La primera alcaldesa de España
«Aunque su historia se supiera no está de más recordarla, es la única manera de honrar la memoria de los muertos, reconocer la importancia de lo que hicieron»
La primera mujer alcaldesa en España, María Domínguez, lo fue de Gallur, provincia de Zaragoza, en 1932, después de que la ejecutiva dimitiera en pleno y ella asumiera la presidencia de la comisión gestora del ayuntamiento. Estuvo en el cargo hasta febrero de 1933. Domínguez está estos días de actualidad y recibe homenajes, se organizan talleres y charlas en torno a ella porque hace apenas una semana que el análisis de ADN de los huesos encontrados en Fuendejalón, un pueblo cercano a Gallur, confirmó que se trataba de los restos de la primera alcaldesa de España, fusilada en 1936 por las tropas franquistas. Como cuenta Ramón J. Campo, el Gobierno de Aragón ha llevado a cabo la exhumación de oficio, y la búsqueda la impulsó la Asociación de Familiares, Amigos, Asesinados y Enterrados en Magallón (AFAAEM), el ayuntamiento de Fuendejalón y la asociación ARICO Memoria Aragonesa.
María Domínguez es un personaje histórico conocido, y su figura ha sido reivindicada en varias ocasiones: en 2010, por ejemplo, el periodista Mariano García recuperaba la entrevista que le hizo Mario Alegría poco después de tomar posesión del cargo. Cuando el periodista le pregunta por cuál ha de ser el papel de la mujer en la República, Domínguez responde: «El principal debe ser hacer una intensa labor contra la guerra; desear y fomentar la paz, tanto interna como en el exterior. Como es natural, la mujer en el Parlamento debe ayudar a legislar en favor de la clase trabajadora y aun de la misma mujer, que hasta hace poco tiempo ha estado postergada a las labores domésticas. La mujer debe laborar intensamente por mejorar la condición social de las demás mujeres». La cineasta Vicky Calavia le dedicó un documental de 28 minutos en 2015, María Domínguez. La palabra libre.
Domínguez escribió en periódicos como El Ideal de Aragón, y reunió sus ideas en Opiniones de mujeres (1934), con prólogo de Hildegart Rodríguez. En la entrevista que reproduce Heraldo, explica: «soy simpatizante nada más con sus doctrinas, pero quiero ser socialista independiente, sin someterme a ninguna disciplina».
Una de las preocupaciones de Domínguez era la educación. En el momento de tomar posesión de la alcaldía de Gallur no había terminado los estudios de magisterio, pero era su principal batalla: conseguir locales adecuados y bien ventilados para establecer allí las escuelas. Y fue también pionera en la defensa de la escuela mixta.
Aunque su historia se supiera no está de más recordarla, es la única manera de honrar la memoria de los muertos, reconocer la importancia de lo que hicieron.