THE OBJECTIVE
Nuria de Madariaga

Las sombras de la integración y la “yihadista española”

Voy a aprovechar las circunstancias de la detención de esas yihadistas, supuestamente “españolas de origen marroquí” para dos cosas. En primer lugar para reafirmarme en mi convicción de que a aquellos enemigos declarados de Occidente que pretenden viajar a la yihad se les deberían dar todas las facilidades y ventajas, la primera la pérdida automática y sin más trámites, de la nacionalidad europea de la que se estén aprovechando y la segunda todos los medios necesarios para que se vayan lo más lejos posibles y no regresen jamás ¿O es que existe alguna ventaja para la sociedad en tener a fieras enjauladas durante años en cárceles? ¿Se quieren ir a la guerra? Pues que se vayan tomando directamente por el culo, lo mismo allí hay suerte y el Presidente Putin los revienta en un bombardeo en beneficio de la Humanidad. Torpeza institucional.

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Las sombras de la integración y la “yihadista española”

Voy a aprovechar las circunstancias de la detención de esas yihadistas, supuestamente “españolas de origen marroquí” para dos cosas. En primer lugar para reafirmarme en mi convicción de que a aquellos enemigos declarados de Occidente que pretenden viajar a la yihad se les deberían dar todas las facilidades y ventajas, la primera la pérdida automática y sin más trámites, de la nacionalidad europea de la que se estén aprovechando y la segunda todos los medios necesarios para que se vayan lo más lejos posibles y no regresen jamás ¿O es que existe alguna ventaja para la sociedad en tener a fieras enjauladas durante años en cárceles? ¿Se quieren ir a la guerra? Pues que se vayan tomando directamente por el culo, lo mismo allí hay suerte y el Presidente Putin los revienta en un bombardeo en beneficio de la Humanidad. Torpeza institucional.

El primer error garrafal es no desposeer de la nacionalidad en un trámite de un cuarto de hora a nuestros enemigos declarados, incluso si son españoles de origen y de ADN porque en este caso son enfermos mentales, pero la mayoría no lo son, me refiero a que no son europeos de ADN y no a que no sean también unos tarados. Los europeos pagaremos sin duda la estulticia de nuestros políticos. Y ahora voy a “la segunda cosa” para ello invento una historia en la que trato de desentrañar las tripas de esas nacionalidades regaladas con supuesta “integración” incluida que a nada conducen porque no transforman la realidad. ¿Yihadistas españolas?. Para indagar en los sentimientos me invento una fábula, que no es de una yihadista nacida en España, sino todo lo contrario:

“Me llamo María del Carmen Pérez Rodríguez y soy coreana, Mi padre es Pepe Pérez (aquí le llaman Pepe-Pé porque los apellidos de esta gente tienen una sola sílaba) y nació en Cádiz y mi madre es María del Carmen Rodríguez y es del Puerto de Santa María. Mi padre fue contratado por una empresa coreana que pagaba y paga buenos dineros, por eso yo nací en Seúl y soy legalmente coreana. Mi idioma natal es el español con acento gaditano, que tiene toda la gracia, pero en Corea hay que hablar el hangeul o coreano que no sirve para contar chistes ni para cantar tanguillos de Cádiz que son lo mejor. Algunos compañeros me han acusado de no “querer” integrarme en mi país y en no “sentir” Corea como mi patria. Pero en verdad a mí Corea, la dominación japonesa y los conflictos con los desgraciados de Corea del Norte me importan mayormente un carajo, porque ni es mi Historia, ni es mi pueblo, ni lo llevo grabado en el ADN y me irrita el tener que vivir en Seúl y no en Cádiz, pero con las mismas ventajas que tenemos aquí. Soy coreana, eso pone en mi pasaporte, pero lo soy por necesidad y eso me amarga.

