Persuasión y emancipación
«Asumir que las cuestiones que uno defiende son automáticamente sagradas y no admiten debate es arrogante y contraproducente»
«Necesitamos un feminismo que elija debatir las ideas y renuncie a debatir sobre las personas, un feminismo que quiera hablar no con las mismas sino con los otros, que apueste por la argumentación pública y no por la victimización sentimentalista», escribe Clara Serra en un artículo publicado en Letras Libres. Serra reivindica dos conceptos en este artículo, que critica el feminismo hegemónico por estar demasiado obsesionado con el identitarismo y el victimismo: la persuasión y la emancipación.
El primer concepto es esencial si creemos en la democracia liberal. Consiste en intentar convencer al no convencido. En la política contemporánea española, especialmente en la izquierda, vemos la actitud contraria (y ahí están como prueba los resultados de la izquierda en las elecciones en Madrid): un cierre en filas, un repliegue tribalista. Las elecciones ya no se ganan en el centro, sino arengando a los nuestros, ampliando la brecha con el otro. Es la política como algo expresivo, no persuasivo. Es, en definitiva, una derrota de la política.
Serra defiende un feminismo liberal que no tiene miedo a debatir y a persuadir, que cree en la libertad de expresión y que niega esencialismos y victimismos. Y, sobre todo, que piensa que el movimiento no es homogéneo: en cuestiones como la prostitución, la cuestión queer y trans o los vientres de alquiler todavía hay un debate amplio dentro del feminismo. Asumir que las cuestiones que uno defiende son automáticamente sagradas y no admiten debate es arrogante y contraproducente.
El segundo concepto, la emancipación, es esencial para cualquier progresista. Como dice Serra, «el identitarismo es, ante todo, una política conservadora». El identitarismo que se construye en torno al victimismo va en contra de cualquier ideal emancipador. Al usar categorías inmutables, que resultan incomprensibles para el que no las comparte, el individuo queda atrapado en su propia identidad (que además uno construye a través del dolor y no de la liberación). Como ha escrito el filósofo Kenan Malik, «la política es un medio, o debería ser un medio, de llevarnos más allá del sentido limitado de identidad que nos proporcionan las circunstancias específicas de nuestra vida y las particularidades de nuestras experiencias personales».