THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Poder sin liderazgo

«El Gobierno de Pedro Sánchez tuvo desde el principio de su mandato hace casi dos años un solo objetivo: conservar el poder y la autoestima del presidente»

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Poder sin liderazgo

El Gobierno español lleva semanas informando sobre el COVID-19[contexto id=»460724″] de manera (demasiado) gradual. La información se ha suministrado por goteo. Es cuestionable que esto sea mejor que lo contrario. ¿Es mejor decir que el confinamiento (y su correspondiente estado de alarma) durará hasta el 11 de abril, como sigue manteniendo el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que simplemente decir que se alargará indefinidamente? ¿Es mejor decir, como ha dicho la ministra de Educación, Isabel Celaá, que los alumnos volverán a las clases antes de junio que simplemente decir que no está claro?

Lo que queda claro es que las declaraciones institucionales del Gobierno buscan, como ha señalado Marta García Aller en El Confidencial, transmitir tranquilidad, pero no son pronósticos fiables: “Tal vez estén subestimando la capacidad de la opinión pública de encajar las malas noticias, como si no hubiéramos hecho un cursillo acelerado de introducción al Apocalipsis en las últimas tres semanas”, escribe la periodista.

El Gobierno de Pedro Sánchez tuvo desde el principio de su mandato hace casi dos años un solo objetivo: conservar el poder y la autoestima del presidente. Durante este tiempo hemos vivido, de manera intermitente, meses y meses sin Gobierno, y otros tantos meses con un Gobierno inactivo y centrado exclusivamente en la gestión del relato. El Gobierno actuaba a base de impulsos, sin una idea clara a medio plazo. Había cierta estabilidad y discrecionalidad, dentro de unos márgenes. Había tiempo para alargar las cosas. A veces no hacía falta ni siquiera tomar decisiones. Las cosas irían bien siempre y cuando el presidente y los suyos conservaran el poder.

De pronto, el Gobierno se ha tenido que enfrentar a una crisis real con efectos reales donde la pérdida de reputación es el menor de los problemas. La opción de no actuar fue desde el principio muchísimo más cara y letal que la de actuar. Si el Gobierno da la sensación de que improvisa es porque nunca pensó que tendría que Gobernar de verdad.

Algunos de los errores que está cometiendo son comunes en las estrategias de otros países contra el COVID-19. Ningún Estado occidental contemporáneo se ha enfrentado nunca a algo similar. Otros son exclusivos suyos: la falta de comunicación, la unilateralidad, las rectificaciones y las medidas a trompicones, el desdén hacia la oposición y la prensa, la falta de pedagogía y liderazgo. Un reciente editorial de El País resumía con precisión este último punto: “Es en circunstancias como las que hoy vive España cuando cobra todo su grave significado la distinción entre ejercer el poder y asumir el liderazgo”.

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