Carta a un joven podemita

Vale que llego tarde, que la lectura no es un hobby muy tuyo y que recientemente le has cogido fobia a las cartas, pero ya sabes que un servidor es del tiempo lento de la historia y que toda epístola necesita de la distancia y de la ausencia para prosperar.

Te vi por última vez con el puño en alto, con tu camiseta del Che Guevara y cantando aquello de que Madrid sería la tumba del fascismo, pero consuélate porque cada fracaso enseña al hombre algo de lo que necesitaba aprender.

Has de saber, amigo podemita, que lo de la ultraderecha no es más que una filfa para movilizar a las charos, que siempre será un nicho fiel a la izquierda que no conviene despreciar, pero que tampoco es suficiente para asaltar los cielos como nos prometieron.

Sí, yo también creí que Podemos era un movimiento transversal y necesario, que Iglesias venía a acabar con la casta y que lo de la nueva política terminaría en algo más que en una empresa para ligar a costa del contribuyente. Y es que no hay santo sin pasado como no hay pecador sin futuro.

Todo este tiempo pasado en los círculos podrías haberlo dedicado al cultivo espiritual, a ejercitar tu cuerpo o a cuidar más tu higiene, pero lo entregaste a la causa porque tenías el tierno convencimiento de que la revolución vendría con consignas cursis y lenguaje inclusivo, que ya es tener fe en el progreso.

Por ser tú tan joven, querido podemita, y por hallarte aún tan lejos de todo comienzo, quería rogarte que aproveches el verano para ampliar tus lecturas. Que hay vida más allá de Pedro Vallín y Juan Carlos Monedero. Y que sé que te han metido en la sesera que cada cual según sus capacidades, pero si haces el esfuerzo sabrás que hay todo un mundo fuera de la caverna que merece ser descubierto.

El conocimiento es una carga dura y difícil, sí, pero es duro y difícil todo cuanto merece la pena en la vida. Del cupo y las mamandurrias se puede vivir una época, pero el verdadero marxista sabe que el trabajo dignifica.

En verdad te digo, amigo, que te han engañado. Que tú te emperraste en defender lo de Galapagar o lo de la niñera, pero en el fondo sabes que son sólo ellos quienes han mejorado sus condiciones objetivas y que con Rajoy, al loro, no estábamos tan mal.

Sé que te han hecho mucho daño las televisiones, y que buena culpa tienen la Fallarás o Maestre de que confundas el progresismo con esa fascinación tan vuestra por el nacionalismo y las identidades. Por eso no te juzgo y te encomiendo para que te reconcilies pronto con el pensamiento y con el mundo.

Verás que el partido se irá al garete, que hay vida después de Iglesias y que Errejón cogerá el testigo en un eterno retorno de lo mismo. Y tú, obstinado amigo, les seguirás votando para frenar al fascismo.