En mi casa los domingos se hace paella y la comida es siempre española, el arroz que come esta gente y sus vegetales fermentados de mierda, nos parecen asquerosos. Mi madre dice que comen “porquerías” y al principio de estar aquí, cuando se perdió nuestro perro que se llamaba Rufo mi madre acusó a los vecinos de haberlo raptado para comérselo y le entró una depresión. Los coreanos, como han tenido muchas hambrunas se han acostumbrado a comer de todo y a comérselo todo, para ellos los perros son carne limpia con muchas proteínas. A mí no me importan las hambrunas coreanas sino las fatigas que pasaron mis bisabuelos paternos y maternos en Barbate y Sanlúcar en nuestra Guerra Civil, a un abuelo le mataron los nacionales “por rojo” y al otro los republicanos por ser fascista. Mis abuelos paternos y maternos vivieron la posguerra y el racionamiento y las familias se conocieron en La Línea de la Concepción donde se dedicaban al estraperlo con Gibraltar y las mujeres y los hombres eran pescadores. ¡Ay esa fritura andaluza! No las guarrerías que se tragan aquí ¡Ay esos embutidos ibéricos y ese lomo en manteca!. A los coreanos les da asco, claro, no son carne picada de mascota. En mi casa el habla es andaluza, nos gustan Rocío Jurado y la Pantoja y todas las Nocheviejas nuestras, los poquitos españoles que estamos, ponemos el “Suspiros de España” y se nos parte el corazón de tanta añoranza que tenemos y si suenan “La Carita Divina” o “Los campanilleros” lloramos a moco tendido y le tenemos más odio aún si cabe a esta gente que oyen nuestros villancicos y ni se inmutan, aunque hay cristianos, pero más budistas y de Confucio y de cosas de chinos y les dan asco los mantecados cuando ellos se comen hasta las hormigas y las cucarachas. Pero con todo y con eso soy coreana y tengo los derechos que mis leyes me otorgan, sobre todo el derecho a la educación. ¿A la educación? Mierda para sus bocas, estos coreanos están fatal de la cabeza, para ellos el maestro es “sagrado” aunque sea un muermo, la educación “una inversión de futuro” y las familias piden créditos para que sus pobres hijos, después de ocho horas en la escuela tengan clases particulares y más profesores, al menos otras cinco horas más. De todo eso mis padres dicen que nada de nada, que después de la escuela a casa y que el único crédito que pagan es por el chalet del Puerto de Santa María para las vacaciones y para el futuro. Aquí los padres se arruinan por los estudios dicen que “aman el conocimiento” con el mismo tono que yo digo “¡Viva la Blanca Paloma!” y compiten. Compiten los padres y los alumnos, así que yo he sido por tradición la más burra de la clase y “la española” aunque soy de Seúl, pero estos chiflados nunca me han considerado “propia” y yo les aborrezco con esa ansiedad por aprender, peleándose siempre, a ver quien gasta más dinero en profesores particulares porque eso es tener más mérito. ¡Y cuando hay exámenes muchos padres se quedan rezando en la puerta de la escuela! Y queman varillas de incienso y hacen reverencias a los dioses de ellos. En mi casa nos hartamos de reír ¡Mañana iba a rezar mi madre el santo rosario de rodillas en la puerta del colegio por un aprobado! Fanáticos, aburridos y encima los chicos no valen nada, a mí me gusta un tipo Julio Iglesias y no estos medio enanos caras de bollo que ni saben pronunciar bien mi nombre. Y yo mi nombre no “lo coreanizo” porque eso me parece una derrota, que ellos han ganado. Y no como sus revoltijos porque me dan asco y prefiero un huevo frito con patatas y su pedazo de longaniza jugosa. Amo a las mascotas y estos coreanos dicen que la carne de perro ya se come muy poco, pero mi madre después de lo de su Rufo dice que no, que estos coreanos se comen hasta las boñigas de las cabras, que son muy inteligentes, saben mucho, sacan muchas licenciaturas y tienen de lo mejor y más moderno y “mucha civilización”. Yo digo que para civilización la nuestra que venimos de Atapuerca y somos iberos, celtas, fenicios, curetes, astures y atlantes y hubo un momento en el que, en nuestro Imperio, nunca se ponía el sol y nuestro idioma es el segundo más hablado del mundo : el español.

Cuando vamos al Puerto de Santa María un mes de vacaciones, como he nacido en Corea me dicen “Mari Carmen la Coreana” y me envidian mi móvil de última generación, que me miren el móvil me gusta que me digan “la Coreana” me ofende así que yo les digo “me cago en vuestros muertos” con acento de Cádiz y ya se olvidan de que soy de Corea. Por derecho. Porque he nacido en Corea y tengo esa nacionalidad y mi casa de Seúl tiene las últimas tecnologías que aparecen aunque luego huela siempre un poco a fritanga. Pero preferimos la fritanga a comernos un caniche o un grillo asqueroso. Y prefiero ser la peor alumna de la clase a estar quince horas al día “invirtiendo en conocimiento”.

¿Qué no me integro? Bueno, por haber nacido en Seúl no voy a integrarme por obligación, ni es mi Historia, ni es mi raza, ni es mi religión, ni es mi idioma, ni son mis costumbres. Porque, la verdad verdadera es que soy una española nacida en Corea, pero no tengo nada más en común con ellos, aprovecharme de las ventajas sí, pero tragarme su cultura no, porque ni es la mía ni la quiero. Mi sangre es andaluza, como la de mis ancestros, desde antes de que, las bailarinas de Gades, bailaran tocando los crótalos ante los nobles del Imperio Romano. Mi sangre es de la Iberia Vieja. Me hayan parido en Seúl o en el Polo Norte, que eso son caprichos del destino o una broma geográfica de mal gusto, pero eso no lo digo en Seúl porque no me conviene, pero lo sabemos dos: España y yo.”

Esta es la fábula de “la integración” que cada cual la interprete como apetezca y elija los paralelismos que consideren adecuados. Es así.

 

Quiero dedicar este articulo a dos mujeres: Mercedes Valdivia García, escritora. Y Margarita Prado Fernández abogada.

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