Casado, erre que erre
Pablo Casado está empeñado, erre que erre, en conseguir la unidad de su partido. Ahora, finalizado el proceso de primarias y el congreso extraordinario. Antes, la búsqueda de la unidad brilló por su ausencia.
Pablo Casado está empeñado, erre que erre, en conseguir la unidad de su partido. Ahora, finalizado el proceso de primarias y el congreso extraordinario. Antes, la búsqueda de la unidad brilló por su ausencia.
Lo tuvo muy claro desde el principio: lo primero, la presidencia del partido al precio que fuera; después, intentar la integración de los perdedores. Que en su caso fueron unos perdedores muy sui generis, porque la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría ganó en respaldo de la militancia, aunque en la segunda fase se quedó fuera de juego tras el pacto de Casado y Cospedal. Pacto de perdedores del que abominaba el PP, que defendía que se dejara gobernar a la lista más votada; y pacto del que ahora abomina nuevamente Casado al preponer una reforma de ley electoral que impida que la lista más votada en municipales y autonómicas sea desbancada por los acuerdos de los que no tuvieron el respaldo mayoritario de los ciudadanos.
El erre que erre de un Casado que no descansa, ha conseguido que un porcentaje alto de quienes apoyaron a la ex vicepresidenta acepten formar parte de la nueva estructura del PP. Se comprende, a nadie le gusta quedarse sin trabajo, y las municipales, autonómicas, andaluzas, y quizá generales, están a la vuelta de la esquina, y las listas las hacen los que mandan, no los votantes. Por tanto, se comprende que Casado, que ha aportado al PP lo que más necesitaba, ilusión y entusiasmo, esté cosechando frutos a su periplo veraniego en busca de conseguir que dirigentes regionales y locales se avengan finalmente a sumarse a su proyecto.
Sin embargo no es oro todo lo que reluce. En primer lugar, porque el pacto entre perdedores que dio el triunfo a Casado ha dejado víctimas de mucho nivel en el camino, Cospedal ha sido implacable a la hora de imponer sus nombres y eliminar a quienes no quería excesivamente. En ese sentido Casado, al que nadie niega que es un político de raza con porvenir por delante, se ha dejado comer terreno y comprenderá con el tiempo que ha cometido importantes errores. Segundo, ese político de raza con porvenir por delante se puede ir al traste si no centra su mensaje. De momento tiene el campo libre porque Rivera es de los que desaparecen en verano caiga quien caiga. Pero cuando vuelva ya se las arreglará para hacerse con la bandera del centro, que es la que gana elecciones. Rajoy se la disputaba, era el problema principal del dirigente de Cs. Pero si Casado se inclina excesivamente a la derecha, y de momento ese parece que es el espacio en el que se siente cómodo, el pez chico se puede comer al grande en un suspiro.