción de Jeb Bush es ontológicamente opuesta a la de Engels, pues según la teoría de este último, si el oscuro pintor austriaco hubiese muerto jovencito, otro oscuro pintor austriaco hubiese llegado a ser führer del Reich de los 12 años. Para Bush, con Hitler muerto, el horror de la II Guerra Mundial no hubiese acontecido. Aunque pensándolo bien, sin la II Guerra Mundial, EEUU no sería la superpotencia que fue durante toda la segunda mitad del s. XX y hasta ahora. A lo mejor Jeb Bush debería pensarlo dos veces antes de matar al austriaco, pero no pensarían lo mismo muchos judíos, gitanos y eslavos que murieron en los campos de concentración.
Y es que el problema de las líneas de fuerza históricas tal como las concebía Engels deja fuera los planes y programas de los individuos y grupos enfrentados entre sí a lo largo de la historia, entre otras variables. Hay que ver en qué cosas más filosóficamente interesantes se entretienen los gringos.