La justicia es ciega, la solidaridad no
Quizás lo hayan visto ya. Si no lo han hecho, no lo hagan. Ya se lo explico yo. Es un vídeo que corre de hace unos días por twitter y que muestra como una mendicante y su hijo son vejados por un presunto refugiado sirio. Ella sostiene un cartel que reza Familia siria. SOS. Pero, como descubre en seguida este justiciero, eso es publicidad engañosa. La madre y su hijo son rumanos y están abusando de la simpatía que despiertan los refugiados para arañar algo de nuestra caridad. Lo entiende muy bien ella y lo entiende muy bien el justiciero que se cree con el derecho, incluso con la obligación!, de despojarla del único documento que los acredita como dignos de nuestra solidaridad; no es lo mismo un refugiado que un inmigrante. O, dicho de otro modo, tenemos inmigrantes de primera y de segunda.
Quizás lo hayan visto ya. Si no lo han hecho, no lo hagan. Ya se lo explico yo. Es un vídeo que corre de hace unos días por twitter y que muestra como una mendicante y su hijo son vejados por un presunto refugiado sirio. Ella sostiene un cartel que reza Familia siria. SOS. Pero, como descubre en seguida este justiciero, eso es publicidad engañosa. La madre y su hijo son rumanos y están abusando de la simpatía que despiertan los refugiados para arañar algo de nuestra caridad. Lo entiende muy bien ella y lo entiende muy bien el justiciero que se cree con el derecho, incluso con la obligación!, de despojarla del único documento que los acredita como dignos de nuestra solidaridad; no es lo mismo un refugiado que un inmigrante. O, dicho de otro modo, tenemos inmigrantes de primera y de segunda.
Por eso se manifestaban el otro día en favor de acoger a los refugiados algunos de los que no hace tanto se reían de los ingenuos que pedían Papeles para todos. Porque ahora el muerto se lo podían cargar a Europa. Porque, como explicaba Gustavo Bueno, la solidaridad es siempre dialéctica; es siempre la solidaridad de un grupo frente a otros grupos. Y por ese mismo motivo, el justiciero sirio no es el único que lucha por reservarse la exclusiva del estatus de víctima ni la legítima violencia que lo acompaña en nombre de la autodefensa.
Así que, si no han visto el vídeo, no lo vean. Porque si verlo es solidarizarse con el refugiado sirio, verlo es también participar de la humillación pública de esta pobre mujer y su hijo. Como lo es ver las palizas a sus compañeros que algunos adolescentes graban con sus móviles y cuelgan en Internet para perpetuar la agresión y maximizar la humillación pública. No los vean, digo, porque verlos es vejarlos.