Cuotas rosas en la roca
Los hombres suelen ser más arriesgados que las mujeres. Al menos en algunos ámbitos, como los que entrañan cierto desafío físico. En los San Fermines, por ejemplo, son más los varones quienes deciden participar de esa larga carrera delante del toro. La temeridad, que no la valentía, se lleva bien con la estupidez.
Los hombres suelen ser más arriesgados que las mujeres. Al menos en algunos ámbitos, como los que entrañan cierto desafío físico. En los San Fermines, por ejemplo, son más los varones quienes deciden participar de esa larga carrera delante del toro. La temeridad, que no la valentía, se lleva bien con la estupidez.
El fin de semana lo pasé en la Playa Roja de Pals, en el mágico Ampurdán de los genios -¡y españolistas!- Dalí y Pla. Estuve observando durante un cuarto de hora bien bueno a los niños que saltaban al agua desde una roca bastante elevada. En la cola sólo había chicos, y de varias nacionalidades, que saltaban uno tras otro. Finalmente aparecieron dos chicas. La primera miró el vacío y reculó, diciendo que no quería saltar. La segunda saltó. Con un par.
Pensé en todas las jóvenes femi-oportunistas de mi edad, pidiendo cuotas rosas. ¿Pondrían también cuotas a la roca? ¿Para qué hubiera en la cola el mismo número de chicos que de chicas? En aquel entorno alegre y pueril, saltaba quien quería, sin presiones ni vetos, tampoco de los que operan sumergidamente. Algunos chicos saltaban como locos, y otros eran más reflexivos y se lo pensaban dos veces antes de lanzarse. Nadie se quejaba, esperaban su turno. Tampoco se conocían entre ellos, no había ningún grupo previo. El anonimato les daba libertad. Supongo que, para las de las cuotas, eran todos «machistas» por igual.